Todavía estoy asumiendo que ayer vi, en vivo y en directo, a varios de los héroes y heroínas musicales de mi infancia y adolescencia temprana. De verdad pensé que me daba un matajari cuando nada menos que Jordi Cruz hizo entrar en el escenario al único representante que queda del binomio que en su día fue Señor Trepador. En los vídeos solo se me escucha gritar como una posesa, pero mi memoria es testigo de le escuché cantar, con la misma voz que hace quince años, y con su camiseta de O'Funkillo. Y mamao como un piojo, obviamente.
Pero es que también vi a la reina en persona, a Cascada, cantando esas canciones que yo todavía escucho regularmente. Y, además, le puse cara a una de las divas dance que escuchaba sin saber quién era. Mis disculpas, ahora te venero como la divinidad que en realidad eres. Tremendo.
Y tremendo también estar con vosotros dos, opinando como expertos que lo que más necesita una en la vida es alguien que le quite problemas. La verdad es que lo hemos hecho todo tan bien, tan bien, que me voy con las pilas cargadas para soportar lo que sea, hasta agosto.
Os quiero, y a ti, a ti, Apátrida, a ti te quiero todavía más de lo más.
Y vuelvo a dormirme llorando sonatas con la dulzura de un bollo de nata y la escandalera de ruidos de lata.
