31 de enero de 2012

Las cosas de Avani IV

صباح الخير، فتاة جميلة

Dice mi Avani Ibn Tahir interior, cada mañana, cuando me miro al espejo.
Te quiero, papá.

29 de enero de 2012

Rumrumrumrumrum

سلجوقیان روم



Me hubiera encantado conocer se acento tan extraño y montar a caballo, a lo salvaje, con vosotros, por alguna estepa. Me estoy esforzando al máximo por que la gente pronuncie vuestro nombre como toca. Si me lo dijo Camilo, no hay otra verdad posible.
No lo tuvisteis nada fácil, y lo supisteis.
En 1171 decidisteis probar suerte por vuestra cuenta, y os desligasteis de Isfahán para enfrentaros a Bizancio y al enemigo frany que venía del mar. Fuisteis los primeros en dar la voz de alarma. Kilij Arslan bañó de sangre la estepa por hacer frente al brutal invasor, pero le sirvió de poco. Prácticamente os barrieron del mapa, en poco tiempo.
No obstante, el comercio del Mediterráneo se reactivó gracias a vosotros, estabais justo en el punto de encuentro entre Oriente y Occidente. Vuestras riquezas os ayudaron a dejar testimonio de vuestra presencia guerrera, en Karatay, en Cifte Minare, en Ince Minare; todas en Konya, vuestra capital, vuestro pulmón. Porque vuestro corazón indomable pertenecía a la estepa.
Se me eriza el vello de todo el cuerpo cuando os imagino, galopando a pelo sobre la hierba, dando alaridos de placer y de burla, con el arco y la aljaba dando tumbos en la espalda, el pelo recogido en preciosas coletas decoradas, barba para señalar a los adultos y mentones pelados para los jóvenes. A lo loco, sin importar otra cosa que vuestra libertad, porque sois libres, libres, ¡libres! Sois hijos de la estepa y descendientes de Seljúk, turcos burdos para cualquier otro musulmán pero bestias a las que hay que temer para el resto del mundo.
Prometo que me hubiera encantado compartir dátiles y té en vuestras jaimas, sentir cómo viene el viento ardiente de Damasco y el olor del mar desde el Cuerno Dorado. Vuestros caballos, oh, cuánto hubiese dado por conocer vuestros caballos. Animales de patas cortas, pero rápidas, especies asiáticas mezcladas con la nobel sangre árabe para crear pesadas máquinas de guerra, veloces corrientes de aire, mejores amigos. Cierta dama está redactando un informe sobre caballos; si puedo, le pediré que nos os olvide, que no olvide el amor que todos los hijos de Seljúk profesaba hacia estas magníficas bestias. Sobre sus lomos, corriendo monte abajo, vuestras flechas tapaban el sol, como una nube de letales avispas.

Fuisteis magníficos.
Seguís siendo magníficos, porque comparto la creencia clásica de que nadie muere si se le sigue recordando. Vuestros ojos negros y vuestra piel quemada por el sol seguirá latiendo sobre estepa y arena, mientas relincha algún caballo, y a alguien tan extraño como yo se le empañan los ojos al pensar en vosotros, y en lo que dejasteis detrás.

Hubiera pagado mucho dinero por pasar un día con vosotros. Pero, sobre todo, hubiera pagado el mundo entero por escucharos conversar con algún extranjero que, después, se diera la vuelta, alzara los ojos a Alá el Misericordioso y exclamara, de verdad contrariado: "¡si es que a estos turcos no hay quien los entienda!"












Soy incapaz de elegir un favorito, no puedo.
Del 570, año en que aproximadamente nace Muhammad, hasta principios del siglo XVI, que cae el último mamluk en Egipto. En dos mañanas. Interesante récord personal.

28 de enero de 2012

El eterno retorno

Atardece y yo, que debería estar estudiando, caigo en la cuenta de que ya lo he visto antes. Ya he visto atardecer así. Hace años. En otra ciudad, en otra casa, en otro piso, por otra ventana.
Aparece el flash-back, en algún lugar de mi mente hay un fundido en blanco, y empiezo a recordar muchas cosas.




Yo vivía en otra casa, en un quinto piso. Fuera de esa casa, no me gustaba nada de mi alrededor. Pero dentro, siempre se estaba bien. Era mi refugio, mi cueva, mi guarida del tesoro. Era una casa preciosa, tenía dos pisos y una escalera desde la que se veía una pared llena de espejos. Como las galerías de Fontaineblau en el siglo XVIII, un horror vacui de reflejos, llenando la pared. Sin ningún criterio salvo el ornamental. Espejos de todo tipo. ¿Dónde estarán ahora? ¿De verdad están todos en mi nueva casa? ¿Cupieron? Allí parecían tantos... pero también es cierto que los observaba con unos menos centímetros que ahora.

Acabo de caer en la cuenta de que, descritas, todas las casas de uno pueden ser magníficas y especiales. Es el lenguaje lo que las diferencia y las hace únicas. Qué bella tarea la de escribir, cuando va asociada a la de recordar.

En esa casa, también tuve un cuarto para mí sola. Y ese cuarto estaba lleno de símbolos y de rasgos que lo hacían diferente. Especial. Como a mí. No sé si fue el destino, Dios o mis padres, pero, de alguna manera, se me ocurre que yo no podría haber vivido en ninguna otra estancia de la casa. Quizá mis padres lo supieran.
Para empezar, el techo era abuhardillado. Pierdo la cuenta de las veces que choqué la cabeza contra él. Tenía un par de marcas, estoy segura. Para seguir, la cama estaba metida en un hueco y no tenía cabecero. También me di muchos golpes ahí. Había dos armarios; en uno guardaba mis juguetes y en el otro mi ropa. El de los juguetes estaba forrado de papel azul con puntos blancos. Empezó a desprenderse por abajo y yo, como toda otra niña hubiera hecho, lo fui arrancando poco a poco. Ni idea de por qué.
Pero lo más especial de aquella habitación era, sin duda, la ventana. Estaba incrustada en el techo inclinado, se abría de arriba abajo y no recuerdo si tenía cortina. Creo que no; puede que le pusieran un estor. A través de esa ventana, como yo estaba en un quinto piso y la ciudad en la que vivía no era especialmente grande, podía ver las montañas. Las montañas y el bosque, a lo lejos. Y todos, todos los días, veía ponerse al sol. Rojo, amarillo, naranja, morado, rosa, gris, azul, negro. Cada día esa bola de fuego me decía adiós y se perdía en el perfil dentado de las montañas.
Sueño muchas veces con esa habitación, y con esa casa en general. Supongo que es un grato recuerdo de mi infancia. Y de mi adolescencia, también. Me encantaba mirar por esa ventana. La mayoría de las cosas que escribí se me ocurrieron durante una puesta de sol. Era imposible contemplarla y no emborracharse de vida. Por la noche, al esta inclinada, veía las estrellas. Y si tenía mucha suerte, la luna. Era una ventana magnífica. Nunca se me olvidará, estoy más que segura.
No quisiera volver a la casa, porque mataría mi recuerdo. Sabina lo comentó en Peces de ciudad. "Que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver."



¿Por qué me acuerdo de eso? Pues porque desde que vivo en el corazón de al-Ándalus, he recuperado mis puestas de sol. Hasta ahora no me había dado cuenta de que estoy reviviendo un sueño infantil al ver morir la luz cada día, y quizá sea por eso que estoy tan a gusto aquí. Esta vez, la ventana no está inclinada, sino que es recta y considerablemente más grande. Además, la preciosa silueta de la Cartuja se recorta cada noche contra las nubes, y me saluda por las mañanas.
Tengo un atardecer precioso encerrado en cuatro lados, todos los días. Es un regalo, es un privilegio. Como estoy en una colina, veo las montañas, veo pequeños trozos de nieve, veo las luces de los pueblos. Pero sobre todo veo la puesta de sol.
Siempre volvemos a lo que fuimos. O a lo que vivimos.







Cosas que tienen que ver, voy a patearle el culo a quien sea con tal de que esa persona deje de sufrir. Si quiere terminarlo, que lo termine. Pero ya está bien.

21 de enero de 2012

Las cosas de Avani III

"Al principio, los árabes tenían la originalidad como un poco espesa", piensa mi Avani ibn Tahir interior cuando estudio el antiguo barrio Omeya de al-Fustat en El Cairo y el posterior barrio (entre Abbasí y Tuluní) de Al-Qatai en la misma ciudad.

20 de enero de 2012

Fireflies

Revisando cosas viejas, cosas muy viejas (o no) que escribí y que me gusta mirar de cuando en cuando, me doy cuenta de que todo en mis palabras era un canto desesperado.
Yo sólo esperaba a alguien que me quisiera.



Si pudiera volver al pasado, verme, me daría cuenta de lo feliz que era. Era feliz a mi manera. Era feliz en parte, porque creía que había encontrado lo que esperaba.
Si pudiera comunicarme con esos dos "yos" que dejé atrás, sólo les diría que fueran valientes. Que valdría la pena. Todo.

19 de enero de 2012

¡Quetevasamorir,puta!

Te quiero, porque lloras por mí.
Siempre, en la distancia de tu castillo, estás mirando por la ventana, a ver si me da por pasar, arrancarte algunos rosales con la cola y destrozarte las tejas porque voy demasiado deprisa.
Te quemo la casa mil veces, y me sigues dejando entrar.
Me das de comer y me rascas la barriga.
Estés donde estés, siempre tienes tiempo para encararte conmigo y gritarme. Amo que me grites, eres la única persona del mundo que puede hacerlo. Me saca una sonrisa. El día que dejes de enfadarte conmigo, que ignores mis bobadas y no me llames encendida en ira, el sol se apagará y se morirá algún animal en un rincón de la tierra. Me encanta que te enfades conmigo, porque siempre terminas exasperada de todo lo que me quieres.
Me quieres, y punto.
Te preocupas por mí y por todo, absolutamente todo lo que me rodea.
Sabes llorar cuando yo no sé, y sabes comportarte cuando yo no lo hago.
No sé qué haría sin ti. Sin mi Dama, sin mi bella princesa. Un dragón necesita algo que proteger, y en ti tengo el tesoro más hermoso.
Nunca sacarás una señorita de mí, pero sabes que has conseguido progresos, que has llegado donde no he dejado entrar a casi nadie.

Te quiero porque, al fin y al cabo, no sé vivir sin ti.

18 de enero de 2012

Espero la esperanza

If i ruled the world every day will be the first day of spring.





Hoy no puedo concentrarme, pero tengo que hacerlo. Es necesario, tengo exámenes. Lógica pura y aplastante. Si tienes que examinarte, estudia. Si tienes que estudiar, concéntrate. No es difícil. Para mí nunca lo ha sido. Es una virtud, dicen. Pero hoy no, no puedo. Sin embargo, aquí estoy, encadenada a la silla leyendo páginas de una historia de Revelación y Verdad que me sé de memoria, que me apasiona, de la que estoy memorizando todas las fechas clave y hasta los nombres más complicados, porque espero, algún día, poder decir con orgullo que sé un poco de lo que la Fe Verdadera quiso transmitir, y que conozco a Abu l'Qasim Muhammad ibn Adb Allah al-Hashimi al-Qurashy... aunque sea por su nombre completo.
Pero no puedo concentrarme. Sé por qué no puedo. Y si lo pienso, me desconcentro más.
No puedo creerlo. No puedo, no me lo creo.
No es posible.

Ayer, mi hermano y yo lo hablamos. Lo comentamos. A él tampoco le entraba en la cabeza. Lo repetía, una y otra vez, como si fuera a estar más claro por decirlo más alto o más veces (como un ridículo estudio, ya que viene al caso). A mí me sirvió de lección, porque justo la noche anterior había discutido con alguien que quiero por una banalidad. Y fue un tortazo de la vida, pegó tan fuerte que me saltaron las lágrimas. Aprende, me decía; no se te ocurra volver a perder el tiempo el jodidas memeces. Saltaron mis lágrimas, pero no pude llorar. No lo tengo permitido. No puedo, y tampoco quiero.
Ahora, lo que ella necesita es mi fuerza, mi esperanza, mis buenos deseos. Mi sonrisa. Por nada del mundo debe asomar una lágrima, porque todavía no está todo perdido. La esperanza, bendita Pandora, es lo único que no nos van a quitar. La esperanza que el propio Muhammad anunciaba desde el monte Hira. La esperanza en ella, en él, en que abra los ojos de nuevo, en que vuelva a ser la persona no fumadora que recuerda mi hermano y el magnífico amigo de mi padre que yo retengo en la memoria. Abrirá los ojos, le pido a Dios con toda mi fuerza que le dé el valor para abrirlos; para volver. Volver donde le necesitan tanto.
Pienso en ella, pienso en la situación, pienso en que de alguna manera le estoy mintiendo y quiero morir en una espiral de arena, quiero ahogarme en el agua del ZemZem para no tener que enfrentarme a esto. Pero sería despreciable, cobarde, una traidora. Un dragón no se comporta de esa manera. Por eso hay que sacarle las uñas a la vida y gritarle, desde dentro, ¡nunca podrás con mi esperanza, no vas a quitármela! ¡No puedes quitármela!

Es complicado estando aquí. Nadie lo sabe. En fin, lo sabe una persona, pero sólo se lo he dicho porque siento que podía. Lo he comentado. Como algo anecdótico. Y después no lo he vuelto a nombrar. Supongo que sólo necesitaba saber que alguien en mi realidad inmediata estaba al tanto. Es agotador simular que no pasa nada, que todo es como siempre. Y digo simular, no fingir exageradamente, como en las películas o las series, ese dolor contenido, pasear por delante de todo el mundo lo bien que escondes tu dolor o tu pena, so pretexto de llamar la atención y que te pregunten, se interesen por ti.
Pero no podrían si quiera acercarse a algo que les queda tan lejos. Así que no se dice nada. Si no se nombra, no existe. Sigo escuchando sus problemas cotidianos y riendo de tonterías absurdas, sexuales y televisivas, como si todo marchase igual que ayer. Y nada pasa.
Al final, no obstante, resulta agotador. Estoy agotada. Y sólo puedo descansar en gente que no está aquí, en gente que tengo tan lejos... y sin embargo me siguen enviando todo su apoyo, su fuerza, sus abrazos. Me dicen que con ellos nunca tendré que fingir, y lo agradezco como una ducha en el infierno. Porque de veras que es cansado, esta situación desgasta. Y eso que sólo ha pasado un día... ni siquiera eso, sólo unas horas.

Señor, dame fuerzas, te lo pido. Te lo pido por ellos, por ella, por él. Me presento ante ti como un dragón simple y demasiado humano, sin fuerza para afrontar lo que viene, pero que te pide ayuda. Nunca me has fallado. Señor, mi querido Señor, dame valor que lo necesito. Hincha mis venas con tu latido, sopla tu viento en mis alas para ser capaz. Te lo pido, señor.
Es egoísta y lo sé, pero te lo pido, como ser imperfecto que soy. Te lo suplico, pero no para mí sino para ellos. Dame fuerza para intentar paliar su dolor, para devorar esa tristeza y vomitarla lejos de ellos, para que tu mano acaricie su cara y le haga despertar. Tráele de vuelta, Señor, indícale el camino porque está perdido en la oscuridad y no sabe dónde camina. Ilumínale, Señor, es mi plegaria desesperada. Ilumina su oscuridad para que vuelva a la luz.
Gracias, de corazón. Sé que no vas a fallarme.





Not while i'm around.





Necesito volver a casa. Cuando termine mis exámenes, volveré. Volveré a ver a mi(s) familia(s) y a mis amigos. A sentirme cerca, aunque no pueda hacer mucho allí. Porque ése es otro tema, claro. Otra vida frágil que no sabe hacia dónde dejarse caer. Señor, dame valor.

Quizá el mundo sí se acabe en 2012. No sé qué pensaré mañana, pero hoy varias partes de mi mundo se están tambaleando.

14 de enero de 2012

Along came a spider

"Porque soy un gran idiota, con un gran corazón por romper."

Alice Cooper, mi amor por ti no conoce límites.

13 de enero de 2012

Dos pequeñas vidas

Reach for the sky, keep you eyes on the prize. Forever by my side, you're my golden sunshine. It's raining in your mind, so push those clouds aside. Forever by my side, you're my golden sunshine.





Ahora somos tres en la habitación.

Nunca tuve nadie de quién ocuparme. Y ahora, de repente, tengo dos pequeñas vidas en mi habitación. Dejando a un lado el racionalismo de que sólo son animales y que probablemente les importe poco mi presencia, me gusta ver las cosas desde otro punto de vista.
Me gusta cuidarlos, y hay quien se ríe de mí y me llama, cariñosamente, "mamá tortuga". Bueno, es que lo soy. Es cierto. Pero me gusta, me gusta ser una mamá galápago. Creo que es tierno tener esa preocupación por alguien. Estar pendiente de la temperatura del agua, de si comen o no, ponerles música porque, parece, les gusta.
Lo que más me llena es verlos comer directamente de mi mano. Si no, no comen. Es un pequeño ritual de confianza. Me gusta pensar en eso. No me cuesta nada cogerles cariño a estos seres, y a estos dos ya los quiero. Además, de verdad. Puede ser cómico, porque, de nuevo, sólo son animales, sólo son mascotas. Pero para mí, en mi mundo divertido y al margen del ocasional, son compañeros, amigos.
Me encanta levantarme y verlos, llegar a la habitación y descubrir que hay alguien que me espera, aunque sea para darles un trocito de carne. La verdad, nunca me imaginé que estaría tan contenta con una decisión que, desde el principio, parecía una broma.
Ni siquiera quería tortugas. Quería un pez negro que se llamara Jevi.





Me quedo mirando cómo nadan, y me imagino que puedo nadar con ellas. Supongo que elegí tortugas por lo mucho que me gusta el agua.

1 de enero de 2012

Mis amigos, mi gente.
Mi familia. Mis familias, porque tengo dos.
Mi pareja, mi compañero.
Mi ciudad. Mis ciudades, ahora tengo más de una.
Mi música, la nueva y la vieja.
Mi carrera, mis estudios, mis pretendidas especialidades.
Mis historias, mis personajes.
Mis comidas y mis bebidas.
Mis libros. Mis apuntes.
Mis viajes, mi cámara de vídeo, mis fotos.
Mis anillos, mi ropa, mis collares, mis gorros, mis pulseras, mis zapatos y zapatillas.
Yo misma.
Mi Drenk.






Del año pasado a este, han cambiado muchísimas cosas. Tantas, que ya no vivo ni en el mismo sitio. He querido a personas que no se lo merecían, y he querido a otras que se lo merecían como mínimo.
He aprendido mucho, mucho. En los últimos meses, parece que más. Tengo la tendencia a contar los años por cursos académicos en lugar de por el calendario habitual. Deformaciones lectivas.
Pero ha sido un año productivo. Estoy segura. Un año en que, por cierto, he estado en un montón de sitios. En Guatemala, en Roma, en San Sebastián, en Tarragona, en Venecia, en Menorca, en Granada, en Toledo. Ni idea de dónde iré el año que viene. Ojalá que a muchos otros sitios. Tenía pensado Siena, Praga, Perugia, quizá Broclaw y Berlín... Córdoba... no lo sé. Pero me gusta pensar que tengo por delante otro año de viajes.




Esta Nochevieja ha sido, seguro, la mejor que he pasado nunca. Porque estaba exactamente con quien tenía que estar. Con mi pequeña y estúpida familia, con mis amigos de verdad. Y en la playa (¡cómo he echado de menos su rumor!). Los vídeos hablan por sí solos, me muero de ganas por enseñároslos.






Este año nuevo, voy a intentar ser más franca conmigo misma y un poco más paciente. No precipitarme tanto con la gente que tengo alrededor. Siento que me he hecho mayor, de alguna manera.
Voy a dejar que mi alma se contagie del espíritu de Ibn Tahir, y recorreré un filosófico y tranquilo desierto antes de tomar decisiones. Haré ejercicio. Estudiaré. Disfrutaré de mi vida, porque es mía y la estoy viviendo. También me reiré más y seré un poco menos orgullosa. Seré más dragón, pero dejaré de decir que lo soy. Al menos, no tan deprisa.
Espero recordar estos propósitos.







Next year... turururei-daram-daram...











Feliz año nuevo.