29 de junio de 2013

Las cosas de Avani XXV

"Y luego debió de desaparecer el elemento del coro porque, espacio, lo que es espacio físico en el edificio, no hay", señala mi Avani ibn Tahir interior, a propósito de los cambios en la tragedia romana del siglo IV a.C.

24 de junio de 2013

Solo así

Tengo veintitrés.
Soy feliz así.
Tengo mil canciones, una playa, medio coche.

Sé que creo en ti, y quizás en Dios.
Son Mercurio y Grajo nuestras compañeras. Unieron a estos dos.

23 de junio de 2013

Puntual

Promete que serás feliz. ¡Te ponías tan guapa al reír!
Y así, sólo así quiero recordarte. Así, como antes. Así. ¡Adelante! Así.
Vida mía, ahora te toca a ti, sólo a ti seguir nuestro viaje. 
Se está haciendo tarde. Tendré que marcharme. En unos segundos vas a despertar. 

Y así, sólo así quiero recordarte. 
Así. Como antes, así. ¡Adelante! Así.
Vida mía, mejor ser así. 

18 de junio de 2013

Momento revelación 15

Antes tenía miedo, pero se me ha ido. No sé, se ha esfumado. Como el humo de los cigarros que yo no fumo. Ahora escribo esto, con la voz de Rosa María Sardá en la cabeza y el maravilloso reencuentro que su serie y yo hemos tenido. Creo que es su voz la que me dicta estas palabras, como lee las de Rosa Regás. Casi puedo escucharla; siempre he tenido mucha imaginación.
Antes tenía miedo, pero ya no lo tengo.
Se ha marchado lejos, con el viento que hace ondear los pendones en al-Qabdaq, que me trae aromas de sur y de gotas de sudor, y me recuerda la verdad que elegí hace poco. La mía, mi verdad. Esa que ahora me lleva de cráneo y que no me deja dormir. 
Antes temía lo que otros pudieran opinar de aquello a lo que le dedico tiempo, esfuerzo, corazón, sudor y alguna que otra lágrima. Pero ya no me importa. Estamos fuertes, somos fuertes. No importa lo que digan o cómo lo evalúen. Porque yo lo conozco, lo he visto nacer y crecer en mis manos. Sé quiénes son y todo lo que valen. Si el tribunal no está de acuerdo, bueno. Mi propio trabajo dice que la humanidad se nutre del intercambio; se puede aplicar al intercambio de opiniones. 

Es curioso ese sentimiento de brisa fresca cuando una tiene el alma en paz, cuando está tranquila. 
Gracias.



Es tu motor; el sueño cae dentro de ti, que lucha por sobrevivir.
No pares de andar
Es tu valor, que nace a base de insistir. Que quiere verte sonreír
No te eches atrás.

Abre tus brazos si quieres volar.
Cada peldaño tendrás que sudar.
Haz que ellos crean en ti.

No hay nada imposible para quien sabe esperar. No importa si te has caído; vuelve a levantar.
De pronto la vida brinda una oportunidad. Tu oportunidad.

Es un sabor, el que todos quieren sentir y pocos pueden seducir.
Tendrás que luchar.
Es un color, el que todos quieren vestir pero lo puedes conseguir.
No dudes jamás.

Siente tu alma si quieres ganar. 
Cada segundo será una verdad. 
Sólo confía en ti.

No hay nada imposible para quien sabe esperar. No importa si te has caído; vuelve a levantar.
De pronto la vida brinda una oportunidad. Tu oportunidad.

Quizás el momento está a punto que llegar. Será que tu estrella ya ha empezado a destacar. No importa si te has caído; vuelve a levantar.
De pronto la vida brinda una oportunidad. Tu oportunidad.





Me ha encantado ir a verte tocar. Porque tú has venido millones de veces y yo nunca te lo he agradecido como debía. Gracias. Después de cuatro años, sé que puedo contar contigo, para todo. Lo evidente, como decía el Demonio, tiende a obviarse. Nunca más, te lo prometo. Gracias por todo. 
Cosas que tienen que ver.

15 de junio de 2013

Lullay, my princess

May this thousand winters swifttly pass, I pray...

I love you, I miss you... all these miles away.

14 de junio de 2013

Yo concluyo que


¿Invasor? ¿Extraño? ¿Expulsar? ¿Por qué? ¿No era su tierra, no eran sus casas, sus familias, su memoria? ¿Por qué se les sigue viendo como a un elemento extraño, de paso, invasor, y a los visigodos que vinieron pagados por el Papa se los considera ya hispánicos y, mucho peor, “españoles”? ¿Pero qué disparate es este, por Dios? ¿Invasor quién? Quizá el loco que se lió a cortar cabezas en 712 era un invasor, ¿pero y los de 856? ¿O los de 934? ¿Esos también? ¡Venga, hombre!


"A ti te llamaré Ziryab, porque tus cabellos son negros como alas de cuervo. A ti te llamaré al-Ahmar, por la roja sangre que corre por tus venas. Y a ti te llamaré... Abu-l-Walid Ismail ibn Muhammad ibn Nafi. Porque, a veces, lo único que hace falta es el título."

Os quiero, 'peazo' de locos. 

13 de junio de 2013

Khaubak al-Hawwa

Estos días me dirigía la euforia. La vuestra, el corazón guerrero, la sangre alegre. Estaba contenta, satisfecha con el trabajo que estaba haciendo, con lo que estaba consiguiendo gracias a vosotros, estampando cada palabra con orgullo como quien estampa besos en una servilleta. Pero, lo más importante, estaba segura. Creía que, desde la muralla de al-Qabdaq, el viento que iba a golpearme sólo me sacudiría la melena, que resistiría cualquier envite, tan fuerte como los muros, y que incluso sonreiría a quienes se pusieran por delante, cuestionándome.
Sin embargo, ya no estoy tan convencida.
Hoy ha empezado la guerra. La de verdad. Y no he caído en la cuenta de que estaba metida hasta el cuello en una trampa mortal. Los trebuchets han soltado un chasquido y me han llovido las piedras. Han perforado mis murallas y nos han hecho caer a al-Ahmar y a mí. De repente, al-Qabdaq está sitiado. Se han secado los manantiales.
En otro lugar, hay quien se levanta, victorioso. De verdad les felicito por el éxito, porque lo merecen. Pero para nosotros dos, para el hijo de los Nasr y para mí, vencer no parece una opción. Llueven piedras, se sacude el suelo y entonces todo arde.
Lo que me está quemando es aquello a lo que llaman "normal", "tradicional", "correcto". Y lo que se prende son todas las anormalidades, irregularidades, incorrecciones. Me he embarcado en una guerra que no sé pelear. No tengo las armas apropiadas, no conozco la técnica precisa; no sé qué hacer. Me he quedado, de pronto, sin respuestas. Me he dado cuenta de que toda mi confianza no tenía sustento. Se me ha caído todo el ejército al suelo.
Hay mucho humo y los boquetes en el muro cada vez son más grandes. No quiero que me entierren aquí, así que cojo de la mano a al-Ahmar y corremos hacia arriba, hacia lo alto de la torre, donde seguramente estemos más expuestos. Pero, no sé. Quizá también estemos más cerca de Dios. Ese Dios que nos protege, o eso nos queremos creer.
Arriba lo vemos. Al-Qabdaq bajo asedio, y sólo quedamos nosotros. No sé qué hacer. Estoy asustada. Los ojos claros de al-Ahmar tampoco me dan una respuesta. Tampoco está seguro de nada. Sólo me aprieta la mano y mira al horizonte, como si por detrás de las montañas que llevan a Gharnata fuera a asomar nuestra salvación. Me puede el miedo. Me arrodillo en el suelo, me cubro con los brazos e ibn Nasr, que no tiene ideas, se agacha conmigo y ahí se queda. A mi lado. Porque, al fin y al cabo, hemos cometido un error. Pero lo cometimos juntos.

Fuera la poesía y el drama, no sé qué hacer. Con vosotros, que sois mi trabajo. Os he estado defendiendo desde que me empeñé en que el arte islámico podía ser una forma de vida. Y ahora no sé cómo os defenderé delante del tribunal. No encuentro una justificación para vosotros, más allá de la pasión, del amor, y de mi propio ego peleándose contra el mundo.
Una vez más, esa obsesión por marcar la diferencia, por llamar la atención, por salirme de madre y hacer algo distinto. No podía ser como el resto y hacer las cosas bien, las cosas que se premian, las que tienen éxito. Y hoy lo he visto, maldita sea, he visto y he escuchado los elogios porque aquello, aquello estaba bien. Porque esas personas lo habían hecho bien. En cambio, ¿qué he hecho yo? Subirme al caballo de la fantasía y hablar, hablar por hablar, hablar de vosotros en un mundo que no os conoce, pretender estar por encima del resto y contemplar condescendiente a aquellos que debían ponerme la nota.
No es vuestra culpa. Es la mía. Vosotros sois increíbles, lo sabéis. Por favor, os quiero; nunca podría reprocharos nada. He sido yo. En mi afán de no sé exactamente qué, me veo incapaz de defenderos como os merecéis, de aquí a la eternidad. Perdonadme. Sobre todo tú, al-Ahmar. Miro el sinsentido que ahora me parece mi trabajo y pienso en lo que te he hecho. Espero que no me odies. Y disculpa el drama. Es que, de repente, no he sabido qué estaba haciendo.

Tengo un corazón tan leal a ti... que duele.

Sin embargo, no todo es humo en la torre de al-Qabdaq. Cuando me atrevo a levantar la cabeza, vuelvo a verlo. A él, al Rojo, al que se negó a dejarse vencer mientras a su alrededor todos caían como moscas. El que peleó por su verdad, por su tierra, por su vida. Y yo, ¿no haré lo mismo? Aún cuando el ejército del norte se cierne a mi alrededor y bombardea mi alcázar, ¿me voy a dejar ganar? ¿Después de todos estos años?
No.
No sé cómo lo haré. Pero tengo mis armas, mi técnica y mi fe. No tengo ni la más remota idea de cómo voy a hacerlo. Dejaré que sea el amor, el mismo amor que inspira mis palabras, el que conduzca mi camino. ¿Justificación? ¿Para vosotros, para el Rojo? No la hay. Al menos, no la he encontrado. Ya vendrá. La buscaremos. Juntos.
Porque allá, en la cima del valle, seguimos estando juntos, y en mi interior os sigo queriendo, y sigo pensando que vale la pena pelearse por vosotros. Con vosotros, a vuestro lado.
Así que, una vez pasado el pánico, me pongo de pie, le aprieto fuerte la mano a al-Ahmar y desafío con la mirada a las catapultas convencionales que me apedrean el castillo. Les tengo miedo, les tengo pavor. Pero no conseguirán detenerme. Porque si el mundo que me rodea tiene tan claro que mi sitio está allí, yo no puedo permitirme dudarlo.
Lo conseguiremos. Seguro. De alguna manera. Y si sale peor, bueno. Nos quedarán esos buenos ratos que pasamos, pensando que podíamos comernos el mundo.



La encontraron dormida y con el alma lejos.
Volando lejos.



Cosas que tienen que ver, una estudia árabe y le cambia la polaridad del cerebro. El puerta, el guerro, la cocha. Después de esto, la Sol se llama Lorenza y el Luno se llama Catalino.
Shoukran yaziilan, Sulaimaniye. Te ohebuka que reviento. 

11 de junio de 2013

Yaish aulad sahraa’

Exactamente.
Precisamente.
No hay otro tiempo, ni otro lugar.
Son ellos.



Y al-Ahmar da saltos conmigo a ritmo de "pon-pon, wey-wey-wey, pon-pon, wey, pon, wey, pon-pon."

5 de junio de 2013

"Sinceramente", septiembre de 2010


"El primer recuerdo que tengo de todos vosotros, de todos juntos, es en el segundo piso de la Facultad de Filología. Después de una clase, no sé, estábamos comiéndonos el bocadillo. La primera semana. 
Luego, me viene a la mente la primera tarta de cumpleaños "chorra" que compramos. Era para Pau, era el día 12 de noviembre y le compramos una tarta de Barbie porque no encontramos ninguna de Pokémon, ni de Digimon, ni de nada por el estilo.
Luego vino mi cumpleaños. Aparecisteis de repente todos en mi casa, escondidos detrás del sofá y casi le prendéis fuego a la lámpara porque os dejasteis las velas de la tarta encendidas. ¡Y luego me contasteis que había un vórtice que unía mi mueble del salón con el pasillo de los congelados de Mercadona! 
En Navidades... esas Navidades, las del 2008, creo que no hicimos nada juntos. No, creo que no. 
(...)
Luego está el cumple de Llum. Le regalamos una empanadilla y creo que Berry tiene una foto de su cara de "¡oh, una empanadilla de pisto!"
Luego os hice un dibujo. Os dibujé a todas. Bueno, realmente no estaban todas porque por aquel entonces Lucía y Ángela no se habían acoplado tanto, pero... creo que lo tengo aquí. 
(...)
Podría nombrar tantos momentos.
Los momentos tirados en el césped de filosofía... aquel día hicimos tantas fotos. Los momentos con conversaciones... un momento. ¿Os acordáis de esto? Bromeamos con que Toni iba a sacar una camisa hawaiiana de flores y unas maracas, e iba a ponerse a bailar la conga. 
(...)
En clase de Divulgación Científica casi nos tiran por reírnos tanto y tan fuerte. Gala aparcó el coche debajo de las Torres de Serrano, cuando nos fuimos a grabar aquel reportaje tan guay que hicimos del graffitti. 
Podría nombrar tantos momentos.
Nos fuimos a Barcelona, nos fuimos a San Sebastián. Casi nos fuimos a Venecia... ¡quizá el año que viene! 
Hasta que llegó junio, en el que me puse muy triste. Yo dejaba Periodismo y creí que ya nunca os volvería a ver. Sí, estaban las promesas de quedar, de volver a verse, de seguir encontrándonos en el césped de Filosofía... pero para mí ya no sería lo mismo. A lo mejor no me creéis, pero no ha habido mañana en que no llegase a clase y no me acordara de vosotros y de vosotras. Me entristecía pensar que ya no ibais a estar allí. Cuando me cruzaba con vosotros de casualidad, por la calle, había fiesta dentro de mí. Era como si de repente los árboles soltaran confeti, por encima; como si hubiera un gran acontecimiento que celebrar. 
Os echaba de menos. Mucho. Os echo de menos.
Pero pasó el curso y, de repente, el día de mi cumpleaños, aparecisteis en la puerta de la facultad con una tarjeta gigante, una bolsa de chucherías, esta pulsera (que no me quito casi nunca) y unas entradas para el concierto de Pedro Guerra. Pau, sé que fue idea tuya. 
Podría... podría ponerme a nombrar otros tantos momentos.
Las Fallas de este año. ¡Qué Fallas, madre mía! El día de San Patricio, los gorros, el globo de Bob Esponja... tanto. Tantas fotos, tantos momentos. El fin de semana ese tan genial en el Perelló, aquel fin de semana épico. Las cenas, las salidas de fiesta. 
Podría nombrar tantos momentos.
Muchas veces pienso que mi vida cambió hace dos años, cuando os conocí. Realmente ahora empieza el tercer año desde que os conocí. Llevamos dos a la espalda. Y desde luego, mi vida cambió. Dentro de mí sembrasteis algo nuevo. Algo muy especial. Algo que con el paso del tiempo no se ha ido, y que espero que siga. Aquí, conmigo; me acompaña a todas partes.
Cada vez que enciendo el telediario me acuerdo de vosotros, que leo una noticia. Es un tópico enorme, pero qué le voy a hacer. ¡Sois periodistas! Sé que alguna vez os veré por la tele... no sé dónde. U os leeré en el periódico. Os oiré en la radio. Y pensaré "yo iba con ellos a clase, yo fui con ellos a clase". Y me encantaría pensar "sigo viéndolos, siguen estando conmigo". 
Sois muy especiales para mí. A lo mejor tendría que haber grabado este vídeo hace mucho tiempo, pero... no sé. Digamos que no se dio el momento.
Siempre que estoy triste y estoy con vosotros, me recargáis las pilas. No hace falta que estéis encima de mí, no hace falta que me estéis animando, dando abrazos o palmaditas en la espalda. El simple hecho de estar conmigo ya hace que me sienta mejor, que me sienta con fuerza para afrontar todo lo que sea. 
Quería que supierais lo especiales que sois para mí. Nunca me cansaré de decirlo. Sois... periodísticamente geniales. 
No sé describiros con un adjetivo, con una palabra, una frase, un momento. Pero... sé describiros desde aquí. Y es lo más sincero que puedo daros. Eso y un profundo agradecimiento. Por estar. Por estar conmigo.
Gracias.
Sinceramente, no sé qué sería sin vosotros. Y, repito, de corazón, que mi vida cambió hace dos años, cuando os conocí."



Transcrito, tal cual, del vídeo que grabé en septiembre de 2010.
Sigo pensando lo mismo. Sigo sintiendo lo mismo.
Gracias.

1 de junio de 2013

Jamon Beibi

"Debes de estar tan incómoda con los pantalones puestos..."



Increíble. Lo tuyo es increíble. O quizás es lo nuestro, porque nos hemos reído igual de fuerte, igual de intenso. No importa cuántas vueltas le dé a mi cabeza cuando es de noche, si no puedo dormir. Haces "chas" y apareces a mi lado. Tan normal, tan natural, tan espontáneo como siempre. Tan guapo. Tan colega, tan irritante. 
Ha sido una de las mejores tardes de estudio que podía haber pasado. Llorar de la risa es terapéutico, y gritar juntos "puta mierda" también. Hablar de zombies y meter canastas en la papelera de al lado. Afirmar, tajantemente, que El imperio del fuego es un peliculón, y preguntarse por qué existen las putas pantallas, con lo maravillosos que son los dedos por debajo de la ropa o las zancadillas caminando por la calle. 
Llevo toda la tarde pensando en lo que voy a escribir y ahora estoy en blanco. Me haces quedarme en blanco, porque lo mejor que tengo contigo son siempre los recuerdos. Las tonterías y las caricias. ¡Que me quemo! ¡Que te quemas!
Déjame en paz, cojones. Quiero estudiar. Lo de la radio ha sido pura casualidad. Aunque, claro cualquier temazo del rock es una buena excusa para acostarse contigo.

"'¡Un monete! ¡Qué gracioso!"
"Si fuera un Monet sería una obra de arte."

Te quiero, capullo.





Cosas que tienen que ver, hay mucha gente que no entiende los carteles de 'CERRADO'. La maldita consulta está cerrada. Ce-rra-da.
Necesito salir y beberme la noche.