Una versión de Constantine pero islámica, con Jibril como el sidekick de John, con Harut y Marut en el papel de 'papá Medianoche' y con Iblis haciendo de las suyas por ahí suelto.
A poco no. ¿Jalas? Yo jalo, pero jalo muy fuerte.
Una versión de Constantine pero islámica, con Jibril como el sidekick de John, con Harut y Marut en el papel de 'papá Medianoche' y con Iblis haciendo de las suyas por ahí suelto.
A poco no. ¿Jalas? Yo jalo, pero jalo muy fuerte.
Gracias por todo lo que has hecho en estos tres años. Gracias por ser una gran compañera de viaje doctoral. Estoy orgullosísima de ti. Ahora te vas a descansar tres meses (espero, recuerda desconectar la cabeza) y a reunirte con tu familia; que ha sido demasiado tiempo.
Yo me quedo aquí con mis locuras de pisos, de casas, de vuelos, de visados, de vida. Pero cuando vuelva, cuando el semestre se reanude y yo esté en alguna parte, sabrá el Demonio dónde, ya no estarás tú. Ya no me acompañarás a las nueve de la mañana, exacta como un reloj, ni podremos ir a Luvians a hacer un descanso de helado porque no nos da la cabeza para más.
No, porque ya has terminado. Porque tu etapa doctoral está muy cerca de acabarse.
Eso me recuerda que la mía también está entrando en sus últimos meses. Que este capítulo de nuestra vida se va a cerrar pronto, y aunque preocupaciones más presentes no me dejen verlo todavía, es una realidad. Aún no puedo mirar a la derecha sin llorar un poco por tu ausencia. Y, aún así, sé que siempre estarás conmigo.
Gracias por todo, azizam. Gracias de corazón.
Volveremos a vernos pronto.
Esta semana mi cabeza casi me mata.
Hacía años que no experimentaba algo tan intenso y tan desagradable. Como la misma EVA 01, mi cerebro entró en modo berserk y no hubo forma de detenerlo. Normalmente sé cómo controlarlo o hacia dónde dirigirlo. Me queda algo de sobriedad para determinar de dónde viene la inestabilidad y, más o menos, me estabilizo y capeo la tormenta como puedo. Esta vez, no hubo ni pizca de lucidez. Era una borrachera de odio y dolor absoluta. Enloquecida. Destructiva.
Rompió las cadenas y se puso a destrozar todo lo que encontraba a su paso. Casi podía escucharla gritar dentro de mis propios oídos, ese chillido inhumano y rasgado como arañar con clavos una pizarra, como desgarrar tela envejecida con las uñas, como romper cristal con los dientes.
Me asusté mucho. No podía contenerme. Mi dolor solo quería llorar, gritar, agarrarme del cuello y aprisionarme contra la pared. Ni todas las voces de mi cabeza pudieron salvarme. Incluso mis demonios menores se acobardaron mientras contemplaban el espectáculo de cómo intentaba destruirme por dentro. La silueta roja y negra del miedo me tenía bien atrapada entre sus zarpas, podía sentir que me atravesaban la piel. Y, al mismo tiempo, la veía llorando. La veía desesperadamente pedirme ayuda. Y, como dice Johny Three Tears, me miré en el espejo y me di cuenta de que seguía siendo yo.
De que no había nadie más. Y de que si yo misma no aflojaba las manos, iba a terminar por asfixiarme de verdad.
Así que me senté a llorar conmigo misma (y con más gente a través del teléfono y la cámara, porque aquí somos de dar el espectáculo). Intenté acariciarme la espalda y contemplé el absoluto destrozo que había ocasionado en mi cabeza. Habría que empezar a recogerlo todo. Por lo menos, a poner cosas donde les correspondía. Ayer estuve mejor, hoy he estado un poco peor, quizá mañana termine de estar mejor del todo. Pero no quiero apresurarme. Quiero aprender de todos los consejos que me han dado y volver a llorar si lo necesito, me da igual si sola o acompañada. Quiero aprender a no auto-boicotearme y a entender que, pase lo que pase, las cosas saldrán bien. Da igual cómo terminemos, saldrán bien. El mundo no se va a detener el 1 de enero de 2021 porque la Albión se ha decidido a dar por culo como solo ella sabe. El mundo seguirá girando. Las cosas no son tan tajantes.
La última vez que me pasó era el invierno de 2016 y de verdad pensaba que me mataba. Que iba a acabar conmigo. Pero conseguí zafarme y resistí. Aguanté el frío y la lluvia. Es cierto que estaba acompañada, y eso me ayudó muchísimo. Pero recordé la sensación perfectamente. El sabor metálico en la boca, la falta de aire, el torbellino furioso en el estómago y la sensación de frío en las puntas de los dedos. Sin embargo, ahí aguanté.
Tuve una pesadilla que se repetía. Alguien o algo venía a arrancarme de cuajo y sin compasión todo lo que tenía en mi vida. Mi familia, mis amigos, mi tesis, mi casa. Y me lanzaba a un cubículo oscuro del que yo no podía escapar. Me quedaba encerrada y sola. Por eso, uno de estos días, me desperté llorando y sin energías para levantarme de la cama. Porque no hay cosa que mayor terror me produzca que la soledad y la perspectiva de vivir una vida que no cambie.
Y aunque el cambio en sí me da algo de miedo, como a todos, nunca me ha importado. Yo era la experta en reventar a patadas las paredes de mi zona de confort. Yo soy la que se va a mudar en medio de una pandemia global y un Brexit. Porque a tomar por culo la bicicleta ya. Estoy escribiendo esto para decirme, para recodarme, para hacerme ver que nunca, nunca voy a estar sola. Nunca.
Mis acompañantes no estarán al alcance de mi mano, pero están ahí.
Ahora que empieza a despejarse la bruma, soy capaz de ver siluetas al otro lado del polvo generado por el desastre. Veo muchas, lo que me calienta el corazón. Y entre todas ellas, entre las figuras, estás tú. Y me pongo a llorar solo con verte, porque sé que has venido a rescatarme. Como siempre lo has hecho. Simurgh. Te debo una tesis. La tendrás.
I'm bind man of my own world. You're blind man of your own world.
Because we don't know what we are.
But... we can tell. But we can dance.
Hoy cumplo treinta años y no podría estar más feliz al respecto. Estoy contenta con cómo ha sido mi vida en la última década, con todas sus alegrías y sus penas, con todo lo que he aprendido y lo que he ganado y perdido. Estoy feliz, estoy orgullosa del camino recorrido. Me siento valiente y me siento capaz. Estos diez años han tenido de todo. He vivido en cinco países diferentes, en tantas ciudades que no sé contar, me he enamorado como no sabía que podría hacerlo, he aprendido idiomas nuevos, he sufrido la pérdida de mis seres queridos, he llorado lágrimas amargas por amigos que me traicionaron, he celebrado diez años al lado de amigos que siguen siendo para siempre, pese al temporal, y he crecido por dentro y por fuera. Incluso diría que estoy orgullosa de la persona en la que me he convertido.
Mi yo del pasado, mi yo de quince años, también estaría orgullosa. Es más, estaría flipando si me viese ahora. Mira todo lo que hemos conseguido, Gulle. Mira hasta dónde hemos llegado y todo lo que nos queda. Te lo dije, que merecería la pena. La ha merecido.
La verdad es que estoy bien. Muy bien. La palabra para describir este día es simplemente "feliz".
Voy a dar dos lectures en la universidad. Voy a ser lecturer el semestre que viene y, además, les voy a enseñar el arte de los Safavíes. O sea, que les voy a reventar el powerpoint con pájaros, dragones y árboles. Voy a enseñarles lugares que he pisado y que son maravillosos. Les voy a hablar de Muhammad, de Jibril, de Ali y de su zulfiqar (hombre, cómo no). Estoy asustada, eufórica, nerviosa, muerta de risa, todo a la vez.
No me lo puedo creer.
Estoy viviendo un sueño. Voy a ser, durante un semestre (y lo que venga), profesora de universidad.
La próxima vez que me pregunten qué he estado haciendo, diré que currar como una mala bestia en el más absoluto de los silencios. Y con Nujabes de fondo, pero porque eso es un modo de vida.
¡Sí!
Understanding of the things around me
that becomes the wisdom that I need.
Living this life to the best of my ability
channeling energy to my thoughts into your symmetry.
Light as a feather,
when I'm floating through.
Qué vergüenza me doy a veces, copón. Pero, antes de contar el episodio y verlo en retrospectiva, debo reconocer que me siento fatal, pero que me ha hecho mucha gracia. Así es, me he retratado como una personal vil y acomplejada y, aún así, me sigo haciendo reír. Es que soy la leche.
Todo lo que tengo se lo debo a mi locura y todo lo que se me va tiene la culpa también ella.
Porque me sacó de muchas de las que nadie me cura, pero me ha metido en alguna que me ha dejado mella.
Hoy ha aparecido una amenaza en el horizonte. O, al menos, alguien que yo sentía como una amenaza. Y es que me he dado cuenta de que, aunque me he quejado de estar sola en los salones azules con mi traje de irania, en realidad me gustaba. Me gustaba ser la única (que en realidad no lo era, pero yo me entiendo). Me gustaba ser... especial. La maldita palabra, escrita con la punta de una navaja en la piel de mis costillas. Ahí, donde más duele, cerca del hueso. Lo más cerca que van a estar esas letras de mis huesos.
He entrado en pánico. Vaya si he entrado. He visto derrumbarse ante mis ojos todas las piedras (si es que soy dramática, me cago en la leche) que he estado poniendo, echando sangre, sudor y alguna lagrimilla, a lo largo de todas estos años. Así que cuando se ha presentado la oportunidad de marcar territorio, lo he hecho. Me he tirado a la arena como Fereydun transformado en dragón, con los dientes por delante y, en principio, sin intención de morder, pero con las mismas ganas que él de darle un buen susto a quien tenía delante.
He rugido, he chasqueado la mandíbula y he hecho gala del color de todas mis plumas. Y me he sentido satisfecha, afianzando mi peso sobre las piedras. Esas mismas piedras que me sustentaban a mí. Me he olvidado de todos los valores que defiendo solo porque me ha entrado el pánico de ver mi ego atacado. Me he olvidado de lo que soy y de la razón por la que hago las cosas que hago.
Me he convertido en el monstruo que en realidad soy. Y me ha dado por reír.
¿Por qué me he reído? Porque esta locura irracional, este monstruo, no lo ha visto nadie. Desde fuera no ha podido apreciarse más que todas las capas de mi hipocresía. Esa sonrisa de Alastor que se me pone en los labios cuando siento que, poco a poco, se me van afilando los dientes. Esa capacidad innata que tengo de mentir sin que se me note, pero hacerlo de forma que consigo lo que quiero. Me sale estupendamente bien. Ha vuelto el sabor metálico y un poco amargo a la boca. Ha salido el demonio real.
Y me da por contárselo a alguien que ahora va a pensar que soy despreciable. Que... bueno, en realidad puedo llegar a serlo.
Luego me he sentado a pensar el origen de esa embestida, de ese ataque frontal a la supuesta amenaza. Que ha resultado no serlo para nada. Ha resultado ser alguien que no podía creerse que estaba hablando conmigo. Una persona que, además de ser jovencísima, me ha dicho que quería llegar a ser algún día la mitad de lo que yo era en ese momento.
Y yo riéndome, por supuesto. Riéndome del susto tan grande que le acababa de pegar. Riéndome de cómo ha reaccionado y cómo pensaba que era una fantasía estar hablando conmigo.
Lo he arreglado, por supuesto. Le he dado un título y más bibliografía de la que podría soñar con tener un lunes por la noche. Le he dicho cosas que le han hecho sentir bien. Y no dejaba de darme las gracias y de repetirme que no se estaba creyendo que yo fuese así. Así. No me has visto en realidad, pequeña persona. No has visto lo que había detrás.
A veces se me tuerce la cabeza y la lío.
Como cuando crío. Como cuando me quitan algo que es mío.
No tengo razón pa' joderle la vida.
No sé la razón por la que desconfío.
Me he sentado a pensar y me he dado cuenta de lo frágil que es en realidad mi amor propio, y cómo esa reacción desmedida (repito que todo esto ha sido por dentro, me he cuidado bien de que por fuera no se viese nada) no es sino fruto de mis inseguridades. De mi miedo a que la gente descubra que, en realidad son un fraude. A que dejen de hablar conmigo, a que dejen de quererme. Así es, tan profundo y tan real.
Y luego, porque "si me juzgo yo misma me absuelvo de todo", me he vuelto a reír. Me he reído de mi propio susto y de mi capacidad de ser ridícula y absurda. De la falta de confianza que tengo, porque de verdad me creo buena para nada. Estoy esperando oportunidades para demostrar "algo" como si me fuera en ello respirar, y con mis ansias solo aprieto más el nudo.
Trabaja en silencio, me repito. Que tu trabajo sea tu ruido.
Y me he vuelto a reír, una vez más.
Porque sé que quien tenga que molestarse en quererme lo hará pese a todo. Porque darme cuenta de mis errores me hace gracia y es el primer paso para corregirlos. Porque mi propia absurdez me hace gracia. Y porque, si soy completamente sincera, me ha gustado ver que soy capaz de defenderme con un despliegue de datos y elegancia y una floritura en la mano que haría que el mismísimo Iblis se sintiese orgulloso.
Helps me find my way.
Sometimes it's not easy to see.
Pero qué buena es Evangelion y qué maravillosa es Cruel Angel's Thesis.
Soon you will find that your wings are behind you
and that they were there all along.
And I believe that one day they will go guide you
and carry you swiftly and strong!
Young boy, step forth and become legendary!
-
-
"Pues qué iba a aportar yo a esta conversación."
"Basándonos en experiencias anteriores, nada en absoluto."
"¿Lo dices por ahorita... o desde siempre?"
-
"Un gusto hablar contigo."
"Pue imagino que lo fue."
-
"Yo qué sé si tienes que ir a Manolo Angulo."
"Ahá, allá mero. Es Doblado."
"Ah, ¿Manuel Doblado?"
"Pues sí."
"¿Y por qué está doblado Manuel?"
Cuando he apagado la cámara, he llamado a Bob y me he puesto a llorar. La historia de Iraj merece ser llorada, siempre. Luego me ha marcado Raúl y ha sido una gran alegría, a pesar de que me llame nada más para cagarse en mi madre y yo en la suya. Pues porque la tuya.
Te echo de menos, estúpida.
Tantas cosas que no entenderé.
Todos lo comprenden menos yo.
Se derriten sin saber por qué... ¡como una bola de nieve al sol!
Algo que no encaja, una pieza en el rompecabezas
que no puedo completar.
Ahora lo veo, ahora se va.
¿Qué quiere decir?
¿¡Qué quiere decir!?
Me apasiona esta época y me apasionas tú, Jack.
Personaje mejor escrito no se ha visto nunca.
Pero nunca imaginé esta locura... nunca.
Y no lo podían comprender, ¡imposible!
Que yo solo quería para ellos lo mejor.
Y es que todo lo que hago es un error...
Pues...
¡Me da igual! ¡Al menos lo intenté
y, por Dios, todos lo saben! ¡Triunfé!
¡El cielo estuve, ay, a punto de tocar!
¡Y de mí grandes historias recordarán!
Y por primera vez, desde hace tiempo ya,
me he sentido otra vez
¡como un tipo genial!
"¿Tú quieres drama?"
"¿Que si quiero o que si tengo?"
Qué iba a hacer yo sin ti en este mundo, Flaco.
---
"Aún no estamos casadas ante nadie, ¿eh?"
"¿Perdona?"
"Aer, a mí nadie me ha pedido la mano todavía."
"Ah, ¿y tengo que ser yo?"
"Aer."
"Esto es la leche. ¿Por qué tengo que ser yo la que hinque la rodilla en el suelo?"
"Titi, las dos sabemos que, en esta relación, yo soy la mujer."
"... Pues para qué te digo que no, si sí."
Ya verás el día que hinque rodilla de verdad, no vas a saber dónde meterte.
"Diez años queriéndote mucho", me dices. "Pocos me parecen."
Hemos llegado a la década juntos. Hoy hace diez años del beso más torpe y de la 'cita' más horrible de la historia de la humanidad. Hoy hace diez años que me prometiste que me convencerías, de que valía la pena salir contigo y que querías, por encima de todo, salir conmigo. Hace diez años de tu ataque de pánico, de mi ataque de pánico. Y anda que no hemos hecho cosas desde ese momento.
Uno de los motivos de que yo esté tan orgullosa de nosotros es que nos las hemos arreglado para hacer cada año mejor que el anterior. Y eso no quiere decir que no hayamos tenido problemas; los problemas son parte del crecimiento personal. Sino que echando la vista atrás recordamos con cariño el pasado, pero nos emociona la perspectiva del futuro. Porque si así de bien lo hemos pasado estos diez años, qué nos van a traer los siguientes diez. No tengo ni idea, pero estoy deseando descubrirlo contigo.
Te quiero)
Te quiero muchísimo, Bob. Gracias por un tercio entero de mi vida a tu lado.
Porque hace ya dos diez años me quiere a quemarropa
con la inocencia de un niño con su primera copa.
Por fuera hay que ser duro, como el asfalto.
La piel igual de fría que si fuéramos lagartos.
La vida siempre va a destiempo, como el riff de esta canción.
Someone take this weight out of my chest. Please.
I can't breathe today.
I'm addicted to the sorrow.
When the buzz ends by tomorrow
there's another rush of poison running into my veins
giving me a dose of pleasure that resides by the pain.
I'm addicted, I'm dependant.
Looking awesome, feeling helpless.
And I know I'm raising cain by every highway in Hell.
"Gracias por existir, Flaco."
"Calli, que plori. Gracias a ti, por todas las veces que me rescataste."
"A ver si plori yo."
"Y lo que nos queda. Aquí hay Flacoturra para rato."
"Boludos World Tour."
En esos días en que me puedan los demonios, siempre me abrazaré al pensamiento de que la vida me regaló un hermano de otra madre. Ahora que sopla un viento tan fresco que trae personas nuevas, no está de más echar la vista atrás y volver a calentarse en el abrazo de las raíces.
Do you want to go to la playa with me?
I'm going down-down-down there for the morning.
Yun se puso delante de Par de un salto y le dio un pequeño susto. No hacía mucho que se conocían y, aunque le encantaba su entusiasmo constante, aún no se acostumbraba a él. El chico tenía una sonrisa gigantesca en el rostro y todo en su expresión transmitía una gran emoción. Par se rio.
Par hizo más grande su sonrisa. Desde el lugar donde estaba sentada, podía verlos a todos. A todos los que habían acudido a la reunión semanal, que habían sido más de los anticipados. Además de Yun, la incorporación más joven, estaba la Princesa, perfectamente desenvuelta en ambientes sociales. Pero también la pareja del VIII, tan hermosos como siempre. Y estaba el caballero espadachín, enseñando en aquel momento sus preciados tesoros. Y la gran sorpresa, uno de los Tres absurdos, Bandi, también estaba allí con su expresión cansada pero contenta.
Par sintió un picor en la garganta que trepó hasta sus ojos. Se había apartado un momento como parte de una broma, porque al VIII romano le encantaba recordarle que no se callaba, y eso a ella le hacía gracia, porque era verdad, pero también le daba mucha vergüenza. Así que se había tomado un tiempo muerto, en lo que se ponía otro vaso de té.
Se dedicó a observarles y a dejar que la felicidad serena viniese a darle un abrazo. Le gustaba lo que veía, le gustaba mucho. Le encantaba ser el pegamento y el puente que uniese a personas tan fascinantes, tan instruidas, tan buenas. Tan puras y llenas de luz. Se preguntó si no debería estar más tiempo callada, si esas personas tan estupendas pensarían que hablaba más que un sacamuelas e incluso si la considerarían pesada. En su felicidad, le asaltaron las dudas y la sensación de ser, en realidad, una gran impostora.
Pero si su mentira servía para que aquello sucediese, supuso que no estaba mal el sacrificio. Qué había hecho para merecer estar allí, en realidad no lo sabía. No recordaba haber hecho nada. No sabía si quiera si lo merecía. Aquí cada uno lidiaba con sus propios fantasmas.
Suspiró y llenó su vaso de té.
Cuando levantó la cabeza, se encontró con la Princesa delante de ella.
"¿No vienes? No le hagas caso al romano, sabes que lo de que no te callas es una broma."
Par no pudo no reírse ante su preocupación.
"Claro que voy, en cuanto me acabe el té me acerco y le digo cuatro cosas."
"¿Me puedo sentar contigo?", preguntó ella. Par asintió.
"Claro."
Se quedaron en silencio y, despacito, la Princesa se acercó y apoyó la cabeza en su hombro.
"Gracias, Par", susurró. Par ladeó la cabeza y abrió la boca para bromear diciendo que no tenía por qué darle las gracias. Entonces vio la expresión soñadora en los ojos de la princesilla, que miraba al grupo de amigos delante de ellas. Y los vio a ellos, riendo, compartiendo, creando memorias.
Le volvió el picor a la garganta y esbozó una gran sonrisa.
"No", dijo, y le dio un trago a su té. "Gracias a vosotros."
La Princesa se está leyendo el primer borrador de Yazata. Y a mí me están bombardeando los recuerdos, las sensaciones y, por algún motivo, los momentos más tristes. Aquí con Icarus en bucle y aguantándome las ganas de llorar y dar el espectáculo.
Pero es que... es que, joder, esta historia es mucho. Será mucho. Se lo debo a Yaza. Al resto de la peña se lo debo menos, pero también se lo debo. Han nacido del mismo lugar oscuro y recóndito de mi ser de donde nacieron Frinoé y Buru. Y solo uno de los tres está completo. No puede ser. Vendrán los tres, claro que sí.
Me voy a poner otro té, aunque la tetera nos gotee en la oficina, que de verdad estoy en mi límite lacrimógeno. No le voy a dar el jueves a Yasmin, porque tampoco sería capaz de explicarle por qué estoy llorando exactamente.
No llores, Verethraqna. O... o quizá, sí. Llora. Y yo me siento a llorar contigo.
"Hay gente pa' tó."
"Y luego estamos tú y yo, que somos pato la vida. Venga, cierro al salir."
"Pues deja abierto, que me salgo contigo."
Después de un éxito increíble e indiscutible por su intervención, la dama de verde le dedicó a Par unos momentos para contarle cómo se sentía, para compartir la emoción y celebrar juntas. Como cada vez desde que se conocieron. Pero Par sabía que, también como siempre, la dama se marcharía de vuelta a su Bosque y que tardaría un poco en dejarse ver otra vez por aquella fiesta tan concurrida y animada en que se estaba convirtiendo el Salón Azul.
Par lo sabía, pero le entristecía. Quería entenderlo, y lo intentaba con todas sus fuerzas. Pero no podía evitar echarla de menos cada vez que ella se marchaba, y deseaba poder convencerla de que su papel en aquella fiesta era necesaria como la lluvia en la sequía, tan beneficiosa para el alma como la sabiduría. Y sí, aquella metáfora la había sacado descaradamente de El Libro de los Reyes, su libro favorito.
Mientras caminaban de vuelta a la linde del Bosque, Par volvió a contarle, una vez más, que cuando la dama de verde se animase del todo y volviese al Salón Azul para quedarse, se rompería el techo. Ella se enterneció.
"No abuses, que estoy emotiva."
"Te estoy diciendo la verdad", insistió Par. Ella se rio.
"Pero si ya lo sé. Tú no me mientes nunca."
Par apretó los puños mientras la veía marcharse. Había llegado al límite que ella no podía cruzar, a la linde del Bosque. Con el corazón encogido observó las copas de los árboles y tuvo un escalofrío. Ya se había puesto el sol y el viento nocturno recorría la pradera con sus manos frías, desordenando el ambiente que tanto esfuerzo le había costado organizar al día. Vio sus cedros, aquellos árboles que la habían acogido en tantas ocasiones y que allí seguían, para cuando los necesitase. Y vio la silueta de la dama de verde recortada ante esos y otros tantos árboles.
Dentro de su pecho se encendió un cohete que subió rápidamente por la garganta y explotó en su boca. Par nunca pensaba mucho en lo que decía, no iba a empezar ahora.
"¡Oye!", le gritó. Ella se dio la vuelta. El viento se hizo más intenso y estuvo a punto de tirarle a Par las gafas al suelo. ¿Olía a tormenta? Junto a Par apareció un quebrantahuesos casi de inmediato y la cubrió con sus alas. Con un gañido, la apremió para que se marchasen. Pero ella tenía que hablar.
La dama de verde la miraba, esperando. Par cogió aire.
"Te echo mucho de menos en el Salón Azul", confesó, y ya no pudo parar. "Porque podrías hacerlo muy bien, y nunca te quedas del todo. Entiendo tus circunstancias, por supuesto. Pero..."
Sí, iba a llover. El trueno y el viento rugieron en el cielo. El quebrantahuesos agitó las alas. Sin embargo, la dama de verde no se movió. Aquel era su elemento. A Par se le empañaron los ojos.
"Pero quiero que sepas que yo nunca me voy a cansar de esperarte", siguió gritando. "El día que entres del todo, arrasarás. Ya pasó una vez, volverá a pasar. ¡Y lo sabes!"
Ella sonrió y el rayo iluminó por un segundo sus ojos, también húmedos. Par abrió los brazos.
"¡Yo siempre voy a estar ahí, esperándote!"
"¡Eso es lo más bonito que me has dicho!", le respondió ella, elevando la voz para hacerse oír en la tormenta, que ya arreciaba. Par quiso estrujarla en un abrazo, pero estaban demasiado lejos. No podría ser, no de momento. Pero pronto.
"¡Es la verdad! ¡Y tú lo sabes!", el quebrantahuesos le dio un golpe en la espalda, porque se estaban empapando. Antes de subir sobre su espalda para marcharse, Par lanzó una última exclamación: "¡Te quiero!"
"¡Y yo a ti, pájara!" respondió la dama de verde.
Claro que se querían. Llevaban queriéndose muchos años, y muchos más que vendrían. El quebrantahuesos levantó el vuelo y se perdió entre las nubes. Y mientras ascendían y la cara de Par se volvía una mezcla engorrosa de lluvia y lágrimas, soltó una carcajada al escuchar desde el suelo:
"¡Que llegue Navidad ya, por favor!"
¿Qué has venido a buscar, de tan lejos aquí?
Solo puedo ofrecerte una canción para intentar aliviar tu mal humor cuando ya no puedas más.
Ahmad sintió que el aire fuera del caravanserai se hacía un poco más cálido y levantó la ceja, extrañado. Lo normal con la llegada de la noche era que la temperatura bajase, no que subiese. Escuchó jaleo al otro lado de los muros y ya iba a abrir la boca para soltar alguna maldición en persa, cuando se dio cuenta de que los camellos, los burros y hasta las moscas parecían estar sonriendo. Las piedrecillas se agitaban y el mobiliario parecía bailar al ritmo de una canción invisible.
Ahmad agarró con dos manos su vaso de té.
"Pero, en nombre de Ali, ¿qué dem...?"
Su pregunta retórica se interrumpió cuando las puertas al patio del caravanserai se abrieron de golpe e irrumpieron dentro cuatro personas con cara de estar a punto de vivir la aventura más grande de su vida. Dos chicas y dos chicos. Aunque el segundo de los hombres era más una sombra, un espíritu que les acompañaba e iba hojeando las páginas de un libro y jugando con unos dados que llevaba en la mano. El otro era un personaje alto con una lanza. Una de las chicas era diminuta pero con aspecto de haber abusado del café. La otra, Ahmad no tenía ni idea de qué podía ser.
El caravanserai se agitó entero, como si se hubiese desatado la fiesta más grande de la historia.
Ahmad bajó la vista hasta su libro de presagios y descubrió que se había abierto en la imagen de Dabbat al-Arz, la Bestia de la Tierra. El hombre-lagarto arrugó el hocico. Aquello anunciaba la llegada del Apocalipsis, pero también sentaba las bases del inicio de un viaje.
El mago sintió que le pesaban los años, y echó una mirada desdeñosa al cielo. Sabía interpretar un presagio, maldita sea.
Con la mirada todavía fija en los cuatro recién llegados, que brillaban como la mano derecha de Musa ante el Faraón, se quitó las gafas para limpiarlas y exclamó:
"Yo ya estoy viejo para estos jaleos."
Ahora los libros cuentan mi vida.
Para la historia fui un perdedor.
Un pillo sin futuro, un tunante,
un pobre ladrón.
Lo que me fascina Ali no es ni medio normal. Si no estuviese tan bañado en ideología y en sangre, escribiría doce novelas sobre él. Sobre su caballo, incluso sobre Buraq, coronándose como el rey de los sacrificios y el más noble de los corazones. Repartiendo hostias como panes de pueblo, también, porque Dios no te da un zulfaqar para que te lo cuelgues al cuello como hago yo, sino para que lo uses. De verdad, que maravillosa es la mitología de la Shía.
Y qué mar de lágrimas.
Un día me animo, lo juro. Me animo y me pongo a escribir épica basada en este mundo, que me da tanta vida y me encoge tanto el corazón. Mientras tanto, que Ali siga corriendo por la estepa de mi cabeza. Porque no, allí no hay desierto, y no le hace falta el yelmo. Solo el caballo, la tela verde al cuello a modo de bufanda y los kilómetros y kilómetros bajo el Cielo Azul.
Corre, pequeño león.
Enséñales qué es eso a lo que llaman libertad.
Pero luché contra la miseria
de un siglo de oro que se olvidó
que lo que no te mata te hace fuerte y pule el corazón.
Cuántas veces nos hemos dejado engañar, yo la primera, por lo que vemos en las fotografías. Cuántas veces he pensando que me cambiaría por personas que he visto en la pantalla, pensando que tienen todo lo que quiero y no he podido alcanzar. Y basta con que se abra una rendija (una pandemia y unos posts sobre libros mágicos, en este caso) para darse cuenta de que no es verdad. De que aquella gente a la que has envidiado están rotos por dentro a niveles que tú misma no te imaginarías. Entonces miras a tu alrededor, recuerdas los brazos de alguien a quien quieres apretándote fuerte y te prometes a ti misma que nunca, nunca vas a volver a dejar que la envidia se haga tu dueña.
Y te percatas de que, en realidad, no te cambiarías por nadie.
Hay que tener un par para hacer lo que estamos haciendo nosotras. Me ha tocado ser, a ojos de las demás, la fuerte, la tranquila, la que está rota pero que no deja que se vea, la que siempre tiene un abrazo listo para los demás.
La que la caga cuando dice lo que piensa, porque es una burra, pero le da igual.
Yo qué sé qué va a venir. Yo qué sé.
En mi cabeza escucho a Yaza cantar y me hace sentir muchas cosas al mismo tiempo. Y no sé si me está cantando a mí, a los dos o a ninguno.
Ayer me quedé hablando cinco horas (y posiblemente varios minutos más) con Morenza y con Ejade, y les quiero abrazar la cabeza. Entre ayer por la tarde-noche y esta mañana he terminado de "amadrinar" a los niños de la Kelasikoteki y también les quiero abrazar la cabeza, porque es que hay que ser muy lindo para ser tan lindo. Ni mi perra se alegra tanto de ver que simplemente asomo la nariz en cualquier parte. Esta mañana el Mudarres se ha colocado en el nombre su nuevo mote persa porque le encanta. Y me ha hecho ilusión. Y le quiero abrazar la cabeza. Anoche arrastré a Bob y a Princesa al inicio de una nueva aventura rolera que sé que les va a encantar. A Bob sabía que lo tenía medio convencido, pero me hizo feliz también haber mandado, casi de una colleja, a Princesa a la reunión de ayer. Y aunque no se pudiese quedar las cinco horas, al menos rompió esa barrera tan absurda de "no querer molestar". Sabía que no se iba a arrepentir de saltársela.
¿Cuántos años tienes? ¡No me digas que te has perdido!
Me siento sucio por dentro, pero nunca arrepentido.
Ya he vuelto. Y no veas si se han puesto grandes Samba (aunque estaba claro), Striker Eureka y Kakarot. ¿Y ahora qué hago con vosotras, madre? Ya os podéis ajustar a la maceta que tenéis, que como os la cambie, seguís creciendo y me coméis viva.
Bob decía que no entendía que estuviese triste, si esta era la última vez que me marcharía de casa sola. La verdad es que yo tampoco lo entiendo. Imagino que es cansancio, sumado a una situación de pandemia que aquí en The Bubble nadie parece tomarse en serio y la perspectiva de que, como nos volvamos a encerrar en casa, yo directamente me tiro del espigón.
Gracias por ese último beso en el aeropuerto y ese abrazo tan fuerte. Me los guardo hasta que vuelva, esa vez que cambiará todo, aunque todavía no me lo crea.
Me conformaré con sobrevivir esta semana.
Mañana se me han acabado las excusas para no trabajar y no me emociona especialmente. Buf, qué sueño tengo.
I heard melodies from angels, so I played them on the run.
Now my heroes asking me where I'm from.
Y yo que me reía del Covid en marzo-abril. Vaya que si me reía, diciendo que iba a ser un catarro de nada. Ay, qué gracia me hago cuando me sigo demostrando, a pesar de los años, que soy estúpida.
Me acaba de salir en recomendados la banda sonora de Made in Abyss y quiero achacar todos mis problemas mentales del verano al momento en que dejé de ponérmela para trabajar. Eso, por buscar una justificación absurda para todo mi malestar. Acabo de colgarle a Ilse y casi me ha dolido escucharle decir "¿por qué no disfrutas simplemente de estar allí?", pero solo porque tiene razón. Vaya si la tiene. A menos de una semana de marcharme, empiezo a preguntarme por qué demonios me ataca ese sentimiento de culpa tan extraño si no me paso las mañanas pegada a la tesis, aunque no haga nada.
Me planteo que podría haber hecho más cosas, disfrutado más, organizado mi verano de otra manera y sin escudarme en la frase "es que tengo que trabajar", parcialmente vacía. Como si no pudiese llevarme el trabajo en la mochila a donde me diese la gana. Lo he hecho por todo lo largo y ancho del mundo, ¿cuál era el problema esta vez?
El problema, mis queridos Avani y al-Ahmar, es que quería quedarme donde estaba. Quería vivir en mi burbuja imperecedera y simplemente esperar a que pasase el verano porque, además de que no me gusta, se me hace una época muy confusa de mi vida. Y he tomado decisiones malas y he metido mucho la pata. Pero al menos he acompañado a Bob en muchas mañanas de trabajo, y al fin y al cabo eso tampoco está mal.
Vaya verano, madre del verbo divino. Satanás en traje de luces. Los siete demonios del miedo vestidos de flamenca. Una tortuga en bici. ¿Qué? ¿Y yo qué cojones sé ya?
(Ah) Mi cabeza... dios mío, mi cabeza.
(Av) Voy a hacer té.
(Ah) Llevas haciendo té todo el verano.
(Av) Y pienso seguir durante todo el invierno. ¡Ay, que nos pille confesados!
Un día ya no nos iremos más. Eso me dices cada vez que nos toca despedirnos, eso te digo cada vez que me toca hacer la maleta (odio hacer la maleta) y subirme a un avión. Lo que te he dicho esta tarde es verdad, no hubiese cambiado un trabajo fijo y un sueldo por ti. Al fin y al cabo, esta es la aventura que elegimos hace diez años. No es la mejor, no es la más fácil, pero es la nuestra. No sé hasta qué punto esto no es un placebo, un bálsamo para curar mis propias heridas y para mantener viva la esperanza de que habrá un futuro mejor, un futuro juntos. No nos vamos a rendir ahora, ¿verdad? No después de tanto tiempo. No después de tanta lucha.
Te quiero. Te quiero muchísimo. Te quiero como el fuego al viento. Te quiero como el Fuego Sagrado que es Atar quiere al Nombre del Viento.
"Master of Names", my coworker just named me. I want that included on my CV.
Perhaps this was exactly what I needed in this crappy exhausting day. Just perhaps.
EDIT: Turns out that I also needed a hug from Dad, a nibble from Sombra, a kiss from Bob and some Porter Robinson loud on my ears.
"I love you, you are so amazing and we will get through this together!"
And again, hopefully you will be right. Last week I had my best friend over for tea and I felt confident enough to confess how I was slightly ashamed of my behaviour for the past three years regarding the people in St Andrews. I've been focusing too much on people that didn't care for me as I did for them, and along the way I left people as sweet and loving as now I realise I have by my side.
And I wonder what did I do to deserve that. They keep my madness at bait, especially during these demonically mad times. I am unsure of my fairness whenever I look back in time, losing sweat and sometimes tears over those who were there, but not as these two amazing women are right now. And I guess I just needed a bloody pandemic to realise, and perhaps some shitty behaviour from our school department.
Sometimes I am amusing to observe. Sometimes I am just a pain in the ass.
But for the time coming, I will treat them as lovingly and supportingly as they have done with me (and they say I have too, I just cannot recall that). And this amazing support system will grow stronger.
And you, shit-heads hiding behind that passive-aggressive email, you don't want to see us angry.