21 de diciembre de 2020

Malāk

Una versión de Constantine pero islámica, con Jibril como el sidekick de John, con Harut y Marut en el papel de 'papá Medianoche' y con Iblis haciendo de las suyas por ahí suelto. 

A poco no. ¿Jalas? Yo jalo, pero jalo muy fuerte. 

16 de diciembre de 2020

97

Esta noche he vuelto a soñar contigo. Me da la impresión de que últimamente me pasa bastante. 

Estaba en tu casa, con el portátil sobre la mesa de cristal, y de alguna manera mi pantalla se proyectaba en la televisión. Estaba escribiendo parte de la tesis. Probablemente, la parte sobre pintura mural. Me pedías que ampliase el texto, a ver si conseguías entender alguna cosa. Yo me reía y te decía que seguramente no lo harías, pero insistías y yo, con dos dedos e igual que haría con un teléfono, ampliaba la pantalla. Total, para que luego me dijeras que no entendías nada. Seguramente harías uno de esos ruidos de Bárbol que seguimos imitando y que nos daban mucha risa. 

Luego me has preguntado que cuándo voy a terminar la tesis. 
Me contabas que ibas a tener 97 pronto, y que querías estar ahí para verlo. Y yo me ponía triste y al mismo tiempo volvía a reírme. Me estabas cogiendo la mano e ibas en bata, como recién levantado. 
Después, me he despertado. 

No ibas a tener 97 pronto. Si estuvieses aquí, cumplirías...
...
No me jodas. No es posible. He tenido que pararme a contarlo y me he dado cuenta de que... 
De que sí, si estuvieses aquí, irías a cumplir 97 años. 

...

Abuelo... ¿estás aquí?

15 de diciembre de 2020

Drop pop

Volviendo de Dundee, de que me metieran el dichoso palito por la nariz, me he encontrado con un antiguo alumno mío y hemos hecho el trayecto juntos, mascarillas y distancia, poniéndonos al día. Era mi alumno favorito y es posible que todavía lo sea.

Me ha dicho que echaba de menos mis tutorías y que se acordaba mucho de mí. Yo también me acuerdo mucho de él y de su grupo, de mis grupos del año pasado. Han sido diferentes de los de este año, pero es que este año en sí ha sido diferente. 

Me ha hecho mucha ilusión que se sentase a charlar conmigo y me ha hecho ilusión verle. Ver que había dejado una huella en alguien como profesora. A este chico le quería mucho. 

Y ha alegrado estos días que están siendo oscuros, pero los nubarrones ya empiezan a irse. Un poquito. Cada vez hay menos nubes. 

9 de diciembre de 2020

Berserk

Anoche estuve hablando con Yun sobre Evangelion y me vino bien. Bastante bien. Necesitaba distraerme de unos días en los que he estado llorando más de la media, como única vía de desahogo y despresurización de la cabina. Porque no sé qué me pasa, o es que igual me pasa todo. 

El caso es que después de hablar con él, me puse a ver Evangelion (otra vez). Y me llenó de una fuerza casi agresiva. Ver a EVA reventar las paredes del núcleo de Leliel y salir cubierta de sangre, levantar el brazo para proteger a Shinji, correr para sujetar las pinzas de Sahaquiel con las manos... todo eso me hizo sentirme... bien. Me hizo sentirme mejor
Escuchar sus gritos, verla estirarse, verla saltar, escuchar la música que me sé de memoria y ver vídeos que intentan explicar, con éxito relativo, qué carajo es The End of Evangelion y qué puñetas quisieron contar con aquel final tan extraño. Todo eso actuó como bálsamo sanador y relajante. Qué raro que la violencia me tranquilice. O no, yo qué sé ya. El modo berserk cambió de manos y, de repente, la que estaba a los mandos volvía a ser yo. EVA levantó la cabeza y tanto Shinji como ella dieron un grito, un alarido que partió el Campo AT de cualquier ángel. 

No sabría explicar cómo, pero aquella furia salvaje me hizo sentir que, al final, todo saldrá bien. Que las cosas vendrán poco a poco y que, de momento, no hay mucho más que yo pueda hacer. 

Es como si de repente lo viese todo de forma diferente, y no mucho ha cambiado. Porque, en realidad, ¿qué es lo peor que podría pasar? Que esto no saliese bien a la primera y que Bob tuviese que volver, al menos por un tiempo, para intentarlo de nuevo más adelante. Que yo misma tuviese que moverme. Pero estoy dando por sentadas miles de cosas que no son reales, que no son justas, que ni siquiera tengo idea de si son posibles. 
Todo esto sin quitarme la imagen de los ojos brillantes de Eva de la cabeza, por extraño que parezca. 


Ella me da fuerza. Ellos me dan confianza. 



Todo saldrá bien. No estamos solos. 


7 de diciembre de 2020

Azizam

Gracias por todo lo que has hecho en estos tres años. Gracias por ser una gran compañera de viaje doctoral. Estoy orgullosísima de ti. Ahora te vas a descansar tres meses (espero, recuerda desconectar la cabeza) y a reunirte con tu familia; que ha sido demasiado tiempo. 

Yo me quedo aquí con mis locuras de pisos, de casas, de vuelos, de visados, de vida. Pero cuando vuelva, cuando el semestre se reanude y yo esté en alguna parte, sabrá el Demonio dónde, ya no estarás tú. Ya no me acompañarás a las nueve de la mañana, exacta como un reloj, ni podremos ir a Luvians a hacer un descanso de helado porque no nos da la cabeza para más. 
No, porque ya has terminado. Porque tu etapa doctoral está muy cerca de acabarse. 

Eso me recuerda que la mía también está entrando en sus últimos meses. Que este capítulo de nuestra vida se va a cerrar pronto, y aunque preocupaciones más presentes no me dejen verlo todavía, es una realidad. Aún no puedo mirar a la derecha sin llorar un poco por tu ausencia. Y, aún así, sé que siempre estarás conmigo. 

Gracias por todo, azizam. Gracias de corazón. 
Volveremos a vernos pronto. 

4 de diciembre de 2020

La música (no) es mía

 Esta semana mi cabeza casi me mata. 


Hacía años que no experimentaba algo tan intenso y tan desagradable. Como la misma EVA 01, mi cerebro entró en modo berserk y no hubo forma de detenerlo. Normalmente sé cómo controlarlo o hacia dónde dirigirlo. Me queda algo de sobriedad para determinar de dónde viene la inestabilidad y, más o menos, me estabilizo y capeo la tormenta como puedo. Esta vez, no hubo ni pizca de lucidez. Era una borrachera de odio y dolor absoluta. Enloquecida. Destructiva. 

Rompió las cadenas y se puso a destrozar todo lo que encontraba a su paso. Casi podía escucharla gritar dentro de mis propios oídos, ese chillido inhumano y rasgado como arañar con clavos una pizarra, como desgarrar tela envejecida con las uñas, como romper cristal con los dientes. 

Me asusté mucho. No podía contenerme. Mi dolor solo quería llorar, gritar, agarrarme del cuello y aprisionarme contra la pared. Ni todas las voces de mi cabeza pudieron salvarme. Incluso mis demonios menores se acobardaron mientras contemplaban el espectáculo de cómo intentaba destruirme por dentro. La silueta roja y negra del miedo me tenía bien atrapada entre sus zarpas, podía sentir que me atravesaban la piel. Y, al mismo tiempo, la veía llorando. La veía desesperadamente pedirme ayuda. Y, como dice Johny Three Tears, me miré en el espejo y me di cuenta de que seguía siendo yo. 

De que no había nadie más. Y de que si yo misma no aflojaba las manos, iba a terminar por asfixiarme de verdad. 

Así que me senté a llorar conmigo misma (y con más gente a través del teléfono y la cámara, porque aquí somos de dar el espectáculo). Intenté acariciarme la espalda y contemplé el absoluto destrozo que había ocasionado en mi cabeza. Habría que empezar a recogerlo todo. Por lo menos, a poner cosas donde les correspondía. Ayer estuve mejor, hoy he estado un poco peor, quizá mañana termine de estar mejor del todo. Pero no quiero apresurarme. Quiero aprender de todos los consejos que me han dado y volver a llorar si lo necesito, me da igual si sola o acompañada. Quiero aprender a no auto-boicotearme y a entender que, pase lo que pase, las cosas saldrán bien. Da igual cómo terminemos, saldrán bien. El mundo no se va a detener el 1 de enero de 2021 porque la Albión se ha decidido a dar por culo como solo ella sabe. El mundo seguirá girando. Las cosas no son tan tajantes. 

La última vez que me pasó era el invierno de 2016 y de verdad pensaba que me mataba. Que iba a acabar conmigo. Pero conseguí zafarme y resistí. Aguanté el frío y la lluvia. Es cierto que estaba acompañada, y eso me ayudó muchísimo. Pero recordé la sensación perfectamente. El sabor metálico en la boca, la falta de aire, el torbellino furioso en el estómago y la sensación de frío en las puntas de los dedos. Sin embargo, ahí aguanté. 

Tuve una pesadilla que se repetía. Alguien o algo venía a arrancarme de cuajo y sin compasión todo lo que tenía en mi vida. Mi familia, mis amigos, mi tesis, mi casa. Y me lanzaba a un cubículo oscuro del que yo no podía escapar. Me quedaba encerrada y sola. Por eso, uno de estos días, me desperté llorando y sin energías para levantarme de la cama. Porque no hay cosa que mayor terror me produzca que la soledad y la perspectiva de vivir una vida que no cambie. 

Y aunque el cambio en sí me da algo de miedo, como a todos, nunca me ha importado. Yo era la experta en reventar a patadas las paredes de mi zona de confort. Yo soy la que se va a mudar en medio de una pandemia global y un Brexit. Porque a tomar por culo la bicicleta ya. Estoy escribiendo esto para decirme, para recodarme, para hacerme ver que nunca, nunca voy a estar sola. Nunca. 
Mis acompañantes no estarán al alcance de mi mano, pero están ahí. 



Ahora que empieza a despejarse la bruma, soy capaz de ver siluetas al otro lado del polvo generado por el desastre. Veo muchas, lo que me calienta el corazón. Y entre todas ellas, entre las figuras, estás tú. Y me pongo a llorar solo con verte, porque sé que has venido a rescatarme. Como siempre lo has hecho. Simurgh. Te debo una tesis. La tendrás. 



I'm bind man of my own world. You're blind man of your own world. 
Because we don't know what we are. 
But... we can tell. But we can dance. 

1 de diciembre de 2020

Se escribe con "A"

Nota: esto iba a haber sido escrito justo después de mi cumpleaños pero la vida, la muerte, la lámpara, la muerte, abuelo es Maggie. 


El cumpleaños número treinta fue, sin lugar a dudas, el cumpleaños gitano. Desde el sábado que María organizó la cena en su casa, hasta hace apenas dos días que volví a soplar las velas con Martita, conectando Tokyo y St Andrews (les quité la tierra a los palitos, maldita sea, deja de reírte de dónde guardo mis velas). Cumpleaños gitano que tuvo su tarta que no era tarda de donuts y Kinder Bueno, su cena con filete y cebolla caramelizada y su juego de cartas que todavía no estoy muy segura de entender. ¿No era la brisca? Y yo qué sé, los juegos de pensar siempre han sido cosa de Avani. 

(Av) Mía, dice. Al que le gusta el juego es aquí al sultán. 
(Ah) Aún te cruzo la cara, fíjate lo que te digo.

El lunes me encontré unos globos dorados de 30 y un montón de regalitos en mi escritorio de la oficina, porque Yasmin había querido darme una sorpresa cuando menos me la esperaba. El martes amanecí con un vídeo que me hizo llorar de la risa, porque María había conseguido liar a todos mis amigos de esgrima, a mis primos que son unos cuantos, a Bob, a todos los Periodistas... con la lágrima estaba porque, bueno, we were born to perform. Anda que no me reí con la aparición estelar de Carlos como Marilyn Monroe. 
Clare me dejó un pin de estrella que decía "it's my birthday" y por supuesto que lo llevé a clase. Mis estudiantes se dieron cuenta y medio me cantaron el Cumpleaños Feliz, menos mal que los corté a tiempo. Después empezó la gymkana, obra de las mentes brillantes que son Clare y Valentina, que me hicieron recorrer todo el pueblo buscando pistas y, evidentemente, me dejaron una en una tumba porque saben a lo que vienen, y hasta el día de mi cumple me tengo que meter con algo que esté muerto. 
Soplé una nueva caja de donuts (creo que no he dicho que Yas también me compró uno, y así acabé: rodando), volví a casa y encontré un paquete de mamá y de Queco lleno de mierdas y regalos preciosos. Un CD de los Trolls y de Pipo, pero qué os pasa en la cabeza. Me encantó. 
Para acabar, la Conference Pear me estaba esperando en casa de Clare, donde cenamos Tanon (por supuesto), volví a soplar las velas y básicamente lo pasamos muy bien, porque resulta que Clare es fan de Azúcar Moreno y yo estoy living con esto. 


Durante todo el día tuve la sensación de estar caminando a varios centímetros del suelo. Se escribe con "a" aquello que sentía. Se escribe con "a" de "amor incondicional". El hecho de ver que tanta gente se reunía con el único propósito de felicitarme, de hacer algo para que me sintiese especial y querida a pesar de la que está cayendo, me conmovió, me hizo soltar alguna lagrimilla y me mató de risa. Me hizo feliz, muy feliz. Y yo tenía ciertas preocupaciones sobre cómo sería estar en el culo del mundo, en medio de una pandemia, cumpliendo treinta años. 
Cómo me quieren. Madre mía. Así que cada vez que vuelva a poner en duda algo de este amor, volveré a este post, volveré a ese vídeo y volveremos a bailar Cruel Angel's Thesis en medio del espigón, porque en este mundo hay muchísima gente que me quiere. Y eso me hace muy feliz. 

Gracias a todos. De verdad. 



EDIT: "Eres lo mejorcito que me he encontrado en el internete", me han dicho hoy. "Since 2020 is about to end, mention the best person you met this year... that is you", me dijeron ayer. Yo de verdad no sé qué he hecho para mereceros, pero estoy muy contenta de teneros en mi vida. Cuántas ballenas caben en mi felicidad. 





(Ah) Espera, ¿treinta? Eso es que ya casi tienes nuestra edad, ¡orgullosos estamos!
(L) ¿Vuestra edad? Yo nunca os he puesto años encima. ¿Cuántos años tenéis?
(Ah) Pues... Avani, ¿cuántos años tenemos?
(Av) Yo soy un par de años mayor que tú. Creo. Por lo menos.
(L) ¿Eres mayor que al-Ahmar?
(Av) Basándonos estrictamente en datos históricos, sí. 
(Ah) Ya, ¿pero cuántos años tienes tú?
(Av) Eh...
(L) Os lo he dicho.
(Ah) No, no. Una edad tendremos que tener. 
(L) Yo siempre os he imaginado mayores que yo. 
(Ah) Pero tampoco tan mayores, ¿o sí?
(Av) Nunca me había hecho esta pregunta, la verdad. 
(L) Ni que importase tanto. A mis brazos, grandísimos idiotas. 

26 de noviembre de 2020

The age of anxiety

To Hell with everything, me voy a casa. No puedo esperar a abrazaros a todos. 

24 de noviembre de 2020

30

Seriamente, muy en broma.
Sobre un papel trazaremos con decisión una línea recta. 
Seriamente, muy en broma, ¡qué idea tan genial!


Hoy cumplo treinta años y no podría estar más feliz al respecto. Estoy contenta con cómo ha sido mi vida en la última década, con todas sus alegrías y sus penas, con todo lo que he aprendido y lo que he ganado y perdido. Estoy feliz, estoy orgullosa del camino recorrido. Me siento valiente y me siento capaz. Estos diez años han tenido de todo. He vivido en cinco países diferentes, en tantas ciudades que no sé contar, me he enamorado como no sabía que podría hacerlo, he aprendido idiomas nuevos, he sufrido la pérdida de mis seres queridos, he llorado lágrimas amargas por amigos que me traicionaron, he celebrado diez años al lado de amigos que siguen siendo para siempre, pese al temporal, y he crecido por dentro y por fuera. Incluso diría que estoy orgullosa de la persona en la que me he convertido. 

Mi yo del pasado, mi yo de quince años, también estaría orgullosa. Es más, estaría flipando si me viese ahora. Mira todo lo que hemos conseguido, Gulle. Mira hasta dónde hemos llegado y todo lo que nos queda. Te lo dije, que merecería la pena. La ha merecido. 

La verdad es que estoy bien. Muy bien. La palabra para describir este día es simplemente "feliz".




No te escucho acercarte y solo te veo cuando estás frente a mí. 
"Feliz cumpleaños", me dices, con esa sonrisa. Con tus ojos oscuros brillando como el primer día, hace aproximadamente dieciséis años. Yo te devuelvo la sonrisa. 
"Gracias". 
"La verdad es que apenas has cambiado", susurras. Yo casi me río.
"Tú estás igual de guapo que siempre. Por ti no pasan los años."
Te ríes. Te sientas a mi lado, con las piernas colgando del borde igual que las mías. Siempre está el mar allí donde nos encontramos. 
"Así que treinta, ¿eh?"
Yo saco el pecho con orgullo.
"Así es. ¿Qué te parece? No está mal. Nunca me planteé que llegaríamos hasta aquí. Quiero decir, no tenía pensado morirme, pero entiéndeme. Cuando apareciste en mi vida no me imaginaba que tendríamos treinta años en algún momento."
"Lo veíamos como algo muy lejano, es verdad."
"Al fin y al cabo, yo tenía catorce y tú dieciséis. Y ahora tenemos treinta los dos. Hay que joderse."
Te vuelves a reír mientras levantas la mano izquierda. 
"Encima, no te quejes. Yo me llevé siempre la peor parte."
"O la mejor."
Nos reímos juntos. Las olas rompen. El mar está gris y precioso. Parece que va a llover. 
"Les echo de menos", murmuro. Tú suspiras. 
"Yo también."
"Pero siento que están aquí con nosotros. Como tú, que siempre estás conmigo. Eso es algo por lo que estoy agradecida."
Tú sonríes, y no sé si te estás emocionando, porque no te veo bien la cara. 
"Me alegro de estar aquí."
Yo apoyo la cabeza en tu hombro y tú me coges la mano. 
"Ahora otros treinta, ¿no?", te pregunto. Tú te ríes. 
"Por supuesto que sí."





Miro al cielo y echo a volar. Por el mundo pienso viajar y soñar.
Nada me detendrá, nada me hará volver la vista atrás. 
Bajo rayos de sol, bajo tormentas; no me detendré.

Y los días pasarán y si tú no estás yo te recordaré. 
¡Te recordaré!
El camino no tiene final. Mi destino me ha de guiar más allá. 

Miro al cielo y echo a volar. Por el mundo pienso viajar y soñar. 

22 de noviembre de 2020

Sans trucage à mon âge

Le voy a tener que agradecer a la obsolescencia programada la mañana tan estupenda que estoy teniendo. Y es que, con la cabeza (y otras partes) ya calientes de que las super compañías hagan fallar un teléfono que funciona perfectamente, solo porque tiene cuatro años y ya "debería" comprarme otro nuevo, o es posible que todo se descomponga y se vaya al carajo, he mandado a tomar por saco Spotify y otras plataformas musicales y me he puesto a escuchar mi música. La música que yo metí en el teléfono cuando me lo compré. 
He visto muchas cosas que ya no me gustaban tanto y, de hecho, las he borrado. Pues porque pese a todo quería hacer espacio para la nueva actualización, no está el patio como para que yo me compre un móvil nuevo ahora. Pero también he visto auténticos temazos, temas preciosos y que han estado conmigo, algunos, desde la friolera de 2005, cuando me regalaron mi primer mp3. 



Oh, I'm not afraid. 
I'm giving into grievances again. 
You're looking at an absolute zero. 
I'm not the devil, but I won't be your hero. 



Vaya un viaje al pasado. 

Ahora que me quedan apenas horas para cumplir los 30, ha sido un viaje precioso de reencuentros, de mirar para atrás y de sentarme a cantar con todas esas "yos" que he sido a lo largo de los últimos quince años. De verdad, no puedo enfatizar lo suficiente lo mucho que me han llegado algunas canciones. De algunas he visto el momento, el instante al que me transportaban, porque me las descargué después de escucharlas en sitios muy determinados. Otras me han vuelto a conmover como lo hicieron hace años. Otras me han matado de risa. Pero que todavía tengo Una de piratas, por favor. Que hace años que no me fumo un porro y ahí está, recordándome a Cheko y su media sonrisa colgada de la boca, en un edificio a medio construir, con un frío que pelaba y muchas, muchas estrellas. 

En resumen, que me ha encantado. Gracias, amenazas de obsolescencia programada. 
Me has regalado la vida en este domingo. 



¡Vuela por el cielo azul! 
Fuma sobre tu diario dividido entre corsarios que abordan nuestro velero. 
Que con una calavera y portando un cenicero están quemando...
¡Están quemando mi bandera!





EDIT: Pero que me acaban de salir seguidas I like you, I love you, luego ¡Venga ya! y rematado con I fly. Así, sin anestesia ni nada. ¡Pero qué está pasando, Doctor García! 

15 de noviembre de 2020

If someone could take us back

"You are very pretty. I like looking at you. And I am not doing so because this is a live stream and I want to grab you attention."
"You're an idiot. You are a big, fat idiot!"



Me acuerdo de la primera vez que te vi y te echaste encima de mí (literal), porque me escuchaste hablar inglés y me preguntaste si podíamos ser amigas. Me acuerdo de que me salvaste la vida al dejarme vivir en tu cuarto, aunque reconozco que casi me muero cuando descubrí que te alimentas a base de semillas y que no comes ni un tercio de lo que como yo. Aquel porridge con agua caliente y uvas casi me destruye. Pero aprendí la lección y empecé a traer mi propia comida. 
Me acuerdo de hacerte un tratamiento en el pelo, de la cuchara de kiwi, de los paseos en bici por Zurich con un frío que pelaba, de las reuniones con grupos de gente que siempre terminaban con nosotras de vuelta en tu/nuestra habitación hablando de lo divino y de lo humano. ¿Tendrás todavía la bag of shame? Me acuerdo de asaltar los apéros porque teníamos hambre y porque, bueno, comida gratis. 

Me acuerdo de cómo apareciste en mi vida para salvarla. Tengo nuestra foto en Pastrana con Alvarito. Tengo las notas de bienvenida que me dejabas sobre la cama cuando llegaba a Zurich pero tú no estabas en casa para recibirme. Contigo aprendí que a la gente hay que dejarles sentirse libres junto a ti para que decidan volver, para que busquen tu compañía. Me enseñaste a respetar otras creencias, a sobrevivir a base de comida robada y pipas, a que hacer una quiche a veces necesita de algo más que buenas intenciones. 

Luego nos volvimos a encontrar en Nueva York y fue una de las grandes alegrías de mi estancia allí, saber que estabas. Aunque tuvimos algunas cosas complicadas, una vez más comprobé que puedo sacarme las castañas del fuego yo sola cuando entro en ese modo "todo irá bien" y tengo la música adecuada sonando en los auriculares. Al final, no me pude quedar contigo, pero no importó. Aunque sí hice alguna visita a ese piso tan extraño, con esa bombonera llena de gafas usadas, las paredes atascadas de cuadros horribles, los muñecos rotos, las manchas de humedad y la espada en el paragüero. Me acuerdo de ti diciéndome "te ofrecería asiento, pero no sé dónde te puedes sentar". Me mata de risa. 

Tengo las fotos más bonitas del mundo junto a ti. Siempre has tenido un sentido especial a la hora de hacernos fotos. Y me alegro mucho de haber recorrido Central Park contigo, habernos sentado en la terraza del MET y haber echado horas en las bibliotecas, como cuando vivíamos juntas en Zurich. Me sigues enseñando mucho, y han pasado cinco años desde que hiciste de mis años oscuros algo un poco más brillante. Desde que me diste un motivo para sonreír cuando volaba a Zurich. 

Eres una luchadora. Eres la mujer más fuerte que conozco. Y, aún así, la vida se empeña en lanzarte a la cara todo lo que tiene con asco, con burla, con recochineo. Y yo tengo que apretar los puños hasta clavarme las uñas para no volverme loca de rabia. No es justo. No es justo que estés pasando por lo que pasas ahora, y tampoco es justo que tengas que subirte al tejado para contármelo porque no quieres que "ellos" te oigan. No sé cómo me sentiría yo si estuviese en tu lugar. Pero quizá, como decíamos ayer, entraría en el "modo supervivencia" y seguiría caminando hacia delante, como ya hicimos en Zurich. 
Como ya aprendimos a hacer cuando no teníamos a nadie más que nos cogiese la mano. 

No quiero que te estén haciendo lo que te están haciendo. No quiero que sufras como sé que lo haces, aunque me cuentes que no te importa. Claro que te importa. Nadie tiene el derecho a tratarnos tan mal solo porque... bueno, porque sí. Y estas personas se dicen cristianas y miran por encima del hombro a los "herejes" como yo, que no practicamos ninguna religión más allá de una extraña espiritualidad derivada de ocho cultos diferentes. 
Ellos piensan que son mejores y aún así, deciden destruirte poco a poco. No puedo evitar que se me agrie la boca cuando me lo cuentas. Te mereces algo mejor. Te mereces todo lo mejor, y no sé qué cojones le pasa a la vida, que no te lo da. Ojalá volver a fingir, en lo alto de la Rainbow Room, que las copas que hemos cogido de una mesa vacía son las nuestras, porque no podemos pagar lo que cuesta un cóctel en lo alto del Rockefeller building. Ojalá volver a hacer el imbécil en Chinatown. Ojalá volver a tener una fiesta en la terraza de tu/nuestro piso. Ojalá volver a perdernos en Guadalajara con el coche porque Alvarito ha leído mal las indicaciones. 



Mi Zoof. Has crecido y has cambiado de forma espectacular en estos cinco años, y en los últimos dos me has contado cosas que sé que antes jamás habrías dicho en voz alta. Quiero pensar que estás aprendiendo a perdonarte ser humana, y que el hecho de tenerme a mí, que soy extremadamente humana, te está ayudando. Porque yo me cabreo, grito, lloro, le doy puñetazos a las paredes (una y no más, aún tengo la cicatriz), me emociono, me pongo nerviosa, me río altísimo... y cometo errores sin parar, y te los cuento. Porque me he dado cuenta, después de todos estos años, de que la única que no estaba asustada de ser imperfecta era yo. Y tú le tenías terror a admitir que, como todos, tenías fallos. 
No pasa nada. Seguiremos trabajando en ello. Seguiré llamándote, seguiré mandándote fotos y haciéndote reír, princesa Disney, seguirás siendo una de las estrellas de mi cielo. Porque te debo mucho, y me encanta debértelo. Eso significa que nunca me iré. Porque no voy a irme, Zoof. No voy a marcharme nunca, no importa en qué continente (o planeta) vivamos las dos. 
Nos dimos la mano muy fuerte en Zurich para que el viento del invierno no nos tumbase a las dos y nos derrotase. Todavía no nos hemos soltado, aunque ya no podemos sentir físicamente los dedos de una y de otra entrelazándose. Sigo estando aquí, voy a estarlo siempre. Especialmente cuando quieras compartirme lo muy humanas que somos las dos. 

Te quiero mucho. Y ya no te da apuro que te lo diga, sino que tú me lo dices otra vez. Eres la única persona del mundo que me llama Lauritta y no está muerta. Eso es un logro tremendo, lo sabes. 


"I suffer from this incurable disease that's called life".
Zoof, April 2019, NY.



Y no encuentro mi voz. Se la habrá llevado el mar. 
No me mates, que aún no estoy en Nueva York. 

12 de noviembre de 2020

La urraca más feliz del mundo

"Creo que tenéis algo que me pertenece."
Qué grande eres, Bob. 


Voy a dar dos lectures en la universidad. Voy a ser lecturer el semestre que viene y, además, les voy a enseñar el arte de los Safavíes. O sea, que les voy a reventar el powerpoint con pájaros, dragones y árboles. Voy a enseñarles lugares que he pisado y que son maravillosos. Les voy a hablar de Muhammad, de Jibril, de Ali y de su zulfiqar (hombre, cómo no). Estoy asustada, eufórica, nerviosa, muerta de risa, todo a la vez. 


No me lo puedo creer. 

Estoy viviendo un sueño. Voy a ser, durante un semestre (y lo que venga), profesora de universidad. 



La próxima vez que me pregunten qué he estado haciendo, diré que currar como una mala bestia en el más absoluto de los silencios. Y con Nujabes de fondo, pero porque eso es un modo de vida. 

¡Sí!


Understanding of the things around me
that becomes the wisdom that I need.
Living this life to the best of my ability
channeling energy to my thoughts into your symmetry.

Light as a feather,
when I'm floating through.

10 de noviembre de 2020

Un dedo pulgar

Estaba teniendo una hora nefasta. Muy, muy mala. Negra, hundida, doliente. He cogido mi comida y he stormed out into la cocina, con ganas de despejarme hablando de otras cosas, con ganas de alejarme de ese pensamiento tan rápido como me había alejado de la oficina. 

Como siempre, han bastado cuatro gilipolleces para romper al Flaco y que los dos nos pusiéramos a llorar, pero de la risa. Porque cuando quiero, me transformo en un dedo pulgar. Creo que lo he matado. Yo he dejado de ver por las lágrimas de risa. 

Ay, qué maravilla. 

Así es. 
Qué maravilla.



Y cómo me las maravillaría yo. 

9 de noviembre de 2020

La dirección correcta

When I am lost. When I am down. When I feel cold. When I can't find the right direction. 
I've got a compass inside my chest. It gives me direction, it gives me a sense. 


Qué vergüenza me doy a veces, copón. Pero, antes de contar el episodio y verlo en retrospectiva, debo reconocer que me siento fatal, pero que me ha hecho mucha gracia. Así es, me he retratado como una personal vil y acomplejada y, aún así, me sigo haciendo reír. Es que soy la leche. 


Todo lo que tengo se lo debo a mi locura y todo lo que se me va tiene la culpa también ella.
Porque me sacó de muchas de las que nadie me cura, pero me ha metido en alguna que me ha dejado mella. 


Hoy ha aparecido una amenaza en el horizonte. O, al menos, alguien que yo sentía como una amenaza. Y es que me he dado cuenta de que, aunque me he quejado de estar sola en los salones azules con mi traje de irania, en realidad me gustaba. Me gustaba ser la única (que en realidad no lo era, pero yo me entiendo). Me gustaba ser... especial. La maldita palabra, escrita con la punta de una navaja en la piel de mis costillas. Ahí, donde más duele, cerca del hueso. Lo más cerca que van a estar esas letras de mis huesos. 

He entrado en pánico. Vaya si he entrado. He visto derrumbarse ante mis ojos todas las piedras (si es que soy dramática, me cago en la leche) que he estado poniendo, echando sangre, sudor y alguna lagrimilla, a lo largo de todas estos años. Así que cuando se ha presentado la oportunidad de marcar territorio, lo he hecho. Me he tirado a la arena como Fereydun transformado en dragón, con los dientes por delante y, en principio, sin intención de morder, pero con las mismas ganas que él de darle un buen susto a quien tenía delante. 

He rugido, he chasqueado la mandíbula y he hecho gala del color de todas mis plumas. Y me he sentido satisfecha, afianzando mi peso sobre las piedras. Esas mismas piedras que me sustentaban a mí. Me he olvidado de todos los valores que defiendo solo porque me ha entrado el pánico de ver mi ego atacado. Me he olvidado de lo que soy y de la razón por la que hago las cosas que hago. 

Me he convertido en el monstruo que en realidad soy. Y me ha dado por reír. 

¿Por qué me he reído? Porque esta locura irracional, este monstruo, no lo ha visto nadie. Desde fuera no ha podido apreciarse más que todas las capas de mi hipocresía. Esa sonrisa de Alastor que se me pone en los labios cuando siento que, poco a poco, se me van afilando los dientes. Esa capacidad innata que tengo de mentir sin que se me note, pero hacerlo de forma que consigo lo que quiero. Me sale estupendamente bien. Ha vuelto el sabor metálico y un poco amargo a la boca. Ha salido el demonio real. 
Y me da por contárselo a alguien que ahora va a pensar que soy despreciable. Que... bueno, en realidad puedo llegar a serlo. 

Luego me he sentado a pensar el origen de esa embestida, de ese ataque frontal a la supuesta amenaza. Que ha resultado no serlo para nada. Ha resultado ser alguien que no podía creerse que estaba hablando conmigo. Una persona que, además de ser jovencísima, me ha dicho que quería llegar a ser algún día la mitad de lo que yo era en ese momento. 
Y yo riéndome, por supuesto. Riéndome del susto tan grande que le acababa de pegar. Riéndome de cómo ha reaccionado y cómo pensaba que era una fantasía estar hablando conmigo. 

Lo he arreglado, por supuesto. Le he dado un título y más bibliografía de la que podría soñar con tener un lunes por la noche. Le he dicho cosas que le han hecho sentir bien. Y no dejaba de darme las gracias y de repetirme que no se estaba creyendo que yo fuese así. Así. No me has visto en realidad, pequeña persona. No has visto lo que había detrás


A veces se me tuerce la cabeza y la lío.
Como cuando crío. Como cuando me quitan algo que es mío. 
No tengo razón pa' joderle la vida. 
No sé la razón por la que desconfío. 


Me he sentado a pensar y me he dado cuenta de lo frágil que es en realidad mi amor propio, y cómo esa reacción desmedida (repito que todo esto ha sido por dentro, me he cuidado bien de que por fuera no se viese nada) no es sino fruto de mis inseguridades. De mi miedo a que la gente descubra que, en realidad son un fraude. A que dejen de hablar conmigo, a que dejen de quererme. Así es, tan profundo y tan real. 
Y luego, porque "si me juzgo yo misma me absuelvo de todo", me he vuelto a reír. Me he reído de mi propio susto y de mi capacidad de ser ridícula y absurda. De la falta de confianza que tengo, porque de verdad me creo buena para nada. Estoy esperando oportunidades para demostrar "algo" como si me fuera en ello respirar, y con mis ansias solo aprieto más el nudo. 

Trabaja en silencio, me repito. Que tu trabajo sea tu ruido. 
Y me he vuelto a reír, una vez más. 
Porque sé que quien tenga que molestarse en quererme lo hará pese a todo. Porque darme cuenta de mis errores me hace gracia y es el primer paso para corregirlos. Porque mi propia absurdez me hace gracia. Y porque, si soy completamente sincera, me ha gustado ver que soy capaz de defenderme con un despliegue de datos y elegancia y una floritura en la mano que haría que el mismísimo Iblis se sintiese orgulloso. 


Helps me find my way. 
Sometimes it's not easy to see. 

4 de noviembre de 2020

No me arrepiento, pero a veces lo hago

Ayer tuve una conversación que me llevó al pasado y no en el buen sentido. Me recordó muchas cosas, algunas de ellas hirientemente recientes, y me hizo pasarme algunas horas de oscuridad recordándome y preguntándome cosas. Algunas de ellas absurdas, otras profundas, otras disfrazadas de tontería pero que escondían un resentimiento, en realidad, más preocupante. 

Pensé en otras personas, a pesar de que estaba hablando con alguien y que, juro, le estaba prestando atención. Me cegó la luz. Me emocionó esa luz. Y luego me asustó, porque me recordó tantísimo a otras luces que ya he visto antes. Otras que quise que se incorporaran al alumbrado de mi universo. Y pensé en la última vez en que me sentí así hablando con alguien. No hace tanto. Luego le di una pensada nueva y descubrí que me había olvidado de alguien, pero bueno, el caso es que no hace tanto. 
Hace tres años (cuatro, Lau, cuatro) alguien apareció en mi vida como un torbellino, un festival de colores, una cantidad increíble de amor que compartir y promesas que se convertirían en recuerdos. O, pensé, quizá así fue como lo interpreté yo. Quizá toda mi historia con esa persona (esas, Lau, esas) no fue como yo la imaginé. Quizá solo fue mi proyección de un deseo muy intenso. Y pasaron esos tres cuatro años y hoy, aunque me duela reconocerlo, no me apetece ver a esa persona. La última vez que nos fuimos de paseo descubrí un abismo inmenso entre los dos. No discutimos, no pasó nada que pudiera clasificarse como "malo". Simplemente, lo supe. Como supe, hace tantísimo tiempo, que la persona a la que yo más había querido en mi vida ya no tenía nada que ver conmigo. Y lo supe después de un abrazo. Eso está escrito en este blog, uno de los momentos más dolorosos de mi vida, en el año 2013... creo. No lo recuerdo bien. Lo que sí recuerdo es la sensación de vacío y de desazón. 
Como con este último paseo. Ni se compara al dolor que sentí en aquel momento, por supuesto. Esto solo fue cansancio. Desazón. Vacío. Agotamiento. Y pocas ganas de que algo así me vuelva a pasar. 

Me pasó dos veces, y con una de ellas no estoy segura de cómo me siento. La otra es la del paseo. Es que soy imbécil de verdad. Joder, lo que le quise. Lo que podríamos haber sido si me hubieras querido "menos" y me hubieses querido "mejor". O no. O lo mismo todo terminó cayendo por el propio peso de mi empeño y mi pesadez. La verdad es que ese pensamiento me asusta y me entristece a partes iguales. 

Y, de repente, apareces tú. Aparece alguien en el camino de forma abrupta e inesperada, casi como cuando Hushang descubrió el fuego. La piedra casi me da en el ojo y cuando me doy la vuelta me maravilla el brillo de lo que veo. Siempre he sido bastante urraca, la verdad. Y yo vuelvo a hacer las mismas gilipolleces a pesar de que me he estado poniendo la brida en la boca para no hacerlo. Me vuelvo a preguntar qué parte de todo esto es real, cuánto es mi propio deseo proyectado y cuánto voy a tardar en meter la pata emocionalmente, porque nunca se me han dado bien estas cosas. Mi propia experiencia me avala. Estaba haciéndolo muy bien hasta anoche, que me dio por pensar y acordarme. Y ahí viene cuando la matan. ¿La mataron? 

A veces me pregunto, como anoche, por qué tengo esa necesidad tan tóxica de querer con desespero, solo para que me quieran de vuelta. Para que me digan que soy importante, para que me digan que soy necesaria. Si ya me lo dicen. Si ya me quieren como en mi vida me imaginé que me querrían. Si me lo han repetido toda la vida: que nunca estaré sola, que soy alguien sin quien algunas personas no conciben su vida. Entonces, ¿por qué? ¿Qué me pasa? ¿Tengo el ego tan grande o no tengo uno en absoluto? ¿Son mis inseguridades o es que estoy pagada de mí misma y tengo que hacérselo saber al mundo?

Y como tantas otras noches, no encontré respuesta y me dormí. Y me acordé de aquella frase. "Nunca te arrepientas de haber querido". Ojalá tatuármela en lo más profundo de los huesos. Ojalá ser capaz de vivir a su altura y conseguir, efectivamente, no arrepentirme del amor que di cuando no fue correspondido, de lo que entregué cuando el resto no lo hizo. Porque eso significaría que habría alcanzado un lugar seguro y tranquilo donde sentarme a beber té.

Si lo pienso, no me arrepiento. Pero si lo vuelvo a pensar, sí me arrepiento. Y me abrazo a la soledad, que es mi compañera de almohada, y es una de las pocas veces en que agradezco tenerla. 

Y... pese a todo... aún así... ¿y si esto fuese otra sorpresa y yo solo tengo miedo? ¿Y si no lo fuera y yo sigo siendo la misma imbécil?





EDIT: 
"A veces, cuando estoy triste, me pregunto por qué me quieres."
"Porque me das vida. A mí y a tantos otros. Ojalá pudieras verlo."
...
Te quiero muchísimo, Bob. 


EDIT2: Sí, el momento en que se me rompió el corazón en mil pedazos fue el 20 de julio de 2013. Ese día, algo dentro de mí se murió y todavía está el hueco de aquello que me falta. Es un hueco que nunca se llenará. Ya no me duele, pero es igualmente triste. Y he tenido que ir a mirarlo porque lo necesitaba. Ya entonces, y de esto hace siete años, predije que me volvería a pasar. 
Y me ha pasado muchas, muchas veces. Me pregunto, mirando al mar, dónde estarás ahora. Espero que seas feliz. 

3 de noviembre de 2020

Cantar a gritos

Pero qué buena es Evangelion y qué maravillosa es Cruel Angel's Thesis


Soon you will find that your wings are behind you
and that they were there all along.
And I believe that one day they will go guide you
and carry you swiftly and strong!

Young boy, step forth and become legendary!

2 de noviembre de 2020

Manuel Doblado

"Goey, ¿si sabes que a la gente la subían al avión y la aventaban al mar? Pues mira, a veces pasa."
"¿¡Qué pedo!?"

-

"Pues de todas formas hay como 30 segundos de retardo entre que me dices algo y yo lo escucho, así que..."
"Raúl, no culpes al móvil de retraso que tenemos de fábrica."
"Por qué me presto a estas cosas..."

-

"Pues qué iba a aportar yo a esta conversación."
"Basándonos en experiencias anteriores, nada en absoluto."
"¿Lo dices por ahorita... o desde siempre?"

-

"Un gusto hablar contigo."
"Pue imagino que lo fue."

-

"Yo qué sé si tienes que ir a Manolo Angulo."
"Ahá, allá mero. Es Doblado."
"Ah, ¿Manuel Doblado?"
"Pues sí."
"¿Y por qué está doblado Manuel?"




Cuando he apagado la cámara, he llamado a Bob y me he puesto a llorar. La historia de Iraj merece ser llorada, siempre. Luego me ha marcado Raúl y ha sido una gran alegría, a pesar de que me llame nada más para cagarse en mi madre y yo en la suya. Pues porque la tuya. 

Te echo de menos, estúpida. 

28 de octubre de 2020

Sigues siendo mi héroe

Tantas cosas que no entenderé. 
Todos lo comprenden menos yo. 
Se derriten sin saber por qué... ¡como una bola de nieve al sol! 

Algo que no encaja, una pieza en el rompecabezas
que no puedo completar. 

Ahora lo veo, ahora se va. 
¿Qué quiere decir?
¿¡Qué quiere decir!?


Me apasiona esta época y me apasionas tú, Jack. 
Personaje mejor escrito no se ha visto nunca. 


Pero nunca imaginé esta locura... nunca. 
Y no lo podían comprender, ¡imposible!

Que yo solo quería para ellos lo mejor. 
Y es que todo lo que hago es un error...

Pues...

¡Me da igual! ¡Al menos lo intenté
y, por Dios, todos lo saben! ¡Triunfé!

¡El cielo estuve, ay, a punto de tocar!
¡Y de mí grandes historias recordarán!

Y por primera vez, desde hace tiempo ya, 
me he sentido otra vez
¡como un tipo genial! 

25 de octubre de 2020

Mañana ya veré

Estar dentro de mi cabeza no es fácil, y ayer va una de mis ahijadas y me dice que le encantaría ver qué pasa en mi cerebro. Ja-ja, no. No, Eri, no te gustaría. No vive solo de buenos ratos y referencias cruzadas a canciones aleatorias. 

En ti puedo ver la libertad. Tú me haces sentir que puedo volar. 

Pero tú. 
Tú estás tan acostumbrado a la niebla negra de mi mente que te imagino, con tu cara de paciencia y tu sonrisa tierna, apartándola con la mano y abriéndote paso hasta el lugar en el que estoy sentada, cabeza sobre rodillas y nube tormentosa sobre la cabeza. Es esa misma mano la que se acerca a acariciarme la espalda y la que, poco a poco y sin obligarme, me ayuda a ponerme de pie. Es esa misma mano la que me hace cosquillas y consigue que me ría. 

Por eso me pongo triste y me vencen los fantasmas. Porque esa mano no está físicamente aquí, sino en las brumas de mi cabeza. Queda poco, es cierto, pero en este momento parece que tú llevas el manejo del tiempo bastante mejor que yo. La noche no ayuda, siempre he sido una criatura de sol. Pero me acaricias la cara, me sobrepongo, me río y sigo caminando, viendo cómo te alejas de nuevo hasta la próxima vez que necesite que vengas a decirme que me quieres. 
No será eso, que necesito que me quieran mucho y que, además, me lo digan. No seré yo una exigente de cojones. 


"Laus, a ver si lo que pasa es que eres tonta."
"No descartemos posibilidades."

Te quiero. 



Y qué importará ayer, si hoy necesito arder. 



Ayer alguien me dio las gracias por ver a través de su máscara de normalidad y acertar cuando le dije que podía engañar al resto, pero que yo veía que no estaba bien. La persona dijo que se sintió aliviada. Voy a empezar a creer que de verdad tengo poderes. 

23 de octubre de 2020

Los chicles

"¿Tú quieres drama?"
"¿Que si quiero o que si tengo?"

Qué iba a hacer yo sin ti en este mundo, Flaco.

---

"Aún no estamos casadas ante nadie, ¿eh?"
"¿Perdona?"
"Aer, a mí nadie me ha pedido la mano todavía."
"Ah, ¿y tengo que ser yo?"
"Aer."
"Esto es la leche. ¿Por qué tengo que ser yo la que hinque la rodilla en el suelo?"
"Titi, las dos sabemos que, en esta relación, yo soy la mujer."
"... Pues para qué te digo que no, si sí."

Ya verás el día que hinque rodilla de verdad, no vas a saber dónde meterte. 


22 de octubre de 2020

Diez

"Diez años queriéndote mucho", me dices. "Pocos me parecen."

Hemos llegado a la década juntos. Hoy hace diez años del beso más torpe y de la 'cita' más horrible de la historia de la humanidad. Hoy hace diez años que me prometiste que me convencerías, de que valía la pena salir contigo y que querías, por encima de todo, salir conmigo. Hace diez años de tu ataque de pánico, de mi ataque de pánico. Y anda que no hemos hecho cosas desde ese momento. 

Uno de los motivos de que yo esté tan orgullosa de nosotros es que nos las hemos arreglado para hacer cada año mejor que el anterior. Y eso no quiere decir que no hayamos tenido problemas; los problemas son parte del crecimiento personal. Sino que echando la vista atrás recordamos con cariño el pasado, pero nos emociona la perspectiva del futuro. Porque si así de bien lo hemos pasado estos diez años, qué nos van a traer los siguientes diez. No tengo ni idea, pero estoy deseando descubrirlo contigo.


Te quiero)

Te quiero muchísimo, Bob. Gracias por un tercio entero de mi vida a tu lado. 



Porque hace ya dos diez años me quiere a quemarropa
con la inocencia de un niño con su primera copa.
Por fuera hay que ser duro, como el asfalto.
La piel igual de fría que si fuéramos lagartos. 
La vida siempre va a destiempo, como el riff de esta canción. 

21 de octubre de 2020

Feathers

Hay silencio. Sí, para mí también es incomprensible, pero no hablamos. Solo nos quedamos mirando la una a la otra, con cara de estupefacción, y sin mediar palabra. Qué gracia, porque habitualmente ninguna sabemos callarnos. Y sin embargo ahí estamos, observándonos de pies a cabeza, sin saber exactamente si lo que tenemos delante es un reflejo exacto, un matiz, una travesura del espejo o la más absoluta de las locuras. 
Al final, soy yo la que rompe el silencio. 
"Esto... esto es muy extraño."
"Sí", admite, y ladea la cabeza. "¿Cómo... cómo funciona exactamente?"
Debo admitir que no tengo ni idea. Ella se lleva la mano a la cabeza, se rasca, ladea la cabeza hacia el otro lado. 
"Yo soy... ¿soy tú? ¿Y tú eres yo?"
Se me ocurre una broma bastante mala relacionada con APM, pero si el Flaco no está para escucharla no tiene gracia. 
"Supongo, sí."
"Pero..."
"Ya, ya sé que no tiene ningún sentido. Pero supongo que así es ahora."
Ella no parece del todo convencida, pero suspira, dándose por vencida. 
"Está bien, supongo."
Se me ocurre una forma de añadir claridad a esta extraña situación. 
"¿Cómo te llamas?", pregunto de repente. Ella arquea la ceja y pone, por supuesto, la misma cara que pondría yo. 
"Qué chorrada", dice, de una forma muy parecida a como lo diría yo. "¿No hemos dicho que yo soy tú? Pues me llamo igual que tú."
"No", insisto, "de verdad, dime cómo te llamas. ¿Cómo te llama la gente que te conoce?"
Ella frunce levemente el ceño y se lleva la mano al zulfaqar en miniatura que le cuelga del cuello. Que me cuelga del cuello. 
"Plumas", responde. "A veces, dependiendo del contexto, Par". Sonrío.
"Yo no me llamo así."
Ella arquea, esta vez, ambas cejas. Y sonríe también. 
"¿De verdad?",  susurra; yo asiento. "Qué curioso. Entonces soy un desprendimiento del original. ¿Qué parte me toca?"
"Bueno...", empiezo. "Tú tienes mejor carácter que yo. En general eres más diplomática. Ah, y te puedes vestir con la ropa que a mí se me antoje; al fin y al cabo, estás dentro de mi cabeza. Eso significa que habrá muchos abrigos de los Ilkhanes". Hace un gesto de victoria con el puño. "También puedes acariciar dragones y tienes un samovar portátil. E importa poco lo que comas, nadie te va a poner malas caras porque tienes celulitis o porque no haces deporte."
"¿Por qué llevo gafas?"
"Pues porque sin ellas no ves, tonta."
Ella resopla.
"Pues ya que estoy en tu cabeza, me podías haber quitado la miopía".
"Nah, te da personalidad. ¿Qué me dejo...? Bueno, en general tu vida es bastante más interesante que la mía. Al menos es más épica."
"Pero tú tienes a Bob", apunta con una sonrisa. Me pongo levemente roja.
"Sí, eso es verdad."
Par se lleva las manos a la cintura y me mira con curiosidad. 
"Vaya un jaleo este, ¿eh?"
"Ya te digo."
"¿Dónde empieza una y termina la otra?"
"La gracia va a estar en descubrirlo con el tiempo", respondo, y me siento en el suelo con las piernas cruzadas. Ella hace lo mismo. "De momento, te puedo dar la bienvenida a mi cabeza. No hay mucho orden, pero tampoco se está tan mal. Vas a conocer a Avani, a al-Ahmar y, si tiene un buen día y se deja caer por aquí, a Drenk."
"Espléndido", ella se sienta y se lleva la mano a la espalda, de donde aparecen su samovar, su tetera y, esta vez, dos vasos de cristal. "¿Puedo ofrecerme a mí misma un té?"
Me da la risa respondo:
"Por supuesto que sí."

15 de octubre de 2020

Demonios parecidos

Tenía tan claro que esto ya lo había escrito que me ha sorprendido bastante no encontrarlo en el archivo. Y digo "tan claro" porque es verdad. Pienso en ti cada vez que escucho esta canción. Porque además de parte de la genética, los apellidos y a la peor perra del mundo, compartimos fantasmas. Tú tienes cicatrices mucho más profundas en la piel del asfalto y la vida, con una banda negra en la muñeca que te recuerda a aquellos que has perdido. Yo tengo marcas en la piel de dolores ajenos y situaciones que no supe manejar, pero quiero pensar que lo llevo mejor. Que lo llevamos mejor. 

A ti no te gusta que te diga demasiadas veces todo lo que significas para mí, pero a ti tengo que escucharte cuando me haces quedarme hasta tarde, hasta muy tarde, y nos rodea el humo del tabaco que no me gusta que fumes. Cuando nos quedamos hablando de lo divino y lo humano en una casa que nos ha visto abrazarnos y nos ha visto apuñalarnos por la espalda. No soy mejor que tú, pero tampoco soy peor. Igual es culpa de los demonios parecidos. 

Pero siempre has estado ahí. Tus demonios, que son los tuyos, y los míos, que son los míos. Mirándose desde lados opuestos del pasillo, desde lados opuestos del mundo. Y qué. Y qué hacemos ahora, y qué hacemos con todo este humo, con esas cartas de mierda sobre la mesa y con esa conversación que nunca se acabará. 
Qué hacemos con todas esas lágrimas que cayeron de pronto con el último abrazo que nos dimos. Yo sé por qué me puse a llorar. Pero a veces revivo el momento y me pregunto por qué llorabas tú. Si fue por lo mismo, si fue por otra cosa. 

Te he querido aunque has sido la causa de mis más profundas agonías. Me has querido aunque te he apretado tan fuerte el cuello que te he impedido respirar. Espero que nos sigamos queriendo aunque seamos la causa principal de nuestra caída y nuestra muerte. Sé que nos seguiremos queriendo. Porque aunque tengo mil incertidumbres en la vida, sé que tu amor no está incluido en la lista. Me dices que yo soy tu referente, pero en qué medida no me has enseñado tú más de la vida que yo a ti de música. 
De ti he aprendido a reponerme después del dolor. A no tener paciencia cuando no toca. A esforzarme en que las cosas no me afecten tanto, a dejar de mendigar cariño por no sentirme sola. He aprendido que el rap no se ve, sino que se escucha, que una viaja al ritmo que la música marca. 

No hay más motivo para escribir estas líneas que el echarte de menos. Como todas las mañanas. Como todas las noches. Suele pasarme, pero no te lo digo. Y como sé que esto nunca lo vas a leer, es mi privilegio expresarme. Aunque quién sabe. Lo mismo volvemos a coincidir en alguna parte del mundo, bajo el mismo techo, y me vuelves a pedir que te lea diferentes entradas basadas en una fecha, en un mes, en un año. 





Y si comparto contigo
demonios parecidos.
Las noches que no estás sueño dónde van. 

Donde guardo mis miedos.
Donde muero y vuelvo a nacer.
Y a luchar no sé bien contra qué.

Y si comparto contigo
demonios parecidos. 
Las noches que no estás sueño dónde van. 

14 de octubre de 2020

Phoney

Someone take this weight out of my chest. Please. 

I can't breathe today. 



I'm addicted to the sorrow.
When the buzz ends by tomorrow
there's another rush of poison running into my veins
giving me a dose of pleasure that resides by the pain. 

I'm addicted, I'm dependant. 
Looking awesome, feeling helpless. 
And I know I'm raising cain by every highway in Hell.

13 de octubre de 2020

"Y lo que nos queda"

"Gracias por existir, Flaco."
"Calli, que plori. Gracias a ti, por todas las veces que me rescataste."
"A ver si plori yo."
"Y lo que nos queda. Aquí hay Flacoturra para rato."
"Boludos World Tour."


En esos días en que me puedan los demonios, siempre me abrazaré al pensamiento de que la vida me regaló un hermano de otra madre. Ahora que sopla un viento tan fresco que trae personas nuevas, no está de más echar la vista atrás y volver a calentarse en el abrazo de las raíces. 



Do you want to go to la playa with me? 
I'm going down-down-down there for the morning.  

11 de octubre de 2020

El pegamento y el puente

Yun se puso delante de Par de un salto y le dio un pequeño susto. No hacía mucho que se conocían y, aunque le encantaba su entusiasmo constante, aún no se acostumbraba a él. El chico tenía una sonrisa gigantesca en el rostro y todo en su expresión transmitía una gran emoción. Par se rio. 

"¿Lo estás pasando bien?", le preguntó.
"¡Sí! A eso venía, ¡muchísimas gracias por invitarme, qué ilusión!", exclamó, y regresó donde los demás conversaban. 

Par hizo más grande su sonrisa. Desde el lugar donde estaba sentada, podía verlos a todos. A todos los que habían acudido a la reunión semanal, que habían sido más de los anticipados. Además de Yun, la incorporación más joven, estaba la Princesa, perfectamente desenvuelta en ambientes sociales. Pero también la pareja del VIII, tan hermosos como siempre. Y estaba el caballero espadachín, enseñando en aquel momento sus preciados tesoros. Y la gran sorpresa, uno de los Tres absurdos, Bandi, también estaba allí con su expresión cansada pero contenta. 

Par sintió un picor en la garganta que trepó hasta sus ojos. Se había apartado un momento como parte de una broma, porque al VIII romano le encantaba recordarle que no se callaba, y eso a ella le hacía gracia, porque era verdad, pero también le daba mucha vergüenza. Así que se había tomado un tiempo muerto, en lo que se ponía otro vaso de té. 

Se dedicó a observarles y a dejar que la felicidad serena viniese a darle un abrazo. Le gustaba lo que veía, le gustaba mucho. Le encantaba ser el pegamento y el puente que uniese a personas tan fascinantes, tan instruidas, tan buenas. Tan puras y llenas de luz. Se preguntó si no debería estar más tiempo callada, si esas personas tan estupendas pensarían que hablaba más que un sacamuelas e incluso si la considerarían pesada. En su felicidad, le asaltaron las dudas y la sensación de ser, en realidad, una gran impostora. 

Pero si su mentira servía para que aquello sucediese, supuso que no estaba mal el sacrificio. Qué había hecho para merecer estar allí, en realidad no lo sabía. No recordaba haber hecho nada. No sabía si quiera si lo merecía. Aquí cada uno lidiaba con sus propios fantasmas. 

Suspiró y llenó su vaso de té. 

Cuando levantó la cabeza, se encontró con la Princesa delante de ella. 

"¿No vienes? No le hagas caso al romano, sabes que lo de que no te callas es una broma."
Par no pudo no reírse ante su preocupación. 
"Claro que voy, en cuanto me acabe el té me acerco y le digo cuatro cosas."
"¿Me puedo sentar contigo?", preguntó ella. Par asintió.
"Claro."

Se quedaron en silencio y, despacito, la Princesa se acercó y apoyó la cabeza en su hombro.

"Gracias, Par", susurró. Par ladeó la cabeza y abrió la boca para bromear diciendo que no tenía por qué darle las gracias. Entonces vio la expresión soñadora en los ojos de la princesilla, que miraba al grupo de amigos delante de ellas. Y los vio a ellos, riendo, compartiendo, creando memorias. 
Le volvió el picor a la garganta y esbozó una gran sonrisa.
"No", dijo, y le dio un trago a su té. "Gracias a vosotros."

8 de octubre de 2020

'I never knew fear'

La Princesa se está leyendo el primer borrador de Yazata. Y a mí me están bombardeando los recuerdos, las sensaciones y, por algún motivo, los momentos más tristes. Aquí con Icarus en bucle y aguantándome las ganas de llorar y dar el espectáculo. 

Pero es que... es que, joder, esta historia es mucho. Será mucho. Se lo debo a Yaza. Al resto de la peña se lo debo menos, pero también se lo debo. Han nacido del mismo lugar oscuro y recóndito de mi ser de donde nacieron Frinoé y Buru. Y solo uno de los tres está completo. No puede ser. Vendrán los tres, claro que sí. 

Me voy a poner otro té, aunque la tetera nos gotee en la oficina, que de verdad estoy en mi límite lacrimógeno. No le voy a dar el jueves a Yasmin, porque tampoco sería capaz de explicarle por qué estoy llorando exactamente. 


I never knew fear until you turned and walked away.
I never knew fear until you burned my wings away. 


No llores, Verethraqna. O... o quizá, sí. Llora. Y yo me siento a llorar contigo. 

5 de octubre de 2020

Where's the Monkey?

 "Hay gente pa' tó."

"Y luego estamos tú y yo, que somos pato la vida. Venga, cierro al salir."

"Pues deja abierto, que me salgo contigo."


Me encanta que nos sigamos encontrando en momentos diferentes de nuestras vidas. Porque fuiste/eres una persona muy importante para mí, y ahora mismo estamos lejos, pero acercándonos. Y siempre volvemos a coincidir, como las órbitas de algunos planetas. Que estés ahí me hace muy feliz, aunque no hablemos todos los días. Siempre serás mi Pianista. Nos espera siempre Zanarkand. 

Te quiero mucho y te cuido poco. Nunca más.

3 de octubre de 2020

30 de septiembre de 2020

La pluma y la hoja I

Después de un éxito increíble e indiscutible por su intervención, la dama de verde le dedicó a Par unos momentos para contarle cómo se sentía, para compartir la emoción y celebrar juntas. Como cada vez desde que se conocieron. Pero Par sabía que, también como siempre, la dama se marcharía de vuelta a su Bosque y que tardaría un poco en dejarse ver otra vez por aquella fiesta tan concurrida y animada en que se estaba convirtiendo el Salón Azul. 

Par lo sabía, pero le entristecía. Quería entenderlo, y lo intentaba con todas sus fuerzas. Pero no podía evitar echarla de menos cada vez que ella se marchaba, y deseaba poder convencerla de que su papel en aquella fiesta era necesaria como la lluvia en la sequía, tan beneficiosa para el alma como la sabiduría. Y sí, aquella metáfora la había sacado descaradamente de El Libro de los Reyes, su libro favorito. 

Mientras caminaban de vuelta a la linde del Bosque, Par volvió a contarle, una vez más, que cuando la dama de verde se animase del todo y volviese al Salón Azul para quedarse, se rompería el techo. Ella se enterneció.

"No abuses, que estoy emotiva." 

"Te estoy diciendo la verdad", insistió Par. Ella se rio.

"Pero si ya lo sé. Tú no me mientes nunca."

Par apretó los puños mientras la veía marcharse. Había llegado al límite que ella no podía cruzar, a la linde del Bosque. Con el corazón encogido observó las copas de los árboles y tuvo un escalofrío. Ya se había puesto el sol y el viento nocturno recorría la pradera con sus manos frías, desordenando el ambiente que tanto esfuerzo le había costado organizar al día. Vio sus cedros, aquellos árboles que la habían acogido en tantas ocasiones y que allí seguían, para cuando los necesitase. Y vio la silueta de la dama de verde recortada ante esos y otros tantos árboles. 

Dentro de su pecho se encendió un cohete que subió rápidamente por la garganta y explotó en su boca. Par nunca pensaba mucho en lo que decía, no iba a empezar ahora. 

"¡Oye!", le gritó. Ella se dio la vuelta. El viento se hizo más intenso y estuvo a punto de tirarle a Par las gafas al suelo. ¿Olía a tormenta? Junto a Par apareció un quebrantahuesos casi de inmediato y la cubrió con sus alas. Con un gañido, la apremió para que se marchasen. Pero ella tenía que hablar. 

La dama de verde la miraba, esperando. Par cogió aire. 

"Te echo mucho de menos en el Salón Azul", confesó, y ya no pudo parar. "Porque podrías hacerlo muy bien, y nunca te quedas del todo. Entiendo tus circunstancias, por supuesto. Pero..."

Sí, iba a llover. El trueno y el viento rugieron en el cielo. El quebrantahuesos agitó las alas. Sin embargo, la dama de verde no se movió. Aquel era su elemento. A Par se le empañaron los ojos.

"Pero quiero que sepas que yo nunca me voy a cansar de esperarte", siguió gritando. "El día que entres del todo, arrasarás. Ya pasó una vez, volverá a pasar. ¡Y lo sabes!"

Ella sonrió y el rayo iluminó por un segundo sus ojos, también húmedos. Par abrió los brazos.

"¡Yo siempre voy a estar ahí, esperándote!"

"¡Eso es lo más bonito que me has dicho!", le respondió ella, elevando la voz para hacerse oír en la tormenta, que ya arreciaba. Par quiso estrujarla en un abrazo, pero estaban demasiado lejos. No podría ser, no de momento. Pero pronto. 

"¡Es la verdad! ¡Y tú lo sabes!", el quebrantahuesos le dio un golpe en la espalda, porque se estaban empapando. Antes de subir sobre su espalda para marcharse, Par lanzó una última exclamación: "¡Te quiero!"

"¡Y yo a ti, pájara!" respondió la dama de verde. 

Claro que se querían. Llevaban queriéndose muchos años, y muchos más que vendrían. El quebrantahuesos levantó el vuelo y se perdió entre las nubes. Y mientras ascendían y la cara de Par se volvía una mezcla engorrosa de lluvia y lágrimas, soltó una carcajada al escuchar desde el suelo:

"¡Que llegue Navidad ya, por favor!"



¿Qué has venido a buscar, de tan lejos aquí?
Solo puedo ofrecerte una canción para intentar aliviar tu mal humor cuando ya no puedas más. 

29 de septiembre de 2020

Se viene un jaleo

Ahmad sintió que el aire fuera del caravanserai se hacía un poco más cálido y levantó la ceja, extrañado. Lo normal con la llegada de la noche era que la temperatura bajase, no que subiese. Escuchó jaleo al otro lado de los muros y ya iba a abrir la boca para soltar alguna maldición en persa, cuando se dio cuenta de que los camellos, los burros y hasta las moscas parecían estar sonriendo. Las piedrecillas se agitaban y el mobiliario parecía bailar al ritmo de una canción invisible. 

Ahmad agarró con dos manos su vaso de té.

"Pero, en nombre de Ali, ¿qué dem...?"

Su pregunta retórica se interrumpió cuando las puertas al patio del caravanserai se abrieron de golpe e irrumpieron dentro cuatro personas con cara de estar a punto de vivir la aventura más grande de su vida. Dos chicas y dos chicos. Aunque el segundo de los hombres era más una sombra, un espíritu que les acompañaba e iba hojeando las páginas de un libro y jugando con unos dados que llevaba en la mano. El otro era un personaje alto con una lanza. Una de las chicas era diminuta pero con aspecto de haber abusado del café. La otra, Ahmad no tenía ni idea de qué podía ser. 

El caravanserai se agitó entero, como si se hubiese desatado la fiesta más grande de la historia.

Ahmad bajó la vista hasta su libro de presagios y descubrió que se había abierto en la imagen de Dabbat al-Arz, la Bestia de la Tierra. El hombre-lagarto arrugó el hocico. Aquello anunciaba la llegada del Apocalipsis, pero también sentaba las bases del inicio de un viaje. 

El mago sintió que le pesaban los años, y echó una mirada desdeñosa al cielo. Sabía interpretar un presagio, maldita sea. 

Con la mirada todavía fija en los cuatro recién llegados, que brillaban como la mano derecha de Musa ante el Faraón, se quitó las gafas para limpiarlas y exclamó:

"Yo ya estoy viejo para estos jaleos."

28 de septiembre de 2020

Shir-e Khodah

Ahora los libros cuentan mi vida. 
Para la historia fui un perdedor. 
Un pillo sin futuro, un tunante, 
un pobre ladrón.  


Lo que me fascina Ali no es ni medio normal. Si no estuviese tan bañado en ideología y en sangre, escribiría doce novelas sobre él. Sobre su caballo, incluso sobre Buraq, coronándose como el rey de los sacrificios y el más noble de los corazones. Repartiendo hostias como panes de pueblo, también, porque Dios no te da un zulfaqar para que te lo cuelgues al cuello como hago yo, sino para que lo uses. De verdad, que maravillosa es la mitología de la Shía. 

Y qué mar de lágrimas. 

Un día me animo, lo juro. Me animo y me pongo a escribir épica basada en este mundo, que me da tanta vida y me encoge tanto el corazón. Mientras tanto, que Ali siga corriendo por la estepa de mi cabeza. Porque no, allí no hay desierto, y no le hace falta el yelmo. Solo el caballo, la tela verde al cuello a modo de bufanda y los kilómetros y kilómetros bajo el Cielo Azul.

Corre, pequeño león. 
Enséñales qué es eso a lo que llaman libertad. 


Pero luché contra la miseria
de un siglo de oro que se olvidó

que lo que no te mata te hace fuerte y pule el corazón. 

27 de septiembre de 2020

Bibliomancia

Cuántas veces nos hemos dejado engañar, yo la primera, por lo que vemos en las fotografías. Cuántas veces he pensando que me cambiaría por personas que he visto en la pantalla, pensando que tienen todo lo que quiero y no he podido alcanzar. Y basta con que se abra una rendija (una pandemia y unos posts sobre libros mágicos, en este caso) para darse cuenta de que no es verdad. De que aquella gente a la que has envidiado están rotos por dentro a niveles que tú misma no te imaginarías. Entonces miras a tu alrededor, recuerdas los brazos de alguien a quien quieres apretándote fuerte y te prometes a ti misma que nunca, nunca vas a volver a dejar que la envidia se haga tu dueña.

Y te percatas de que, en realidad, no te cambiarías por nadie. 

Hay que tener un par para hacer lo que estamos haciendo nosotras. Me ha tocado ser, a ojos de las demás, la fuerte, la tranquila, la que está rota pero que no deja que se vea, la que siempre tiene un abrazo listo para los demás. 
La que la caga cuando dice lo que piensa, porque es una burra, pero le da igual. 

Yo qué sé qué va a venir. Yo qué sé. 



En mi cabeza escucho a Yaza cantar y me hace sentir muchas cosas al mismo tiempo. Y no sé si me está cantando a mí, a los dos o a ninguno. 

Esta noche voy contigo. ¡Quiero brindar junto a ti!
Que la pócima es sana y te dará fuerzas para seguir mañana.

20 de septiembre de 2020

La directassa

Ayer me quedé hablando cinco horas (y posiblemente varios minutos más) con Morenza y con Ejade, y les quiero abrazar la cabeza. Entre ayer por la tarde-noche y esta mañana he terminado de "amadrinar" a los niños de la Kelasikoteki y también les quiero abrazar la cabeza, porque es que hay que ser muy lindo para ser tan lindo. Ni mi perra se alegra tanto de ver que simplemente asomo la nariz en cualquier parte. Esta mañana el Mudarres se ha colocado en el nombre su nuevo mote persa porque le encanta. Y me ha hecho ilusión. Y le quiero abrazar la cabeza. Anoche arrastré a Bob y a Princesa al inicio de una nueva aventura rolera que sé que les va a encantar. A Bob sabía que lo tenía medio convencido, pero me hizo feliz también haber mandado, casi de una colleja, a Princesa a la reunión de ayer. Y aunque no se pudiese quedar las cinco horas, al menos rompió esa barrera tan absurda de "no querer molestar". Sabía que no se iba a arrepentir de saltársela. 

Hace días que María de las Angustias no me escribe y me da igual. Aguilar ha tardado lo que Aguilar tarda de media, pero dijo que quería verme. Becca vuelve el domingo que viene. Clare me ha estado haciendo de porteadora y Alexa me escribió hace dos noches, llorando, y cuando se calmó un poco me dijo que yo le había salvado la vida. 
No recuerdo haberlo hecho. 

Tengo una maravillosa familia de bacha que crece sin parar, no sé de dónde han salido. Pero me hace feliz. Los directos de las Termópilas fueron exageradamente bien y City of Brass me está encantando, porque Ali es un azizam de la vida. Y sí, también le quiero abrazar la cabeza. Aunque probablemente tuviera que subirme a una silla para hacerlo. 

Todo este montón de cosas es para decir que estoy bien. Sorprendentemente, teniendo en cuenta que hace dos lustros que no toco la tesis, que Yaza me está mirando con cara de no entender este abandono y que llevo dos semanas sin poder salir de casa. Pero estoy bien. Khubam. De verdad. Estoy bien, estoy tranquila y estoy contenta. Y no esperaba estarlo, porque soy una dramas y una agorera. Estoy bien ahora, después de tener un día malísimo e ir a llorarle a la Titi porque me quería morir. Estoy bien ahora, estoy tranquila y estoy contenta. 

Quería reflexionar sobre las sorpresas de mi vida. Ayer, mientras veía cómo mágicamente pasaban las horas, me acordé del pasado. Esa conversación y todos los temas que tocamos (todos, que dio hasta miedo) me recordaron momentos de otros años, cuando mi realidad era bien diferente, cuando aún no hablaba persa. Cuando ni siquiera existía Simurgh en mi vida. Me entró cierta nostalgia de las amistades que murieron en el camino. Me duró poco, en realidad. Porque en corazón y en mi estómago, el del, que le dicen los iraníes, me acordé de Raúl. Me acordé de que, sin esperarlo para nada, Irán me dio un hermano. Y pensé en las otras sorpresas de este año. En la Princesa, en Morenza, en Ejade, en las Niñas Kratos. Y pensé que no sé por qué cojones me quieren tanto, pero el caso es que lo hacen. 
Como con Alexa, no recuerdo haber hecho nada por ellos. No recuerdo haber hecho nada y, sin embargo, ahí están. No solo disfrutan de mi compañía, sino que la buscan. Y apenas me conocen, no conocen esas partes de mí que harían huir al más valiente, pero no les hace falta. 
Ese amor tan sincero me enterneció y me recordó que siempre es momento para continuar sorprendiéndose. Que siempre habrá personas que aparezcan cuando menos las esperamos y nos llenarán de luz, sin pedir nada a cambio. Cuánto se van a quedar, no tengo ni idea. Pero la risa sincera de Ejade con la chorrada de las patatas, el brillo en los ojos de Morenza cuando le dije que quería que fuese mi master, incluso las lágrimas de la Princesa después de haber visto Your Name. Todo eso se me posó en las manos como una pequeña mariposa. Y ahí sigue. 



Qué demonios he hecho para merecer tanto amor, me pregunto en el acantilado de mi mente, mientras el viento del mar me despeina un pelo bastante más abundante del que en realidad tengo. 
Entonces me llevo la taza de té a los labios y simplemente sonrío. 

Porque estoy bien, estoy tranquila y estoy contenta. 



Luego mi cerebro se pone gamberro y me estropea la escena con Los hoyuelos, pero debo reconocer que me hace muchísima gracia y me pongo a cantar. Porque soy idiota. 

¿Cuántos años tienes? ¡No me digas que te has perdido!
Me siento sucio por dentro, pero nunca arrepentido. 

8 de septiembre de 2020

Otra maceta

Ya he vuelto. Y no veas si se han puesto grandes Samba (aunque estaba claro), Striker Eureka y Kakarot. ¿Y ahora qué hago con vosotras, madre? Ya os podéis ajustar a la maceta que tenéis, que como os la cambie, seguís creciendo y me coméis viva. 


Bob decía que no entendía que estuviese triste, si esta era la última vez que me marcharía de casa sola. La verdad es que yo tampoco lo entiendo. Imagino que es cansancio, sumado a una situación de pandemia que aquí en The Bubble nadie parece tomarse en serio y la perspectiva de que, como nos volvamos a encerrar en casa, yo directamente me tiro del espigón. 
Gracias por ese último beso en el aeropuerto y ese abrazo tan fuerte. Me los guardo hasta que vuelva, esa vez que cambiará todo, aunque todavía no me lo crea. 
Me conformaré con sobrevivir esta semana. 


Mañana se me han acabado las excusas para no trabajar y no me emociona especialmente. Buf, qué sueño tengo. 



I heard melodies from angels, so I played them on the run.
Now my heroes asking me where I'm from. 

3 de septiembre de 2020

El año que (casi) nos volvimos locos

 Y yo que me reía del Covid en marzo-abril. Vaya que si me reía, diciendo que iba a ser un catarro de nada. Ay, qué gracia me hago cuando me sigo demostrando, a pesar de los años, que soy estúpida. 


Me acaba de salir en recomendados la banda sonora de Made in Abyss y quiero achacar todos mis problemas mentales del verano al momento en que dejé de ponérmela para trabajar. Eso, por buscar una justificación absurda para todo mi malestar. Acabo de colgarle a Ilse y casi me ha dolido escucharle decir "¿por qué no disfrutas simplemente de estar allí?", pero solo porque tiene razón. Vaya si la tiene. A menos de una semana de marcharme, empiezo a preguntarme por qué demonios me ataca ese sentimiento de culpa tan extraño si no me paso las mañanas pegada a la tesis, aunque no haga nada. 
Me planteo que podría haber hecho más cosas, disfrutado más, organizado mi verano de otra manera y sin escudarme en la frase "es que tengo que trabajar", parcialmente vacía. Como si no pudiese llevarme el trabajo en la mochila a donde me diese la gana. Lo he hecho por todo lo largo y ancho del mundo, ¿cuál era el problema esta vez?

El problema, mis queridos Avani y al-Ahmar, es que quería quedarme donde estaba. Quería vivir en mi burbuja imperecedera y simplemente esperar a que pasase el verano porque, además de que no me gusta, se me hace una época muy confusa de mi vida. Y he tomado decisiones malas y he metido mucho la pata. Pero al menos he acompañado a Bob en muchas mañanas de trabajo, y al fin y al cabo eso tampoco está mal. 

Vaya verano, madre del verbo divino. Satanás en traje de luces. Los siete demonios del miedo vestidos de flamenca. Una tortuga en bici. ¿Qué? ¿Y yo qué cojones sé ya?



(Ah) Mi cabeza... dios mío, mi cabeza.
(Av) Voy a hacer té.
(Ah) Llevas haciendo té todo el verano.
(Av) Y pienso seguir durante todo el invierno. ¡Ay, que nos pille confesados!

1 de septiembre de 2020

"Eso era una prueba"

Un día ya no nos iremos más. Eso me dices cada vez que nos toca despedirnos, eso te digo cada vez que me toca hacer la maleta (odio hacer la maleta) y subirme a un avión. Lo que te he dicho esta tarde es verdad, no hubiese cambiado un trabajo fijo y un sueldo por ti. Al fin y al cabo, esta es la aventura que elegimos hace diez años. No es la mejor, no es la más fácil, pero es la nuestra. No sé hasta qué punto esto no es un placebo, un bálsamo para curar mis propias heridas y para mantener viva la esperanza de que habrá un futuro mejor, un futuro juntos. No nos vamos a rendir ahora, ¿verdad? No después de tanto tiempo. No después de tanta lucha. 

Te quiero. Te quiero muchísimo. Te quiero como el fuego al viento. Te quiero como el Fuego Sagrado que es Atar quiere al Nombre del Viento. 

11 de agosto de 2020

Txaca

 "Master of Names", my coworker just named me. I want that included on my CV. 

Perhaps this was exactly what I needed in this crappy exhausting day. Just perhaps. 



EDIT: Turns out that I also needed a hug from Dad, a nibble from Sombra, a kiss from Bob and some Porter Robinson loud on my ears. 

8 de agosto de 2020

Amazing support system

 "I love you, you are so amazing and we will get through this together!"

And again, hopefully you will be right. Last week I had my best friend over for tea and I felt confident enough to confess how I was slightly ashamed of my behaviour for the past three years regarding the people in St Andrews. I've been focusing too much on people that didn't care for me as I did for them, and along the way I left people as sweet and loving as now I realise I have by my side. 

And I wonder what did I do to deserve that. They keep my madness at bait, especially during these demonically mad times. I am unsure of my fairness whenever I look back in time, losing sweat and sometimes tears over those who were there, but not as these two amazing women are right now. And I guess I just needed a bloody pandemic to realise, and perhaps some shitty behaviour from our school department. 

Sometimes I am amusing to observe. Sometimes I am just a pain in the ass. 

But for the time coming, I will treat them as lovingly and supportingly as they have done with me (and they say I have too, I just cannot recall that). And this amazing support system will grow stronger. 



And you, shit-heads hiding behind that passive-aggressive email, you don't want to see us angry. 

2 de agosto de 2020

Deja que te mire

"Pues... se ha quedado buena tarde."
Eso me has dicho, tumbados los dos en la cama y empapados de sudor, y nos hemos muerto de risa juntos. Me ha hecho tantísima gracia. Pocas cosas más quedaban por comentar, cuando hasta escasos minutos antes nos lo estábamos diciendo todo sin mediar palabra. Qué bonitos todos los eufemismos que usamos para convertir el sexo en algo hermoso, pero, bueno, es que lo es. Es que puede serlo. Y no podría contar con mejor compañero para demostrar la hipótesis. 

Cuando estamos juntos pienso en Yaza y en Dannara, y sé que aunque tenga muchas inseguridades al respecto de cómo describir su proceso de enamoramiento, sé que no habrá duda ninguna al explicar lo que se quieren y cómo se quieren. Porque así nos queremos tú y yo, de forma incondicional y divertida, irreverente y pasional, tierna y feral. Porque buscamos darnos la mano cuando estamos trabajando juntos y a alguno nos atacan los pesares, y de la misma forma nos faltan manos y bocas para buscar nuestros cuerpos cuando se alinean los astros y resulta que tenemos un espacio propio que desordenar, un silencio que llenar con suspiros, jadeos y notas de la mejor música. 

Te quiero mucho. Te quiero muy fuerte. Y te quiero tanto cuando me abrazas y me proteges del mundo, tanto cuando decides regalarme la vida dos veces, aunque ninguno de los dos estemos muy seguros de cómo cojones es posible. 



Pero si no se te ocurre nada, podríamos ir al valle aquel, que tu mirada me causa una cosita en mi corazón. 
No me dejes hoy, déjame mañana. 
Pero si no se te ocurre nada, deja que te mire, perderme en tu espalda, sentir esa cosita dentro de mí. 
Pa' mí que no saldrá. Pa' mí que no saldrá. 



Se ha quedado buena tarde. Se ha quedado perfecta en tus brazos y sin ropa. 



Cosas que tienen que ver, hace un año estaba empezando a prepararme mentalmente de que me iba a ir a Irán. Pronto hará un año de todas esas memorias. Un año. No me lo creo. ¿Cuándo ha pasado un año, si se siente como hace apenas dos meses?