26 de noviembre de 2020

The age of anxiety

To Hell with everything, me voy a casa. No puedo esperar a abrazaros a todos. 

24 de noviembre de 2020

30

Seriamente, muy en broma.
Sobre un papel trazaremos con decisión una línea recta. 
Seriamente, muy en broma, ¡qué idea tan genial!


Hoy cumplo treinta años y no podría estar más feliz al respecto. Estoy contenta con cómo ha sido mi vida en la última década, con todas sus alegrías y sus penas, con todo lo que he aprendido y lo que he ganado y perdido. Estoy feliz, estoy orgullosa del camino recorrido. Me siento valiente y me siento capaz. Estos diez años han tenido de todo. He vivido en cinco países diferentes, en tantas ciudades que no sé contar, me he enamorado como no sabía que podría hacerlo, he aprendido idiomas nuevos, he sufrido la pérdida de mis seres queridos, he llorado lágrimas amargas por amigos que me traicionaron, he celebrado diez años al lado de amigos que siguen siendo para siempre, pese al temporal, y he crecido por dentro y por fuera. Incluso diría que estoy orgullosa de la persona en la que me he convertido. 

Mi yo del pasado, mi yo de quince años, también estaría orgullosa. Es más, estaría flipando si me viese ahora. Mira todo lo que hemos conseguido, Gulle. Mira hasta dónde hemos llegado y todo lo que nos queda. Te lo dije, que merecería la pena. La ha merecido. 

La verdad es que estoy bien. Muy bien. La palabra para describir este día es simplemente "feliz".




No te escucho acercarte y solo te veo cuando estás frente a mí. 
"Feliz cumpleaños", me dices, con esa sonrisa. Con tus ojos oscuros brillando como el primer día, hace aproximadamente dieciséis años. Yo te devuelvo la sonrisa. 
"Gracias". 
"La verdad es que apenas has cambiado", susurras. Yo casi me río.
"Tú estás igual de guapo que siempre. Por ti no pasan los años."
Te ríes. Te sientas a mi lado, con las piernas colgando del borde igual que las mías. Siempre está el mar allí donde nos encontramos. 
"Así que treinta, ¿eh?"
Yo saco el pecho con orgullo.
"Así es. ¿Qué te parece? No está mal. Nunca me planteé que llegaríamos hasta aquí. Quiero decir, no tenía pensado morirme, pero entiéndeme. Cuando apareciste en mi vida no me imaginaba que tendríamos treinta años en algún momento."
"Lo veíamos como algo muy lejano, es verdad."
"Al fin y al cabo, yo tenía catorce y tú dieciséis. Y ahora tenemos treinta los dos. Hay que joderse."
Te vuelves a reír mientras levantas la mano izquierda. 
"Encima, no te quejes. Yo me llevé siempre la peor parte."
"O la mejor."
Nos reímos juntos. Las olas rompen. El mar está gris y precioso. Parece que va a llover. 
"Les echo de menos", murmuro. Tú suspiras. 
"Yo también."
"Pero siento que están aquí con nosotros. Como tú, que siempre estás conmigo. Eso es algo por lo que estoy agradecida."
Tú sonríes, y no sé si te estás emocionando, porque no te veo bien la cara. 
"Me alegro de estar aquí."
Yo apoyo la cabeza en tu hombro y tú me coges la mano. 
"Ahora otros treinta, ¿no?", te pregunto. Tú te ríes. 
"Por supuesto que sí."





Miro al cielo y echo a volar. Por el mundo pienso viajar y soñar.
Nada me detendrá, nada me hará volver la vista atrás. 
Bajo rayos de sol, bajo tormentas; no me detendré.

Y los días pasarán y si tú no estás yo te recordaré. 
¡Te recordaré!
El camino no tiene final. Mi destino me ha de guiar más allá. 

Miro al cielo y echo a volar. Por el mundo pienso viajar y soñar. 

22 de noviembre de 2020

Sans trucage à mon âge

Le voy a tener que agradecer a la obsolescencia programada la mañana tan estupenda que estoy teniendo. Y es que, con la cabeza (y otras partes) ya calientes de que las super compañías hagan fallar un teléfono que funciona perfectamente, solo porque tiene cuatro años y ya "debería" comprarme otro nuevo, o es posible que todo se descomponga y se vaya al carajo, he mandado a tomar por saco Spotify y otras plataformas musicales y me he puesto a escuchar mi música. La música que yo metí en el teléfono cuando me lo compré. 
He visto muchas cosas que ya no me gustaban tanto y, de hecho, las he borrado. Pues porque pese a todo quería hacer espacio para la nueva actualización, no está el patio como para que yo me compre un móvil nuevo ahora. Pero también he visto auténticos temazos, temas preciosos y que han estado conmigo, algunos, desde la friolera de 2005, cuando me regalaron mi primer mp3. 



Oh, I'm not afraid. 
I'm giving into grievances again. 
You're looking at an absolute zero. 
I'm not the devil, but I won't be your hero. 



Vaya un viaje al pasado. 

Ahora que me quedan apenas horas para cumplir los 30, ha sido un viaje precioso de reencuentros, de mirar para atrás y de sentarme a cantar con todas esas "yos" que he sido a lo largo de los últimos quince años. De verdad, no puedo enfatizar lo suficiente lo mucho que me han llegado algunas canciones. De algunas he visto el momento, el instante al que me transportaban, porque me las descargué después de escucharlas en sitios muy determinados. Otras me han vuelto a conmover como lo hicieron hace años. Otras me han matado de risa. Pero que todavía tengo Una de piratas, por favor. Que hace años que no me fumo un porro y ahí está, recordándome a Cheko y su media sonrisa colgada de la boca, en un edificio a medio construir, con un frío que pelaba y muchas, muchas estrellas. 

En resumen, que me ha encantado. Gracias, amenazas de obsolescencia programada. 
Me has regalado la vida en este domingo. 



¡Vuela por el cielo azul! 
Fuma sobre tu diario dividido entre corsarios que abordan nuestro velero. 
Que con una calavera y portando un cenicero están quemando...
¡Están quemando mi bandera!





EDIT: Pero que me acaban de salir seguidas I like you, I love you, luego ¡Venga ya! y rematado con I fly. Así, sin anestesia ni nada. ¡Pero qué está pasando, Doctor García! 

15 de noviembre de 2020

If someone could take us back

"You are very pretty. I like looking at you. And I am not doing so because this is a live stream and I want to grab you attention."
"You're an idiot. You are a big, fat idiot!"



Me acuerdo de la primera vez que te vi y te echaste encima de mí (literal), porque me escuchaste hablar inglés y me preguntaste si podíamos ser amigas. Me acuerdo de que me salvaste la vida al dejarme vivir en tu cuarto, aunque reconozco que casi me muero cuando descubrí que te alimentas a base de semillas y que no comes ni un tercio de lo que como yo. Aquel porridge con agua caliente y uvas casi me destruye. Pero aprendí la lección y empecé a traer mi propia comida. 
Me acuerdo de hacerte un tratamiento en el pelo, de la cuchara de kiwi, de los paseos en bici por Zurich con un frío que pelaba, de las reuniones con grupos de gente que siempre terminaban con nosotras de vuelta en tu/nuestra habitación hablando de lo divino y de lo humano. ¿Tendrás todavía la bag of shame? Me acuerdo de asaltar los apéros porque teníamos hambre y porque, bueno, comida gratis. 

Me acuerdo de cómo apareciste en mi vida para salvarla. Tengo nuestra foto en Pastrana con Alvarito. Tengo las notas de bienvenida que me dejabas sobre la cama cuando llegaba a Zurich pero tú no estabas en casa para recibirme. Contigo aprendí que a la gente hay que dejarles sentirse libres junto a ti para que decidan volver, para que busquen tu compañía. Me enseñaste a respetar otras creencias, a sobrevivir a base de comida robada y pipas, a que hacer una quiche a veces necesita de algo más que buenas intenciones. 

Luego nos volvimos a encontrar en Nueva York y fue una de las grandes alegrías de mi estancia allí, saber que estabas. Aunque tuvimos algunas cosas complicadas, una vez más comprobé que puedo sacarme las castañas del fuego yo sola cuando entro en ese modo "todo irá bien" y tengo la música adecuada sonando en los auriculares. Al final, no me pude quedar contigo, pero no importó. Aunque sí hice alguna visita a ese piso tan extraño, con esa bombonera llena de gafas usadas, las paredes atascadas de cuadros horribles, los muñecos rotos, las manchas de humedad y la espada en el paragüero. Me acuerdo de ti diciéndome "te ofrecería asiento, pero no sé dónde te puedes sentar". Me mata de risa. 

Tengo las fotos más bonitas del mundo junto a ti. Siempre has tenido un sentido especial a la hora de hacernos fotos. Y me alegro mucho de haber recorrido Central Park contigo, habernos sentado en la terraza del MET y haber echado horas en las bibliotecas, como cuando vivíamos juntas en Zurich. Me sigues enseñando mucho, y han pasado cinco años desde que hiciste de mis años oscuros algo un poco más brillante. Desde que me diste un motivo para sonreír cuando volaba a Zurich. 

Eres una luchadora. Eres la mujer más fuerte que conozco. Y, aún así, la vida se empeña en lanzarte a la cara todo lo que tiene con asco, con burla, con recochineo. Y yo tengo que apretar los puños hasta clavarme las uñas para no volverme loca de rabia. No es justo. No es justo que estés pasando por lo que pasas ahora, y tampoco es justo que tengas que subirte al tejado para contármelo porque no quieres que "ellos" te oigan. No sé cómo me sentiría yo si estuviese en tu lugar. Pero quizá, como decíamos ayer, entraría en el "modo supervivencia" y seguiría caminando hacia delante, como ya hicimos en Zurich. 
Como ya aprendimos a hacer cuando no teníamos a nadie más que nos cogiese la mano. 

No quiero que te estén haciendo lo que te están haciendo. No quiero que sufras como sé que lo haces, aunque me cuentes que no te importa. Claro que te importa. Nadie tiene el derecho a tratarnos tan mal solo porque... bueno, porque sí. Y estas personas se dicen cristianas y miran por encima del hombro a los "herejes" como yo, que no practicamos ninguna religión más allá de una extraña espiritualidad derivada de ocho cultos diferentes. 
Ellos piensan que son mejores y aún así, deciden destruirte poco a poco. No puedo evitar que se me agrie la boca cuando me lo cuentas. Te mereces algo mejor. Te mereces todo lo mejor, y no sé qué cojones le pasa a la vida, que no te lo da. Ojalá volver a fingir, en lo alto de la Rainbow Room, que las copas que hemos cogido de una mesa vacía son las nuestras, porque no podemos pagar lo que cuesta un cóctel en lo alto del Rockefeller building. Ojalá volver a hacer el imbécil en Chinatown. Ojalá volver a tener una fiesta en la terraza de tu/nuestro piso. Ojalá volver a perdernos en Guadalajara con el coche porque Alvarito ha leído mal las indicaciones. 



Mi Zoof. Has crecido y has cambiado de forma espectacular en estos cinco años, y en los últimos dos me has contado cosas que sé que antes jamás habrías dicho en voz alta. Quiero pensar que estás aprendiendo a perdonarte ser humana, y que el hecho de tenerme a mí, que soy extremadamente humana, te está ayudando. Porque yo me cabreo, grito, lloro, le doy puñetazos a las paredes (una y no más, aún tengo la cicatriz), me emociono, me pongo nerviosa, me río altísimo... y cometo errores sin parar, y te los cuento. Porque me he dado cuenta, después de todos estos años, de que la única que no estaba asustada de ser imperfecta era yo. Y tú le tenías terror a admitir que, como todos, tenías fallos. 
No pasa nada. Seguiremos trabajando en ello. Seguiré llamándote, seguiré mandándote fotos y haciéndote reír, princesa Disney, seguirás siendo una de las estrellas de mi cielo. Porque te debo mucho, y me encanta debértelo. Eso significa que nunca me iré. Porque no voy a irme, Zoof. No voy a marcharme nunca, no importa en qué continente (o planeta) vivamos las dos. 
Nos dimos la mano muy fuerte en Zurich para que el viento del invierno no nos tumbase a las dos y nos derrotase. Todavía no nos hemos soltado, aunque ya no podemos sentir físicamente los dedos de una y de otra entrelazándose. Sigo estando aquí, voy a estarlo siempre. Especialmente cuando quieras compartirme lo muy humanas que somos las dos. 

Te quiero mucho. Y ya no te da apuro que te lo diga, sino que tú me lo dices otra vez. Eres la única persona del mundo que me llama Lauritta y no está muerta. Eso es un logro tremendo, lo sabes. 


"I suffer from this incurable disease that's called life".
Zoof, April 2019, NY.



Y no encuentro mi voz. Se la habrá llevado el mar. 
No me mates, que aún no estoy en Nueva York. 

12 de noviembre de 2020

La urraca más feliz del mundo

"Creo que tenéis algo que me pertenece."
Qué grande eres, Bob. 


Voy a dar dos lectures en la universidad. Voy a ser lecturer el semestre que viene y, además, les voy a enseñar el arte de los Safavíes. O sea, que les voy a reventar el powerpoint con pájaros, dragones y árboles. Voy a enseñarles lugares que he pisado y que son maravillosos. Les voy a hablar de Muhammad, de Jibril, de Ali y de su zulfiqar (hombre, cómo no). Estoy asustada, eufórica, nerviosa, muerta de risa, todo a la vez. 


No me lo puedo creer. 

Estoy viviendo un sueño. Voy a ser, durante un semestre (y lo que venga), profesora de universidad. 



La próxima vez que me pregunten qué he estado haciendo, diré que currar como una mala bestia en el más absoluto de los silencios. Y con Nujabes de fondo, pero porque eso es un modo de vida. 

¡Sí!


Understanding of the things around me
that becomes the wisdom that I need.
Living this life to the best of my ability
channeling energy to my thoughts into your symmetry.

Light as a feather,
when I'm floating through.

10 de noviembre de 2020

Un dedo pulgar

Estaba teniendo una hora nefasta. Muy, muy mala. Negra, hundida, doliente. He cogido mi comida y he stormed out into la cocina, con ganas de despejarme hablando de otras cosas, con ganas de alejarme de ese pensamiento tan rápido como me había alejado de la oficina. 

Como siempre, han bastado cuatro gilipolleces para romper al Flaco y que los dos nos pusiéramos a llorar, pero de la risa. Porque cuando quiero, me transformo en un dedo pulgar. Creo que lo he matado. Yo he dejado de ver por las lágrimas de risa. 

Ay, qué maravilla. 

Así es. 
Qué maravilla.



Y cómo me las maravillaría yo. 

9 de noviembre de 2020

La dirección correcta

When I am lost. When I am down. When I feel cold. When I can't find the right direction. 
I've got a compass inside my chest. It gives me direction, it gives me a sense. 


Qué vergüenza me doy a veces, copón. Pero, antes de contar el episodio y verlo en retrospectiva, debo reconocer que me siento fatal, pero que me ha hecho mucha gracia. Así es, me he retratado como una personal vil y acomplejada y, aún así, me sigo haciendo reír. Es que soy la leche. 


Todo lo que tengo se lo debo a mi locura y todo lo que se me va tiene la culpa también ella.
Porque me sacó de muchas de las que nadie me cura, pero me ha metido en alguna que me ha dejado mella. 


Hoy ha aparecido una amenaza en el horizonte. O, al menos, alguien que yo sentía como una amenaza. Y es que me he dado cuenta de que, aunque me he quejado de estar sola en los salones azules con mi traje de irania, en realidad me gustaba. Me gustaba ser la única (que en realidad no lo era, pero yo me entiendo). Me gustaba ser... especial. La maldita palabra, escrita con la punta de una navaja en la piel de mis costillas. Ahí, donde más duele, cerca del hueso. Lo más cerca que van a estar esas letras de mis huesos. 

He entrado en pánico. Vaya si he entrado. He visto derrumbarse ante mis ojos todas las piedras (si es que soy dramática, me cago en la leche) que he estado poniendo, echando sangre, sudor y alguna lagrimilla, a lo largo de todas estos años. Así que cuando se ha presentado la oportunidad de marcar territorio, lo he hecho. Me he tirado a la arena como Fereydun transformado en dragón, con los dientes por delante y, en principio, sin intención de morder, pero con las mismas ganas que él de darle un buen susto a quien tenía delante. 

He rugido, he chasqueado la mandíbula y he hecho gala del color de todas mis plumas. Y me he sentido satisfecha, afianzando mi peso sobre las piedras. Esas mismas piedras que me sustentaban a mí. Me he olvidado de todos los valores que defiendo solo porque me ha entrado el pánico de ver mi ego atacado. Me he olvidado de lo que soy y de la razón por la que hago las cosas que hago. 

Me he convertido en el monstruo que en realidad soy. Y me ha dado por reír. 

¿Por qué me he reído? Porque esta locura irracional, este monstruo, no lo ha visto nadie. Desde fuera no ha podido apreciarse más que todas las capas de mi hipocresía. Esa sonrisa de Alastor que se me pone en los labios cuando siento que, poco a poco, se me van afilando los dientes. Esa capacidad innata que tengo de mentir sin que se me note, pero hacerlo de forma que consigo lo que quiero. Me sale estupendamente bien. Ha vuelto el sabor metálico y un poco amargo a la boca. Ha salido el demonio real. 
Y me da por contárselo a alguien que ahora va a pensar que soy despreciable. Que... bueno, en realidad puedo llegar a serlo. 

Luego me he sentado a pensar el origen de esa embestida, de ese ataque frontal a la supuesta amenaza. Que ha resultado no serlo para nada. Ha resultado ser alguien que no podía creerse que estaba hablando conmigo. Una persona que, además de ser jovencísima, me ha dicho que quería llegar a ser algún día la mitad de lo que yo era en ese momento. 
Y yo riéndome, por supuesto. Riéndome del susto tan grande que le acababa de pegar. Riéndome de cómo ha reaccionado y cómo pensaba que era una fantasía estar hablando conmigo. 

Lo he arreglado, por supuesto. Le he dado un título y más bibliografía de la que podría soñar con tener un lunes por la noche. Le he dicho cosas que le han hecho sentir bien. Y no dejaba de darme las gracias y de repetirme que no se estaba creyendo que yo fuese así. Así. No me has visto en realidad, pequeña persona. No has visto lo que había detrás


A veces se me tuerce la cabeza y la lío.
Como cuando crío. Como cuando me quitan algo que es mío. 
No tengo razón pa' joderle la vida. 
No sé la razón por la que desconfío. 


Me he sentado a pensar y me he dado cuenta de lo frágil que es en realidad mi amor propio, y cómo esa reacción desmedida (repito que todo esto ha sido por dentro, me he cuidado bien de que por fuera no se viese nada) no es sino fruto de mis inseguridades. De mi miedo a que la gente descubra que, en realidad son un fraude. A que dejen de hablar conmigo, a que dejen de quererme. Así es, tan profundo y tan real. 
Y luego, porque "si me juzgo yo misma me absuelvo de todo", me he vuelto a reír. Me he reído de mi propio susto y de mi capacidad de ser ridícula y absurda. De la falta de confianza que tengo, porque de verdad me creo buena para nada. Estoy esperando oportunidades para demostrar "algo" como si me fuera en ello respirar, y con mis ansias solo aprieto más el nudo. 

Trabaja en silencio, me repito. Que tu trabajo sea tu ruido. 
Y me he vuelto a reír, una vez más. 
Porque sé que quien tenga que molestarse en quererme lo hará pese a todo. Porque darme cuenta de mis errores me hace gracia y es el primer paso para corregirlos. Porque mi propia absurdez me hace gracia. Y porque, si soy completamente sincera, me ha gustado ver que soy capaz de defenderme con un despliegue de datos y elegancia y una floritura en la mano que haría que el mismísimo Iblis se sintiese orgulloso. 


Helps me find my way. 
Sometimes it's not easy to see. 

4 de noviembre de 2020

No me arrepiento, pero a veces lo hago

Ayer tuve una conversación que me llevó al pasado y no en el buen sentido. Me recordó muchas cosas, algunas de ellas hirientemente recientes, y me hizo pasarme algunas horas de oscuridad recordándome y preguntándome cosas. Algunas de ellas absurdas, otras profundas, otras disfrazadas de tontería pero que escondían un resentimiento, en realidad, más preocupante. 

Pensé en otras personas, a pesar de que estaba hablando con alguien y que, juro, le estaba prestando atención. Me cegó la luz. Me emocionó esa luz. Y luego me asustó, porque me recordó tantísimo a otras luces que ya he visto antes. Otras que quise que se incorporaran al alumbrado de mi universo. Y pensé en la última vez en que me sentí así hablando con alguien. No hace tanto. Luego le di una pensada nueva y descubrí que me había olvidado de alguien, pero bueno, el caso es que no hace tanto. 
Hace tres años (cuatro, Lau, cuatro) alguien apareció en mi vida como un torbellino, un festival de colores, una cantidad increíble de amor que compartir y promesas que se convertirían en recuerdos. O, pensé, quizá así fue como lo interpreté yo. Quizá toda mi historia con esa persona (esas, Lau, esas) no fue como yo la imaginé. Quizá solo fue mi proyección de un deseo muy intenso. Y pasaron esos tres cuatro años y hoy, aunque me duela reconocerlo, no me apetece ver a esa persona. La última vez que nos fuimos de paseo descubrí un abismo inmenso entre los dos. No discutimos, no pasó nada que pudiera clasificarse como "malo". Simplemente, lo supe. Como supe, hace tantísimo tiempo, que la persona a la que yo más había querido en mi vida ya no tenía nada que ver conmigo. Y lo supe después de un abrazo. Eso está escrito en este blog, uno de los momentos más dolorosos de mi vida, en el año 2013... creo. No lo recuerdo bien. Lo que sí recuerdo es la sensación de vacío y de desazón. 
Como con este último paseo. Ni se compara al dolor que sentí en aquel momento, por supuesto. Esto solo fue cansancio. Desazón. Vacío. Agotamiento. Y pocas ganas de que algo así me vuelva a pasar. 

Me pasó dos veces, y con una de ellas no estoy segura de cómo me siento. La otra es la del paseo. Es que soy imbécil de verdad. Joder, lo que le quise. Lo que podríamos haber sido si me hubieras querido "menos" y me hubieses querido "mejor". O no. O lo mismo todo terminó cayendo por el propio peso de mi empeño y mi pesadez. La verdad es que ese pensamiento me asusta y me entristece a partes iguales. 

Y, de repente, apareces tú. Aparece alguien en el camino de forma abrupta e inesperada, casi como cuando Hushang descubrió el fuego. La piedra casi me da en el ojo y cuando me doy la vuelta me maravilla el brillo de lo que veo. Siempre he sido bastante urraca, la verdad. Y yo vuelvo a hacer las mismas gilipolleces a pesar de que me he estado poniendo la brida en la boca para no hacerlo. Me vuelvo a preguntar qué parte de todo esto es real, cuánto es mi propio deseo proyectado y cuánto voy a tardar en meter la pata emocionalmente, porque nunca se me han dado bien estas cosas. Mi propia experiencia me avala. Estaba haciéndolo muy bien hasta anoche, que me dio por pensar y acordarme. Y ahí viene cuando la matan. ¿La mataron? 

A veces me pregunto, como anoche, por qué tengo esa necesidad tan tóxica de querer con desespero, solo para que me quieran de vuelta. Para que me digan que soy importante, para que me digan que soy necesaria. Si ya me lo dicen. Si ya me quieren como en mi vida me imaginé que me querrían. Si me lo han repetido toda la vida: que nunca estaré sola, que soy alguien sin quien algunas personas no conciben su vida. Entonces, ¿por qué? ¿Qué me pasa? ¿Tengo el ego tan grande o no tengo uno en absoluto? ¿Son mis inseguridades o es que estoy pagada de mí misma y tengo que hacérselo saber al mundo?

Y como tantas otras noches, no encontré respuesta y me dormí. Y me acordé de aquella frase. "Nunca te arrepientas de haber querido". Ojalá tatuármela en lo más profundo de los huesos. Ojalá ser capaz de vivir a su altura y conseguir, efectivamente, no arrepentirme del amor que di cuando no fue correspondido, de lo que entregué cuando el resto no lo hizo. Porque eso significaría que habría alcanzado un lugar seguro y tranquilo donde sentarme a beber té.

Si lo pienso, no me arrepiento. Pero si lo vuelvo a pensar, sí me arrepiento. Y me abrazo a la soledad, que es mi compañera de almohada, y es una de las pocas veces en que agradezco tenerla. 

Y... pese a todo... aún así... ¿y si esto fuese otra sorpresa y yo solo tengo miedo? ¿Y si no lo fuera y yo sigo siendo la misma imbécil?





EDIT: 
"A veces, cuando estoy triste, me pregunto por qué me quieres."
"Porque me das vida. A mí y a tantos otros. Ojalá pudieras verlo."
...
Te quiero muchísimo, Bob. 


EDIT2: Sí, el momento en que se me rompió el corazón en mil pedazos fue el 20 de julio de 2013. Ese día, algo dentro de mí se murió y todavía está el hueco de aquello que me falta. Es un hueco que nunca se llenará. Ya no me duele, pero es igualmente triste. Y he tenido que ir a mirarlo porque lo necesitaba. Ya entonces, y de esto hace siete años, predije que me volvería a pasar. 
Y me ha pasado muchas, muchas veces. Me pregunto, mirando al mar, dónde estarás ahora. Espero que seas feliz. 

3 de noviembre de 2020

Cantar a gritos

Pero qué buena es Evangelion y qué maravillosa es Cruel Angel's Thesis


Soon you will find that your wings are behind you
and that they were there all along.
And I believe that one day they will go guide you
and carry you swiftly and strong!

Young boy, step forth and become legendary!

2 de noviembre de 2020

Manuel Doblado

"Goey, ¿si sabes que a la gente la subían al avión y la aventaban al mar? Pues mira, a veces pasa."
"¿¡Qué pedo!?"

-

"Pues de todas formas hay como 30 segundos de retardo entre que me dices algo y yo lo escucho, así que..."
"Raúl, no culpes al móvil de retraso que tenemos de fábrica."
"Por qué me presto a estas cosas..."

-

"Pues qué iba a aportar yo a esta conversación."
"Basándonos en experiencias anteriores, nada en absoluto."
"¿Lo dices por ahorita... o desde siempre?"

-

"Un gusto hablar contigo."
"Pue imagino que lo fue."

-

"Yo qué sé si tienes que ir a Manolo Angulo."
"Ahá, allá mero. Es Doblado."
"Ah, ¿Manuel Doblado?"
"Pues sí."
"¿Y por qué está doblado Manuel?"




Cuando he apagado la cámara, he llamado a Bob y me he puesto a llorar. La historia de Iraj merece ser llorada, siempre. Luego me ha marcado Raúl y ha sido una gran alegría, a pesar de que me llame nada más para cagarse en mi madre y yo en la suya. Pues porque la tuya. 

Te echo de menos, estúpida.