25 de marzo de 2014

Las cosas de Avani XXXVII

"Cuando uno abre la ventana para que le entre el aire, siempre pueden colarse mosquitos. Daños colaterales, no importa. Matamoscas en mano y a disfrutar del frescor", sonríe mi Avani ibn Tahir interior, con los ojos cerrados.

24 de marzo de 2014

A caballo

Hoy ha pasado algo increíble. 
A las 8:30 de la mañana estaba delante de cuatro alumnos, tres chicas y un chico, de la clase de Ciencia árabe, para darles una charla. Más bien, para hacer un ensayo de la conferencia del jueves. Hemos estado hablando de al-Ándalus a través de las Cantigas
A las 12:30 ha venido Alberto Montaner a la facultad, al seminario del que soy secretaria. A venido a dar una magnífica conferencia sobre el Cid, acerca del personaje épico y el histórico, y cómo el poema era un reflejo de la vida de forntera con al-Ándalus. Y, de repente, ha pasado. Alberto Montaner, eminencia en el arabismo, literatura e historia, ha dicho exactamente las mismas cosas que yo escribí en mi proyecto de final de carrera. Las mismas. Las mismas que yo les había dicho a los alumnos de Ciencia, que estaban allí, y que se han dado la vuelta varias veces para lanzarme miradas cómplices. Las mismas. 

Y yo, corroborado mi trabajo por un erudito que no me conocía de nada, he reventado de la felicidad por dentro.
Enhorabuena, Avani. Enhorabuena, al-Ahmar.
Me hacéis grande. 

22 de marzo de 2014

En-go

Se le nota en la voz, por dentro es de colores. Y le sobra el valor que les falta a mis noches. 
Y se juega la vida... siempre en causas perdidas. 
Ojalá que me la encuentre y entre tantas flores. Ojalá que se llame amapola, que me coja la mano y me diga que sola no comprende la vida, no. 

21 de marzo de 2014

Mézclate conmigo

Qué hartita me tienes, al-Ahmar. Ha pasado un año, un año justo, y sigo emocionándome como en aquel momento. Con los trabuquetes lanzando y esas cosas. 
¿Por qué te fuiste, entonces?
Porque no me daba tiempo. No llegaba. No llegaba a ti.
¿Pero volverás?
Claro que volveré. Llevo dos años volviendo. Por nada del mundo dejaré de volver. Y conquistaremos la Última Frontera. Te lo prometí.
Hm.
Bueno... Ella tampoco está mal. La nueva, digo.
No. He de reconocer que la Gallina no está nada mal.
¿La gallina?


Y bajo mi rama hoy tendrás abrigo.


19 de marzo de 2014

Anywhere is

Estamos jodidos Thraïs resopló y levantó la cabeza, como buscando consuelo en algún dios. En algún dios del techo. 
Drenk atrancó la puerta y se volvió.
¿Qué pasa?
El músico cogió al muchacho herido de la muñeca derecha y alzó la mano para que Drenk pudiese verlo bien. Justo en la piel blanca que cubría sus venas azules tenía tatuado un símbolo. Thraïs soltó aquel brazo, se frotó los ojos y suspiró.
Este desgraciado es un príncipe Drenk se mordió el labio. El músico se recogió el pelo en una coleta—. La próxima vez, fíjate un poco antes de salvar a alguien, joder.

11 de marzo de 2014

La historia de algo rojo

Hoy voy a contar un cuento. Un cuento que es real; tengo un testigo.
Es una historia que me demostró ciertas cosas, demasiado profundas como para expresarlas con corrección. Había una película en la que el argumento giraba alrededor de tres cosas: un barco, un unicornio, y la frase en latín credendo vides. Cuando crees, es cuando ves. En este mundo que se lo plantea directamente al contrario, "si no lo veo, no lo creo", yo puedo asegurar que vi. Y creí. 

El cuento empieza hace años. Probablemente cinco, seis, puede que cuatro, pero lo mismo son ocho. No lo sé exactamente. El tiempo, en realidad, no es importante. Fui de viaje con el colegio a Zaragoza, y visitamos, como era de esperar, la capilla de la Virgen del Pilar. Cualquiera que haya estado conoce las famosísimas cintas de colores que se venden allí. Esas que van colgando en los retrovisores de los coches. Mi abuela, que por entonces vivía aunque nunca estuvo sana, se llamaba Pilar y además siempre decía que aquélla era su virgen. Siempre he sido muy simbólica, muy totémica, muy talismática, muy aprotropaica yo. Vamos, que me encanta llenarme el cuerpo de cosas con un significado especial que me vayan a proteger. Así que cogí una de las cintas. No una cualquiera, la mía tenía que ser roja. ¿Por qué? Porque me gustaba el color; fin del asunto.
Me até la cinta a la muñeca derecha y allí se quedó, con el resto de mis pulseras. Nunca he llevado la muñeca derecha desnuda, desde que puedo recordar. La llevé, no sabría decir cuánto tiempo. 
Llegó una Nochevieja, y yo me enteré de que regalar algo de color rojo traía buena suerte. La cinta era muy especial para mí y me había cuidado bien, y precisamente por eso se la regalé a mi mamá. Ella tenía (tiene, pese a todo) una relación muy especial con mi abuela, que es su madre. Su virgen podía cuidarnos a las tres. 
Hace cuatro años, mi abuela empeoró. Nunca estuvo sana, y eso es cierto. Pero los últimos dos años de su vida, todo pareció ponerse peor sistemáticamente. Mi madre me contó que le había dado la cinta roja una de las veces que la ingresaron en el hospital. Ahí, la pista de la cinta roja se perdió. Nunca volví a verla, nunca supe exactamente donde estaba. La tenía mi abuela, y eso bastaba. 
Hace dos años, mi abuela murió. Esa parte del cuento podemos imaginárnosla todos. 
El 23 de febrero de este mismo año, 2014, fui a recoger a un amigo a la estación de trenes de Madrid. Como llegó hacia las nueve de la noche, tuvo el enorme detalle de invitarme a cenar, ya que venía con las pilas cargadas de casa y sabía que yo no disponía de mucho dinero en ese momento. 
Caminando por la acera, de repente, la vi. Había una cinta roja de la Virgen del Pilar en el suelo. Allí estaba, tal cual. Cuando la recogí, lo primero que hice fue mirar a mi alrededor, buscando al dueño o a la dueña. Pero nadie parecía interesado en aquel trozo de tela. Tenía un pequeño doblez, así que deduje que habría estado en un retrovisor, como sería lo normal. ¿Pero cómo había llegado tan lejos de la calzada? Hay que decir que la acera por la que nos movíamos no era precisamente la más estrecha de Madrid. 
Decidí quedármela. Y ahí empezó la magia. De repente, en el momento en que me agaché, en el momento mismo en que la vi, escuché una voz dentro de mí. Como si el universo, el cielo, la tierra, el aire, todos me estuviesen trayendo el mismo mensaje, de parte de mi abuela: "gracias por prestármela; ten, yo ya no la necesito; ahora tiene que volver contigo". 
Sufrí tal colapso de emociones que simplemente me guardé la cinta en el bolsillo. Cuando llegué a casa, la tuve en las manos mucho tiempo y simplemente la miré. Y pensé. Pensé en muchas cosas, claro. Pensé en ella. Y me eché a reír, por lo curiosa y bonita que puede ser a veces la vida. Desde luego, me la até en la muñeca derecha. Con dos vueltas y un nudo sencillo, un rizo doble.
Y me volví a reír. El amor traspasa fronteras. Hasta la misma frontera de la muerte. 
Otro verá una mera casualidad en este cuento. ¿Y qué? ¿Cuántas casualidades habrá que puedan si quiera parecerse? Abuela, recibí tu mensaje. Me alegro de que esta cinta estuviese en tu mano alguna vez.



Fin del cuento.

10 de marzo de 2014

Defying gravity

(I hope you're happy, now that you've chosen this. I hope it brings you bliss. I really hope you get it, and you don't live to regret it. I hope you're happy in the end. I hope you're happy, my friend.)

So, if you care of find me, look to the SOUTHERN sky. As someone told me lately, EVERYONE DESERVES THE CHANCE TO FLY. And if I'm flying solo, at least I'm flying free.

TO THOSE WHO'D GROUND ME, TAKE A MESSAGE BACK FROM ME:
TELL THE HOW I'M DEFYING GRAVITY! I'M FLYING HIGH, DEFYING GRAVITY! And soon I'll match them in renown.
AND NOBODY IN ALL OF OZ, NO WIZARD THAT THERE IS OR WAS
IS
EVER
GONNA
BRING
ME
.
.
.
DOWN!


Las cosas de Avani XXXVII

"Explica cómo diferencia El collar entre locos, tarados y chiflados. ¿Te has planteado que deberíamos cambiar de profesión?", dice mi Avani ibn Tahir interior, con El collar en la mano y la ceja levantada.

6 de marzo de 2014

Las cosas de Avani XXXVI

"Canalizar a los bastardos como deporte eclesiástico oficial de la Baja Edad Media", masculla mi Avani ibn Tahir interior, con el mal humor que supone estar perdiendo el tiempo y ser consciente de ello.

5 de marzo de 2014

Momento revelación 18

Música que no es nuestra y que tomamos como nuestra, música que heredamos de aquellos que todo nos lo enseñan, que nos dan su vida para que aprendamos. 
Música que llevas escuchando desde que eres muy, muy niña. Y, de repente, te das cuenta de que está contando tu historia, la historia del 1/1,000,000 (o eso te quieres creer). La historia de otro. 
Del Otro.



Recuerdo que te conocí burlando noches, como el viento las esquinas. Llenos los dos de soledad. Alimentando cada uno su utopía

Llegaste como llega una canción, bordando el aire.
Gritamos nuestra historia. Compartimos los dos la misma almohada.
De pronto, todo fue importante. Todo era nada hasta ese instante

¡Y a volar!, que el amor no es nada más.
Que el vivir amando es vivir siempre imaginando. E imaginar es libertad.

La luna nos quiso ayudar formando parte de un inmenso decorado.
Y así inventamos lo que estaba ya inventado.
Pero al final la realidad nos trajo el día, y con él lo cotidiano. Lo sublime de ayer, hoy es normal.
Cada uno va a marcharse por su lado.

¡Y a volar!, que el amor no es nada más.
Que el vivir amando es vivir siempre imaginando. ¡E imaginar es libertad!


2 de marzo de 2014

The Kingston came for me

Ha sido un fin de semana... como pocos. Y quería escribirlo.
El viernes alguien me hizo sentir parte de algo importante, que ya tiene tiempo. Parte de canciones que él se sabe mejor que yo, que yo me aprendí para compartir en un momento que quise que fuera especial. Lo fue. Hubo fuego, hubo oscuridad y luces de color rojo, hubo música que gritar at the top of our lungs. And I saw fire. Tocaron todas aquellas canciones que tenemos ambos en el reproductor de música. Estuvimos solos y disfrutamos, y fue genial.
El sábado vino mi familia. Y hay poco que añadir al respecto. Por la noche, un caballero cruzado me habló desde las tierras lluviosas del norte, y me trajo un regalo que no estoy segura de saber agradecerle. Dos, más bien. El primero, una cita para el 3 de mayo. El segundo, una adicción que no recuerdo haber experimentado nunca (salvo con la serie Spiderman de Antena3, por peculiar que suene). Me trajo banderas negras y a todos mis personajes, mi héroes, lobos de mar, a todos juntos. Todos y cada uno de ellos. Que nunca se me olvide por qué llevo tres pendientes de plata en la oreja derecha. Que nunca se me olvide. 
Y hoy, bueno, para dejar de lado las florituras, el Estudiantes le ha metido una paliza al Bilbao Basket y he estado en el Palacio de los Deportes para verlo. Fin. 86-80. Partidazo. 



Me gusta el ron, he cruzado el Cabo de Hornos (o así mienten mis orejas), conozco todos y cada uno de sus barcos y me llevo disfrazando de lo mismo cada Halloween, Carnaval o fiesta desde que tengo 16 años. 
We are free as the wind, wild as the sea, brave as ourselves.