24 de septiembre de 2021

Mi little star

"Please, don't go", you said sobbing. "I don't know what I am going to do without you here."

Clare. 

Mi pequeña estrella mágica. Hoy he tenido que despedirme de ti hasta dentro de un poco. Hasta dentro de un tiempo que no sabemos exactamente cuánto durará, pero que promete ser un poco más largo que una semana. Nos hemos puesto a llorar ambas, porque esto es una mierda. Es una absoluta mierda, y duele, y no quiero tener que despedirme de ti, abrazarte por última vez hasta la siguiente, y pensar que dejo en St Andrews a alguien que se ha convertido en parte fundamental de mi vida. 

Quiero decirte tantas cosas y no me sale ninguna con sentido. 

Te quiero, te admiro, te echaré de menos. Gracias por cuatro años de una relación preciosa, que empezó como un intercambio de post-its con mensajillos y tabletas de chocolate, y que ha terminado por volverse una de las más especiales de mi vida. Somos PhD buddies, somos exit buddies, y somos amigas de aquí a la eternidad, como la canción. 

Voy a echarte dolorosamente de menos. Voy a echar de menos llegar a la oficina a la hora acordada y verte aparecer tres horas tarde porque no te has podido levantar de la cama, voy a echar de menos irnos a comer juntas y las incontables botellas de diet coke. Deja de beber esa basura, hazme el favor, que te va a matar. Voy a echar de menos ir a comer contigo a Tanon, ver monólogos, compartir lágrimas e inseguridades en tu salón mientras comemos Maltesers. Voy a extrañar caminar por el bosque, trabajar contigo, comprarnos cosas ya que bajamos a Sainsbury's. Voy a echar de menos vivir contigo integrada en mi rutina, corregir exámenes, quejarnos del departamento, comentar lo mal-fatal que van los respectivos capítulos de nuestras tesis. Voy a echarte de menos a ti. 

Eres mi estrella brillante, y que nadie te convenza de lo contrario. Que nadie te impida ver todo lo que brillas. Eres una de las personas más bellas que he tenido el placer de conocer. Te quiero tanto. Y estoy increíblemente agradecida de que además hayas podido conocer a Bob, jugar con él a badminton, que hayáis llegado a quereros tanto y que ahora seamos una familia de tres. Te voy a echar infinitamente de menos, creo que ya lo he dicho y dentro de seis frases lo repetiré una vez más. 

Necesito dejar atrás una parte importante de mí misma y duele. Es cierto que el cambio que iniciamos ahora Bob y yo es increíble, y que todo va a mejorar en más de un sentido. Pero, joder, lo que duele... cómo duele. Qué triste las partes tristes de este proceso tan repentino. Siempre diré que no he tenido tiempo de despedirme, pero en realidad ningún momento hubiese sido bueno. 

Gracias por la bandera, por el posavasos, por las tarjetas, por tus fotos de Rory, por la scavenger hunt de mi cumpleaños y los donuts, por los Snackajacks, por las llamadas, por las fotos, por tu sonrisa, porque has sido lo mejor de St Andrews y ahora tengo que acostumbrarme a vivir sin tenerte a quince, veinte, treinta minutos. Estoy ya esperándote al otro lado del canal, si hace falta te vienes nadando. Me quedan estos cuatro años de vivencias y de recuerdos que hemos hecho juntas, de todo lo que hemos vivido y lo que nos queda. Esto solo es un "hasta pronto". 

Te quiero muchísimo.
Te voy a echar muchísimo de menos. 

Cuando nos hemos despedido te he abrazado increíblemente fuerte y tú has hecho lo mismo. "We are going to be okay", te he dicho con todo el cariño que he podido reunir. "We are forever now", he dicho, "we are going to be okay". Y tú me has dicho cosas que guardo para siempre dentro de mí. Has sido un regalo maravilloso que me ha hecho la vida, y no puedo estar más que agradecida. Mi magical star, la estrellita más brillante de todo el cielo. 


Te juro que te abrazaré pronto. 

Te lo prometo. 


Hasta pronto, Clare. Hasta muy, muy pronto. 

23 de septiembre de 2021

Mi sitio (the Nest)

Me he descubierto pensando que esta es la última vez que esta oficina es mi oficina. Que, cuando me levante, este ya no será mi sitio. Otra persona vendrá a ocuparlo. Como yo lo ocupé después de que Valentina se fuera, pero en aquella ocasión ella me lo cedió, me dejó una nota que aún conservo y me invitó a "continuar el legado". No he tenido ocasión de hacer lo mismo con un nuevo PhD. Simplemente he entrado, he vaciado los cajones, he limpiado el escritorio de las cuatro cosas que quedaban y he despejado el tablón de fotos que tenía colgada. 
Le he hecho una foto al "antes" y al "después" de ese tablón, pensaba que para hacer alguna gracia. En realidad, he querido recordarlo para siempre. Como espero recordar esta oficina. Mi oficina. Mi ventana desde la que podía ver el mar. 

Mi sitio.

Los últimos cuatro años de mi vida han estado anclados a esta oficina y en ella he vivido una de las rutinas más agradables. Con sus altos y con sus bajos, pero me encantaba mi, nuestra oficina. Me encantaba llegar de buena mañana y que Yassi ya estuviese trabajando, ver llegar a Clare tres horas tarde, quedarme hasta las y pico, ver atardecer, ver llover, ver nevar, ver oscurecerse al invierno. 
En esta oficina hemos tenido muchísima gente en tiempos pre-pandemia, hemos estado solo dos porque nos lo permitía el espacio de seguridad. Nos hemos reído mucho, hemos celebrado cumpleaños, hemos llorado, hemos vivido situaciones muy extrañas. A todo el mundo que venía a visitarme a St Andrews le he traído a visitar mi oficina, un lugar que durante mucho tiempo llamé the Nest. El nido en lo alto de un cuarto piso en un edificio que se cae casi a pedazos, pero donde resistimos. Anda que no me he hecho tés en aquella máquina maravillosa que dispensaba agua hirviendo automáticamente. Anda que no he gozado mirándome al espejo del baño, el más favorecedor que he encontrado. Nuestro rincón de té llegó a tener una selección maravillosa con la que todas contribuíamos, como si fuese un ritual para las demás. Creo (estoy 95% segura) de que llegué a llevar Spanish Orange después de una de mis visitas a Berlín. Se llegó a acumular un número y variedad de cajas que era hasta ridículo, pero era una de las cosas de las que estaba más orgullosa. Probablemente también fuese cosa de Valentina. Aquella mujer desde luego sabía cómo hacerte sentir en casa. 

Nuestra puerta era realmente algo más. Valentina se encargó de colocar carteles con nuestros nombres cuando Clare y yo llegamos. El mío tenía una cenefa como de iluminación de manuscritos, el de Clare un arco del triunfo. Y estaba cubierta de viñetas, de colores, de fotografías. Ahora que lo pienso, no estoy segura de tener una foto de la puerta. Seguro que sí, porque fue una de las cosas que más me gustó cuando llegué. Hace cuatro años, que se dice pronto. 

En esta oficina he recibido estudiantes y me he sentido toda una profesora. Y ahora, cuando me ponga de pie, se habrá terminado. Ya no será mi sitio, y ahora que estoy mirando al mar me pregunto si estoy preparada. No lo creo. Todo a mi alrededor indica que es el momento. Mi mochila está cerrada y sobre la mesa, mi tablón está vacío, los regalos que le dejo a Clare están en su sitio, el escritorio está desinfectado. 

Y, sin embargo, no me puedo levantar. 

No quiero levantarme. 

No puedo ponerme de pie y asumir que esta es la última vez que entro en esta oficina. No puedo aceptar que de verdad este es el final y que se acaba así, de forma tan vacía. Tengo a Porter Robinson sonando fuerte, como tantas otras veces en que he estado sola y me he permitido el lujo de poner mi música. Necesito que me dé fuerzas para cerrar este tomo con delicadeza y cariño, a pesar de las lágrimas que ya están rodando mejillas abajo y a pesar de ese dolor punzante en el pecho. 

Ya estoy de pie. Ya me he levantado. Ya no es mi sitio. 

Gracias por estos cuatro años, oficina. Seguirás estando congelada muchas mañanas de invierno y ojalá que la persona que ocupe mi escritorio sea la mitad de maravillosa que las mujeres con las que he compartido despacho y vida doctoral. Gracias por ser mi sitio. Mi nido. Mi maravilloso sitio frente al mar, desde donde veía oscurecer, llover, nevar y al sol, las veces que le apetecía salir. 

Tengo que cerrar con llave. Y, cuando lo haga, será la última vez. Hemos terminado la etapa. Que nos quede lo maravilloso que hemos vivido. Te voy a recordar siempre, oficina. 

Porque, por muchos años que pasen o lejos que me vaya, quiero pensar que nos hemos dejado una marca mutuamente. 
Y que siempre vas a ser mi sitio, como siempre vas a ser el sitio de Valentina.
Siempre vas a ser mi sitio. 

Mi sitio. 



Maybe it's a gift that I couldn't recognize
Maybe I don't really need to feel satisfied
Maybe it's a gift that I spent all this time
Just trying to feel alive
Maybe I don't really want to be satisfied
Maybe it's a gift that I couldn't recognize
Maybe this is all
Maybe this was all



PS: Después de dejar la oficina, me fui al Pier y viví un momento de película. Volví a caminar el muro de piedra y me quedé sola allí, completamente sola, durante al menos quince minutos, hasta que decidí volver. Solo entonces empezó a acercarse la gente. 
Agradezco a la vida haber tenido ese momento sola frente al mar, en el que se ha convertido en uno de mis lugares favoritos del mundo. Allí me despedí de St Andrews por el momento, volví a dar las gracias y me dediqué a perderme en lo inmeso y oscuro del mar. Estaba precioso. Me ayudó a sentirme mejor con todo esto de cerrar etapas y me recordó lo maravilloso del capítulo que empieza a continuación.

Voy a volver a escribir sobre esto, cuando el recuerdo dulcifique la experiencia y la convierta casi en una leyenda, en un mito de algo increíble que en realidad sí viví. Y estoy segura de que mis lágrimas serán tan saladas como ese mar al que le di la espalda para regresar. 

12 de septiembre de 2021

Un recuerdo

Andar como un vagabundo.
Sin rumbo fijo, sin meta.
A vueltas de veleta.
Al soplo de viento al azar.

El caso es andar.
El caso es andar.

No me pertenece el paisaje. 
Voy sin equipaje por la noche larga.
Quiero ser peregrino por los caminos de España.



Llevo tanto tiempo caminando que no sé si voy a saber, de repente, sentarme. Menos mal que todos mis peregrinos mentales vienen conmigo, y todas las aventuras de nómada que aún me quedan por vivir. Se puede intentar meter al nómada en casa, pero el nómada no se saca del corazón nunca. 

9 de septiembre de 2021

Coffins - Bohnes

Tengo entre quince y veinte minutos para escribir esto antes de que me llame el Mosquetero para irnos a reconquistar alguna parte del planeta en Age of Empires II, así que intentaré ser breve. 

El primer borrador de mi tesis rozaba las 78.000 palabras y casi me da un jartattack cuando lo vi. Nunca me hubiese imaginado que yo podría llegar a escribir tanto. En mi cabeza estaba convencida de que iba a rozar el límite de palabras permitido con suerte, y ahora resulta que me tengo que meter con la guadaña para podar el seto que es el capítulo 5. Con este voy necesitar ayuda sobrenatural, porque menudo un desastre de capítulo.

Me he dado cuenta de que me duele el meñique de la mano derecha cuando tecleo mucho rato y francamente no tengo ni idea de por qué lo tenso. Se me ocurrió darle al persa en redes y ahora me siento un poco más un fraude. Cosas que tienen que ver. 

El fin de semana salí con Rebecca y tuvimos la fiesta de pijamas que yo tanto necesitaba. Volví a casa cantando por soleares, pero valió la pena. Hubo un tiempo en que a mí me aguantaba el alcohol, qué habrá sido de esa persona y de todos los litros que bebió en la universidad. Me pregunto. 

Hoy he vuelto a escribir porque estaba enfadada y no tenemos piso en Galicia, pero lo tendremos. Sea como sea, porque no es como que tengamos opciones. Lo que he escrito me ha encantado, la verdad, pero ahora no sé cómo sacarme a esos dos personajes de la cabeza. Ojalá tengan una casa en el pueblo, con cabras y muchos perros. Y que coman sandía. 

Me he casado con la persona a la que más quiero en el mundo y eso me hace increíblemente feliz.
Y sí, creo que eso lo resume todo. 


1 de septiembre de 2021

Make something good

Look at the sky, I'm still here.
I'll be alive next year. 
I can make something good.
Something good.


Después de más de cuatro años en Reino Unido y un 2021 que amenazaba con matarme en más de un sentido, de repente puedo (podemos) volver a casa. Y nada más que con trabajo, con un trabajo que no se va a ir la semana que viene, y con la promesa de una estabilidad que hace dos meses, dos semanas incluso, parecía lejana e inalcanzable. 

Volvemos a casa, y yo vuelvo a lomos de la que se ha convertido en mi compañera de llantos y risas, en la espalda de Simurgh. Que no nos pongamos exquisitos, a mí sí me dejaría subirme. 

Queda tanto por hacer y tan poco tiempo. Dije ayer que escribiría algo con sentido, pero ahora mismo solo quiero meterme en harina con el Libro de los Reyes y sentir que he hecho algo de la tesis. Ayer ya tuve el día más tonto del mundo, no lo quiero repetir.


Pero lloré... de felicidad. De la más pura felicidad.

Pasarían cosas buenas, me dijisteis. 
Y por Dios, no os equivocábais.