26 de noviembre de 2017

#NaNoWriMo2017 is finished

Hoy he escrito 50,000 palabras (según lo que le ha dado la gana contar a la página, pero bueno) de lo que de momento se sigue llamando PK, porque es mentira, el título que pensamos ya no nos gusta, y estoy feliz. Estoy que exploto por dentro, aunque no sé si del miedo, la agonía o la felicidad, porque mi idea era terminar la segunda parte y aquí todavía no ha pasado nada. Eso de escribir en vacío debe de ser toda una habilidad con la que la vida me ha bendecido, porque es que si no, yo no me lo explico. 
Pero este mes de escribir todos los días me ha enseñado que puedo compaginar tener la vida de loca que tengo y una novela. Me ha mostrado que soy capaz si me lo propongo, aunque sea rindiéndole cuentas a una página que me manda mensajes motivadores de mierda y que no he pedido, pero que me obliga a plantar el culo en la silla y a contar una historia que me muero por compartir.
Me emociona haber llegado a escenas que tenía pensadas desde hace tiempo, aunque al final no tengan nada que ver con lo que fueron al principio. Me encanta dejar lugar a mi cerebro para seguir creando y sacarme dos personajes de la mano (hola, Indra y Gaw), y seguir formando aquellos que me daban tanto miedo (Dannara y Aka Manah, entre otros). Como también seguir disfrutando de mis queridos protagonistas, que ya no sé con cuál de ellos tengo el crush más gordo. 
Porque, aunque mi oscuridad interna y mi parte más salvaje siempre estará conectada con Verethraqna, es Yaza el que ha conseguido enamorarme del todo a lo largo de estas 50,000 palabras. 

Hemos alcanzado el objetivo de noviembre, y lo que nos queda. 
A ver si el mes que viene ha pasado algo en esta novela. 



"Escribí 50,000 palabras de mi novela."
"¡Genial! ¿Qué han hecho tus protagonistas?"
"Uno, rodar por el suelo. El otro, enfadarse."
"¿Y ya?"
"Y ya."

Suena Iridium de The Sidh, y yo estoy tan feliz como su sonido.

22 de noviembre de 2017

Momento revelación 33

Probablemente porque nunca me he tomado tan en serio un proyecto literario, y probablemente porque estoy sencillamente obsesionada con esta historia y sus personajes, pero he escuchado esta canción y hablaba de él, de mi saltimbanqui, y de aquella aventura que se me ocurrió contar un día.
Te juro, Yaza, que siento toda tu emoción cuando estas palabras se cuelan por mi oreja. Es como si le hablases directamente a la luz, al cielo, a tu vida. 
Te quiero mucho, mucho más de lo que nunca me imaginé quererte. Tu pequeña llama sí que se ha colado dentro de mis huesos.  



Entre corazonadas y emociones vamos tú y yo.
Continuará en silencio nuestra canción, que no va a parar.
Por el borde del cielo y aún más allá van nuestras sombras;
se funden entre siglos.
Recuerdos, que en alguna parte estarán, se mezclan con la realidad. 

No importa si ahora nos roba el tiempo momentos que hay entre tú y yo. 
Seguiré tu voz...

Estamos siempre buscando nuestros sueños, en este mundo sin guía. 
Aunque deje de ver un día la luz, yo sabré...
que hay una llama por siempre encendida que en el corazón me dejaste,
para ver renacer... mi esperanza. 

17 de noviembre de 2017

La última vez que estuve aquí

La última vez que caminé por esta calle y me dirigí a Pimlico Fresh, llevaba un suéter gris lleno de manchas y unas zapatillas que tuve que tirar, porque no les cabía más suciedad. Iba a trabajar. Pero hoy iba a encontrarme con mi pasado. Y al entrar, al cruzar esa puerta de cristal y encontrarme ese mostrador que tan bien conozco, de repente me he dado cuenta de hasta qué punto el recuerdo de esa cafetería se mantiene vívido y dulce en mi memoria. Era como si hubiese estado ayer, como si el día anterior Resi me hubiese preparado huevos para desayunar, Misoo me hubiese pedido que anotase en los tickets los números de las mesas y que el jaleo de la hora de comer me destrozase los gemelos. Todo estaba exactamente igual que yo lo recordaba. Miento; me ha dado la impresión de que las paredes y los armarios estaban un poco más blancos.
No he encotrado a nadie que trabajase conmigo, y es que, sin percatarme, han pasado dos años y medio desde que me marché de Londres. Resi ya no está, como tampoco ninguna de las chicas con las que compartí mostrador, cocina y trastienda. No obsante, en la caja había una chica irlandesa cuyo nombre no recuerdo (no estoy segura de que me lo haya dicho), que cuando me ha entregado mi hot chocolate to take away y he sacado la cartera para pagarle, me ha respondido: "No way, this is on Pimlico Fresh for your services in the past". Y me ha alegrado la tarde.

La última vez que estuve en Londres, Hollywood Undead también había sacado disco nuevo, hacía el mismo frío y la gente estaba tan atacada de los nervios como hoy. Iba corriendo a todas partes y caminar por Victoria Station sin pisar a nadie ni chocarse era prácticamente una hazaña. He cruzado una calle en la que alguien a quien ya no conozco me confesó que quería besarme. He vuelto a ver el Apollo Theatre, donde se mantiene Wicked, resistiendo el paso del tiempo. Había cosas que recordaba, como el White Willow, y cosas que creo que son nuevas, como la fachada del Taquito's. 
Pero si había algo que definitivamente era distinto, esa era yo.

La última vez que estuve en Londres, no quería estar. Y ahora todo es diferente. Me he sentido bien con cada paso, y aunque nunca me gustará esta ciudad como lugar de residencia, he aprendido a perdonarla. A perdonar todo lo que ocurrió entre octubre de 2014 y mayo de 2015, porque de eso, Londres no tiene la culpa. Al final de una calle larga que parece que no se acaba, me espera mañana una universidad que me rechazó. Y detrás, me esperan los pasillos de Asiria, de Sumer y de Akkad. Me esperan las paredes entre las que Buru tomó forma por primera vez en mi mente, y el demonio que inspiró El Rey Pastor. Porque aunque Londres me hizo caminar peligrosamente por el borde del abismo, no me dejé caer. Y la escritura me salvó. Y mi familia me salvó. Y tú me salvaste. Y mis amigos me salvaron. 

Y ahora he regresado, con la cabeza bien alta, podemos decir, a demostrarle a SOAS que mi proyecto de tesis no era tan descabellado y que otra universidad, otros directores, han decidido creer en mí y en mi pájaro. Y como candidata doctoral he sido invitada al coloquio, como miembro del mundo académico, a una universidad que en su día me cerró las puertas y me hizo pensar que tenía que despedirme de Simurgh para siempre.
Creo que necesitaba este viaje. Necesitaba volver a Londres para mirarla de frente, a sus ojos húmedos y grises, con vaso de Pimlico Fresh en la mano y el suéter de St. Andrews de papá sobre mi cuerpo, y entonces decirle: "Estoy aquí; aún estoy viva, porque no conseguiste acabar conmigo. Y ahora, al fin, estoy cumpliendo mi sueño". 

Nunca me he sentido tan fuerte. 



"Me alegro de que estés en Londres recordando las cosas buenas que viviste allí, y no las malas". 
Y yo también, Lu. Yo también. He sido lo suficientemente madura como para quedarme con todo lo bello que me proporcionó esta ciudad, que aunque fuese poco, como dice Anahita, "cuanto más pequeña es la luz, más intensamente brilla".

I don't care who you are, where you're from or what you did, as long as you love me. 

16 de noviembre de 2017

Desordenados

Ayer tuve dos sueños horribles, que posiblemente se podrían catalogar como pesadillas. Me desperté nerviosa y con un molesto dolor de barriga, pero mi cerebro conectó la opción "mente fría", y me tranquilicé pensando que no es la primera vez que mi mente, excesivamente creativa, me juega una mala pasada. Y los sueños, al fin y al cabo, solo son sueños. 
Sin embargo, a los pocos minutos hablé con una persona y, de repente, estaba llorando en la cama con el teléfono en la mano. 

Claro que tengo asuntos pendientes y sin resolver en mi cabeza. Pero no puedo decirte de qué se trata. Nunca podré. Tal vez es por eso por lo que me desgañito en sueños, porque sé que es algo que jamás haré en la vida real. 



Cosas que tienen que ver, el día mejoró considerablemente después de tener una buena dosis de esgrima, hacer abdominales con Beth, terminar Gugure! Kokkuri-San y sentarme a escribir con mi pequeño dando saltos. 

13 de noviembre de 2017

Las cosas de Avani LXV

"Mejor no preguntes la hora, que se te esguinza la garganta", se burla de mi pronunciación de la palabra persa para "minuto" mi Avani ibn Tahir interior.

8 de noviembre de 2017

Aún no me he movido

La respuesta está flotando en el viento.

PK ha superado las 170 páginas y va a un ritmo desenfrenado hacia las 200. Y yo estoy muy, pero que muy contenta. 

2 de noviembre de 2017

Mientras yo pueda ver el mar

Ayer ocupé el que será definitivamente mi asiento para los próximos tres o cuatro años en la oficina, y la verdad es que me sentí bien y mal al mismo tiempo. Mal, porque estaba ocupando el sitio de Valentina, a la que desde luego vamos a echar mucho de menos. Ya la estamos echando de menos, y eso que solo hace cuatro días que se marchó. Pero bien, porque es un lugar que ella escogió para mí y que, como ya han dicho muchas personas, es el mejor sitio de la oficina.

Esta tarde, hacia las cuatro y diez (como la canción), la luz ha empezado a escaparse, porque se acerca Yalda y aquí cada vez hay menos horas de sol, y he levantado la cabeza del libro para mirar por la ventana. Lo mejor que tiene este escritorio es que puedo ver el mar sin tener que ponerme de pie, basta con que me gire a la derecha. Todavía no había encendido las luces de la habitación y los reflejos de las nubes se desdibujaban sobre las olas, que hoy están especialmente activas, porque hace un viento de narices. He visto el mar, su superficie picada, y las luces al otro lado de la orilla, en la pequeña lengua de tierra que creo que es Buddon, si no me he equivocado leyendo el mapa. 
Ha sido como mirar hacia el futuro, porque preveo que van a pasar muchas cosas en este asiento, dentro de estas paredes, en este pueblo pequeño. Vendrán días tan oscuros como el que ahora mismo nos envuelve, y apenas son las cinco de la tarde. Y vendrán horas terribles acompañadas de horas magníficas. Puedo adivinarlas en el futuro.

Pero siempre, en todo momento, yo podré volver la cabeza y perderme en el espejo del mar. Y a cierta parte de mi alma, de mi corazón, le ha enternecido este regalo de la vida, que me permite escaparme con los ojos sobre la superficie agitada y sus luces al fondo. Todo irá bien, mientras yo pueda ver el mar. 

Ha sido una buena idea quedarse en la oficina esta tarde. 

1 de noviembre de 2017

La pajarita de Jack

Posiblemente el de ayer fue el mejor Halloween de toda mi vida. No sé qué pasará con los futuros 31 de octubre, pero desde luego el de anoche fue uno para recordar. Primero, porque conseguí vestirme como uno de los personajes que más influencia han tenido y tienen en mi vida desde hace años, y segundo por el impacto que esto tuvo en toda la noche. 

Primero, que fui seleccionada para participar en el concurso de disfraces del bar en DRA, sin que yo dijese nada. Una chica encantadora vestida de Alicia me llevó junto a los demás participantes porque el público me había votado como una de las mejores. Pero estaba claro que Eduardo Manostijeras era imbatible. Vaya disfraz más trabajado. Aunque gracias por el ruido y los gritos, queridos y queridas. Qué majos sois.
Después, ya en el baño del 601, encontré a Eilidh y a Rebecca, y reconocí que Eidlih iba vestida de Morrigan, de la mitología celta. Y creo que nos hicimos ocho millones de fotos. La gente dentro del 601 me iba parando para decirme: "¡oh, dios mío, eres Jack!", y hubo muchas personas que me felicitaron por el disfraz.

Queda confirmado que todo se lo debo a mi pajarita, hecha a mano con todo el cariño posible y con todas las ganas de disfrutar de una noche genial. Y eso que no cabía por la puerta de frente, y que casi dejo tuerta a Iria dos veces sin querer. Ella, tuerta. Ella, moribunda. Ella, diva. 

Y ese momento, ese momento en que en una fiesta de Halloween te ponen Thriller
Qué bien nos lo pasamos anoche, madre mía. 
Y hoy hay que repetir, que toca Sinners y el equipo de esgrima es conocido por sus desfases nocturnos. Me voy a morir, no llego al viernes. Sálvame, Jack.