29 de octubre de 2013

Ya hace frío en Madrid

La plegaria personal. No diré nombres, no diré nada que pueda comprometer. Será todo anónimo, como me pediste en una ocasión. Pero aquí está mi plegaria personal. 

Sé que saldrá bien. La vida quiere que salga bien. Estoy más que convencida. Espero que así sea. Envíales mi amor, mi fuerza, mi esperanza, mis buenos deseos, todo cuanto sano y bueno haya dentro de mí. Sácalo de mi cuerpo y mándaselo a ellos. Lo necesitan. Todo, no te dejes ni una gota. Exprime cuanta bondad encuentres en mí y llévasela.

Todo saldrá bien. 
Todo va a salir bien, y estoy más que segura.
Esa sonrisa tiene muchas ganas de vivir. 

28 de octubre de 2013

Una cuestión de sustancias

Hoy es día de echar de menos. De echar de menos a las personas que han estado, a las que van a estar y a las que no veré hasta que vuelva. Hoy es día de sentirse diferente. Aunque, bueno, eso no es nada nuevo para mí. 

Supongo que siempre he sido distinta. Sustancialmente distinta. Mucho antes de escoger el Islam como especialidad, no es exactamente por ahí por donde van los tiros. Mi materia primordial, esa en la que está escrita mi esencia, no es la misma que la de las personas que tengo inmediatamente alrededor. Tampoco es algo que yo no supiera. 
Mi sustancia no es igual, y salta a la vista. Pero tampoco me incomoda. Mi padre, sabio allá donde los haya, me reveló la verdad. Yo debía trabajar y hacer las cosas exclusivamente para mí. No en un intento de egoísmo y vanagloria, sino de pura protección. Cuando uno construye una muralla, es para cobijar lo que hay dentro. Eso haré. Yo trabajaré para mí, contenta con lo que estoy haciendo porque es la gran pasión de mi vida, y sin importar qué hace o deja de hacer el resto que me rodea. Simplemente, porque cada uno tiene objetivos y prioridades. Los míos no son mejores. Sólo son los míos. Quiero ser la mejor. Porque tengo mucha gente a la que demostrarle cosas. 

Me emocionó que mi pareja hablase de mí como lo hace. Como alguien que conseguirá su objetivo, que llegará donde quiere, por la pasión que va dando saltos por sus venas. La dama también habla de mí así. Y mis padres. Y aquellos que conocen lo que hay detrás de las gafas, que por cierto debería limpiar. Estaré a gusto con el resto, porque debo acompañarme de ellos. Pero deseo aprender a no esperar nada. Nada, en absoluto. Porque si eso es lo que vale su palabra... prefiero el silencio.
Soy sustancialmente distinta, pero no me importa. Siempre me gustó ser diferente, no nos vamos a engañar. Porque encontré gente que me quería así, así de rara. Lo mismo es porque yo los quiero a ellos así, así de raros. 



Vamos a barrerle el drama al asunto; existe gente a la que soy sustancialmente similar. Gente que de verdad siente, mira, escucha como yo lo hago. El problema es que no están inmediatamente cerca. No pasa nada; lo estarán, porque sé que lo estarán. Y en espíritu siempre me acompañan, allá donde voy. De manera literal, porque con esto de la mensajería instantánea es imposible sentirse solo en algún momento. Cosas que tienen que ver, me encanta que cada mañana me deseen un buen día, y que cada noche me digan que tenga dulces sueños; un breve paréntesis para dos personas a las que echo sustancialmente de menos. Mucho. 
Ellos no están en mi misma ciudad, pero no importa. Están cuando y donde tienen que estar. Yo lo sé. Y eso me basta. De verdad, me basta. Puedo con esto, con una sonrisa tranquila y un leve encogimiento de hombros. No es nada que no haya hecho antes. 
Mi cabeza seguirá corriendo por la Última Frontera a lomos de un caballo que se llama Bolero, con un millón de gansos salvajes acompañando mi carrera. Porque mi sustancia primordial puede volar. 

Yo puedo volar. 

25 de octubre de 2013

Las cosas de Avani XXX

"Complejidad intelectual suficiente; como para que en un momento dado nos creamos listos", comenta mi Avani ibn Tahir interior al hilo de textos, testimonios y otros asuntos de tema filológico.

23 de octubre de 2013

Kohl / Aswad

Una frase. Un breve y pequeño espacio de tiempo y música. Y el negro ha empezado a transformarse en kohl, en ese negro que es tan negro que no refleja la luz, ese negro que es el cielo cuando está oscuro, ese negro con que hombres y mujeres se adornan los ojos. 
Ha sido intenso. La exposición ha mantenido a la gente, dicen ellos, en vilo. El árabe los ha atrapado y los ha envuelto en su cortina. Les ha hecho entender la importancia del agua, de la sed, de la espada. A ellos. Los han entendido a ellos, que venerando a la palabra no dejaron de escribirla. En paredes, en papel, hasta en los propios mantos. Han seguido su linaje y sus continuas peleas, sus traiciones, sus guerras, sus años más prósperos. El Islam, qué cosa tan bella. Al-Ándalus, qué cosa tan bella. Como su dios, intangible, eterna. Inmutable. Hasta el gran amante de Dante se ha venido hasta Granada, con los ojos abiertos y las manos dispuestas, a aprender, a beberse cuanto decíamos, a investigar. A mirar más allá, porque al fin y al cabo de eso se trata. 
Después han venido las felicitaciones. Una compañera me contó que se le erizó todo el vello del cuerpo cuando me escuchó leer (mal y pronto) la transcripción que Suly había escrito para mí. Que nunca hubiera imaginado que el idioma sonase de esa manera. El agua, toda la sala se ha llenado de agua, de lluvia. La anécdota del caballo, siempre. Acabo de agenciármela de forma oficial. Océanos de Fuego ya tiene una eterna defensora. 
Les ha encantado, han dicho. Bravo, magnífico, sin palabras, han dicho. Un éxito, han dicho. 
Todo esto iba llegando mientras estaba en el autobús. Y escuchaba la voz de Noa, en mis oídos. Una canción que ya me he puesto mil veces, y que me gustaba por cómo sonaba, en hebreo, cuando era pequeña. Y entonces...

Milim, milim, milim. 
Mi corazón te llama. 

Lo diré claramente: me ha dado por llorar. Sí, me he puesto a llorar en el autobús. De la más pura y radiante felicidad. ¿Por la exposición? Sí. 

Wild flower, growing in all the wrong places. 
Tell me, who will love this wild flower for exactly what she is?

Por la exposición. Pero no sólo por la exposición. Por lo que ha significado. Porque he podido leer en sus caras, en sus ojos, que de verdad estaban atentos. Que estaban escuchando. Que estaban comprendiendo. Que querían saber más. Que hemos conseguido tambalear los tabiques de lo establecido para remover sus conciencias y generar debate. Que, una vez más, el estandarte de los Nasr ondea detrás de mi espalda. 
Orgullosa de ellos. Y al otro lado de la pantalla, orgullosos de mí. Claro que me ha dado por llorar. Porque las lágrimas apagarán la sed de mi tierra sedienta. Porque, sabia la Fuerza que me guió hacia el arabismo, me demuestra poco a poco que escogí el camino correcto. Que esto es posible, que se puede vivir de esto. Que ya no es "lo extraño" que se rechaza, sino lo curioso que el mundo quiere conocer. He elegido bien. Y, no sé, parece que al mundo le gusta cómo lo hago. 
Evidentemente, me he puesto a llorar. ¿Cómo no iba a hacerlo?





Cosas que tienen que ver, seguro que ha sido por las botas. Que son rojas. 

22 de octubre de 2013

Nahnû

Tri-tri-tri-triple.



¿Sabes una moñada muy gorda? Que llevamos tres años y estamos mejor que nunca. No sé. Tengo ganas de quererte más.
Sí, la verdad es que estamos genialmente bien. ¡Te quiero, mi pequeña! Mi pequeña y gorda moñas (risa).
Sep. Muy gorda. Dime tú una moñada, que me siento rara.
¿No crees que es más raro aún que me la pidas?
—No. Obedéceme, que soy tu dueña.
—Comprendo.
—Porfa.
Eres la lucecilla que me despierta por las mañanas y me motiva para hacerlo todo. No quiero que te vayas nunca. Te quiero. ¿Así va bien?
—Jo, ¿en serio? ¡Qué bonito, grandullón! ¿No quieres que me vaya nunca?
—Quiero que estés siempre.



19 de octubre de 2013

It's a bandits' secret

«Why are you making everybody die?»
«It's my story...»
«Mine too!»




El hecho de conocer la canción ha hecho desde el principio. Porque, como la película, me ha transportado desde los primeros minutos (en un slow-motion exageradamente precioso) a otra época. Una época en que se me saltaban las lágrimas pensando que era mi madre la que había escrito esa canción para mí. Cuando eres pequeña da lo mismo que la escuches en un cassette, estás convencida de que es tu madre la que te canta esa canción a ti, exclusivamente a ti. Hoy me he enterado de que pertenece al séptimo movimiento de alguna sinfonía. Pero, para mí, siempre será Cuando tú nazcas
Decía que desde el primer momento esa canción me ha trasladado a otro momento, un momento donde la inocencia está intacta y las historias fantásticas todavía son posibles. Donde tú misma eres parte de la historia. 


«Do you know what 'epic' means?»
«No...»
«It means it is a long story.»

Las imágenes dicen que hablan por sí solas. En este caso es cierto. Ningún otro film, para mí, define mejor este concepto. Además de que acompaña perfectamente cada momento, cada pequeña situación. La fotografía es magnífica. El vestuario, la caracterización, el reparto. Todo. La gran favorita de todas las favoritas. Y esos colores...

Todo un cuento maravilloso sobre amor, amistad, fraternidad, caballos, grandes peleas, venganza, actos nobles y crueles, esperanza, ternura, belleza, terror, dolor, agonía, lágrimas, sonrisas. Todo. En definitiva, una historia épica. Dulce, tierna, cercana. Y al mismo tiempo eterna, amarga, imposible. Como imposible es describir esta película para mí. Simplemente, mi favorita. La gran favorita entre mis favoritas.

Un momento en concreto, el que ahora mismo adorna la pantalla de mi ordenador. Primero, una carrera. En el desierto. Cinco jinetes a la alocada carrera, con las armas en alto y dando gritos (rûmrûmrûmrûmrûm). El último de ellos, the Masked Bandit, saca el trabuco de su funda y, en medio de la carrera lanza una mirada al espectador y grita:
«Alexandria, can you read in English?»
Y llega la escena. Mi escena. Alexandria tumbada sobre Roy, con sus ojos brillantes. Él tiene los ojos bajos y esa dulce, preciosa sonrisa. Ellos. Y ya está. 

«You always stop at the same part, when is very beautiful!»

«We are a strange pair, aren't we?»




Ojalá puedas ver el sol. Y si aún existe el mar tan azul como duerme hoy. Y que la lluvia salte clara sobre tu piel. Que aún sople el viento y que juegues con él. 

14 de octubre de 2013

Perché l'università?

(Comentario a partir de la lectura de este magnífico escritor. Primero en un bravucón intento de entender el italiano; después aclarado con la inestimable ayuda de Carla, que es mucho más italiana que valenciana y eso es algo tan magnífico que no puede describirse)

En un primer vistazo, esta pregunta hizo que algo se estremeciese dentro de mí. Por qué la universidad. Nunca me había planteado la visión de un mundo sin universidad, y me horrorizaba pensar que eso podía concebirse. Sin embargo, después de leer los argumentos de Umberto Eco siento que sería fácil defender la institución ante cualquier amenaza de volatilización.
Es complicado igualar a alguien como Eco; simplemente me encuentro en total acuerdo con todas y cada una de sus razones para mantener la universidad. En esta sociedad debe ser el filtro que separe la información que recibimos, la que contenga la memoria cultural de tiempos pasados y la que nutra la propia memoria que nosotros estamos construyendo en el presente.
Quizá lo único con lo que no esté de acuerdo es con esa “identidad internacional” que propone. Es cierto que el mundo en el que vivimos tiene al mismo tiempo dos tendencias: la primera hacia la globalización, esa enorme “aldea del mundo” en que todos compartamos valores y cultura. Sin embargo, de un tiempo a esta parte se están empezando a dar los movimientos que reconocen la diferencia y la identidad de cada uno de los rincones del mundo. La idea de una misma cultura está bien, sin embargo yo introduciría el matiz de “culturas” dentro de la misma.
La universidad puede enseñar a conocer y a acercarse a todas las maravillosas diferencias que pueblan el mundo. Es más, la universidad, como su propio nombre indica, alimenta la “universalidad”, esto es, la tolerancia y el respeto hacia otras culturas, otras formas de pensar, otras formas de vivir. Aquel que es ignorante no respeta sino su propio punto de vista, aquello que conoce y que para sí es válido. El gran problema aparece cuando se pretende implantar una fórmula efectiva para un colectivo en otro totalmente diferente. Como antes decía, es complicado expresarse tan fácilmente como lo hace Eco. Espero se esté entendiendo lo que se argumenta.
Para conocer la diferencia no hay lugar mejor que la universidad. Y es cierto que conservamos de sus años medievales algo precioso: que los distintos edificios pueden ser perfectamente centros de peregrinación y de culto al saber, por donde uno puede ir haciendo escala conforme le apetezca. Las universidades son las sucursales del saber, por adecuarse un poco más a estos tiempos tan económicos. Y allá donde las encontremos podremos tratar con mayor precisión un tema u otro, pero en el fondo se estará hablando de un pensamiento muy parecido. Tal vez el de una cultura universal, aunque yo no quede del todo conforme. Pero lo que sí está claro es que en ese pensamiento se comparte el amor por el saber y, muy importante, por mirar más allá.
La mirada trascendente, desde mi punto de vista, es algo fundamental. No se refiere única y exclusivamente a la religiosidad; la RAE define el término como “comprender, averiguar lo que está oculto”. Quizá por experiencia propia, fue a partir de la universidad cuando a mí se me enseñó a ver más allá. Más allá del propio conocimiento que se está enseñando. Más allá de fechas, estilos arquitectónicos y técnicas pictóricas. Porque al final se nos está hablando de vidas, de formas de pensar, de concebir el mundo, formas inquietas que comparten nuestro mismo cielo.

Uniendo con lo que antes decía, para mí no hay nada mejor que pueda ofrecer la universidad: conocimiento, tolerancia, trascendencia.

13 de octubre de 2013

El drama lo sostiene una copa más de ron

"Parece que lo encontraste."
"¿El qué?"
"El sitio. El tuyo. You fit."
"Sí... sí, eso parece. Poco a poco."
"Me alegro. ¿Y te gusta?"
"Me encanta."

8 de octubre de 2013

Farisatu ruum

"No te diré bienvenida, porque aquí naciste otra vez, y es tu tierra."

Los leones y sus sombras ya deben de preguntarse dónde estoy.

6 de octubre de 2013

Momento revelación 16

Hemos tenido una semana "peculiar". Digo, por utilizar un adjetivo lo más diplomático posible. Las tres estamos algo desequilibradas. Pero, al final, siempre tendemos a refugiarnos en nuestro remanso de paz, ya sea el particular o el que compartimos. Fíjese, quien quiera fijarse, que las tres hemos mantenido profundas conversaciones con nuestro interior. Cualquiera que "mirase" en lugar de "ver" creería que nuestras cabezas llenas de pájaros nos han creado amiguitos imaginarios, y que podemos llegar a pensar que los vemos, que los tocamos, que están ahí. 
Sin embargo, aquel que quiera ver más allá, y digo "ver" con especial ahínco, podrá percibir cuánta sutileza esconden esos personajes con los que hablamos. No son sino prolongaciones de nosotras mismas, quizá nuestro coraje, nuestro amor, nuestra cobardía, nuestro orgullo. Hemos sabido ponernos delante un espejo y vernos tal cual somos. Descubrimos que no somos perfectas, y que no nos vendrían mal algunas conversaciones cara a cara con nosotras mismas. Nunca sobran. Siempre es bueno asomarse al interior y descubrir qué hay dentro. 
Se sorprenderá el avezado lector. Más de lo que cree, mucho más. 

Mirando dentro me di cuenta de que la música me ayuda a decirles cosas. Sienten que me haya marchado, de aquella manera, pero tuve un motivo. Digamos, el Motivo, con mayúscula. Lo saben, lo comprenden. Aunque no podemos evitar que eso nos reblandezca el ánimo de cuando en cuando. 
Desde aquí, desde la música, quiero recordarles que las quiero. Estas palabras, que no son mías, me ayudarán. 



Aunque esté lejos, yo te llevaré como una marca en mi piel.
Hasta el cruce del camino fuiste tú también. Pero no recuerdas cuándo fue. 

No te preocupes, voy a estar muy bien. Aunque te (os) extrañe alguna vez.
Todo es nuevo a mi alrededor, sin retorno va mi corazón. Ahora entiendo que lo hiciste(is) por amor. Demasiado amor. 

No te preguntes cómo ni por qué. Nadie se escapa de esta ley. 
Tuve que soltar tu (vuestra) mano para no caer. Para ver el mundo tal cual es. 

Con el tiempo lo comprenderás. Aunque duela, digo la verdad. Dame aire, no te pido nada más. 
Todo es nuevo a mi alrededor; sin retorno va mi corazón. Ahora entiendo que lo hiciste(is) por amor.
Demasiado amor. 





Saldrá bien, dicen aquellos que tengo en la cabeza, y aquellos que no.
Todo irá bien. 

5 de octubre de 2013

Las cosas de Avani XXIX

"Adoctrinamiento a base de cuadros de rayas. Yo es que me parto con tu carrera", se mofa mi Avani ibn Tahir interior, no sé exactamente por qué. 

2 de octubre de 2013

In the name of the One

Estaba leyendo. Distraída. Escribiendo en el buscador algunos títulos que fueran a echarme una mano en la investigación. Releyendo los apuntes sobre pensamiento medieval que tomé la tarde anterior. Qué bello aquello de que el nombre va en la sangre. Que la identidad reside en el clan, la tribu, la familia, el feudo. Qué estupendo.
Entonces, lo vi.
El nombre.
Nomina sunt consequentia rerum. 
El nombre.
"¡Eso es!", dije, en voz alta, y levanté la cabeza tan rápido que me di un porrazo contra el flexo. Sin embargo, no le presté atención al dolor; estaba demasiado emocionada. Ya me dolería después. Dentro de mí acababa de explotar una burbuja de gas, como aquellos árboles de hidrógeno de la película Titán AE. Lo veía claro. "¡Es vuestro nombre!", repetía, "¡Es por eso que siempre os presentáis con el apellido!"
Estaba sola, pero juro que cuando volví la cabeza pude ver a cuanto árabe, musulmán o islámico que habita en mi mente, sonreírme con gentileza.
En concreto, a dos. Ibn, hijo de. Hijos de su propia sangre. Empezaron a explotar otras tantas burbujas. Ahora sí que empezaba a entenderos. Al sentir que estaba avanzando, se me llenaron los ojos de lágrimas. O quizá fuera porque ya notaba el dolor en la coronilla.
Vuestro nombre. Y el de todos lo que os precedieron, porque eso es lo que os conforma como seres, lo que os ata. Lo que os identifica, por lo que decidisteis consumir hachís y creer en el Paraíso, o levantar la azada contra el que pretendía arrebataros vuestra casa. Uno en Oriente, otro en Occidente. Sin embargo, compartiendo el pensamiento. 
¿Cuánto tiempo más iba a tardar en darme cuenta?



"Que todas las bendiciones caigan sobre tu cabeza, pero sin hacerte daño. Si te sigues emocionando así, romperás el flexo." 

1 de octubre de 2013

Al lado del camino

Ayer también hablamos de ti.
Ah, ¿ahora me diriges la palabra?
¿Quieres no estropearlo? Hemos hablado de ti. Llevamos mucho tiempo haciéndolo.
Me sigue pareciendo una hazaña que me hables. ¿A qué debo tal honor?
—¿Por qué tienes que ser tan orgulloso?
—¿Y por qué tienes tú que ser tan pejiguera, tan crítica, tan cerril, tan burra?
—Tienes razón.
—¿La tengo?
—Como casi siempre.
—Vaya. Admito que eso no lo esperaba. Ahora... bueno, ¿Qué hablasteis? ¿De mí? No lo creo. Sabes que no me gusta eso de la individualidad. Soy hijo de mi tiempo, al fin y al cabo. Me debo a 1090. 
—Tú eres mucho más medieval que el Rojo. Hablamos de fe.
—Vaya por Dios.
—Hablamos de Dios, también. Creo... creo que te entiendo mucho mejor ahora. Cuando leí Alamût no conseguí ponerme en tu piel del todo. Me encantaría volver a leerlo para que veas cuánto he progresado. 
—...
—Eso tampoco te lo esperabas, ¿eh?
—No... No, la verdad es que no. No eres tan burra.
—Gracias. ¿Eso es que ya no estás enfadado conmigo?
—No... No, ya no. ¿Y tú conmigo?
—No. Contigo no me dura nada. No es la primera vez que nos peleamos. Para la Dama fue algo así como tirarnos muebles a la cabeza. 
—Te perdonaré si me cantas.
—¿Que te cante?
—Al Descolorido le cantas.
—¿El Descolorido? ¡Ja, no me lo creo! ¿Le has puesto un mote?
—En defensa propia. Él me llama CuloCojín o CaraPapel y yo le llamo Descolorido. Nos llevamos bien. Cántame. A él le cantas. Pero cántame algo especial. Algo que sabes que nos gusta a los dos.
—¿Sobre qué te canto?
—Cántame sobre el Sha Rud. Cántame sobre el Nido del Águila, sobre el paraíso. Cántame sobre el puñal que atraviesa el pecho de quien se sacrifica. Cántame sobre filosofía, sobre amor. Sobre Dios y su reflejo en el mundo de los hombres.
—Sólo hay una canción para eso. Y tú lo sabes.
—Lo sé. Canta. Aunque no sea tu lengua. 
—Está bien. Si cantas conmigo. 
Nije ljubav stvar...
Da bih ti je vratio. Gledaj, to sam samo ja. Uvek san te voleo... Nije ljubav stvar...