29 de enero de 2019

The Cavern & The Nest

In the first I live.
In the second I work.
In both I feel safe when the world menaces to crumble.
In both I drink tea.

I can do this.

27 de enero de 2019

Bailaré yo sola, pero a mi ritmo

Why do we pretend we don't care all about the things that we hold so dear?



No sé si es que esto se ha convertido en un diario, pero me parece interesante y necesario tener registro de los primeros días. Así podré mirar atrás y acordarme de cómo fue, valorar si lo hice bien o no, reflexionar un poco más. 

No fue tan mal (lo de los cócteles), y ayer fue más divertido de lo que yo esperaba que fuese. Yo creo que se juntaron varias cosas. Mi propio cansancio físico, el mental, lo poquísimo que me importaban los partidos y que los equipos contra los que tiramos tienen chicas encantadoras que lo hicieron mucho más llevadero. Es un poco triste que Kuh se descompusiera al fina, pero bueno, qué le vamos a hacer. Sabemos que Kuh es... especial. De segunda mano, vaya, pero lo queremos. Y digo "queremos" porque ahora Josh y Lukas también lo quieren. Bueno, y Saena... es que Saena es un tiro. Es una pluma, es un boli, es que va sola. Y yo estoy muy contenta con mi propia actuación ayer, la verdad es que desde que lo he mandado todo a la mierda tiro bastante mejor. Y yo, feliz. Porque Saena es Saena y Kuh es mi tralla, medida y viaje (porque el cabrón sigue sin doblarse, por eso se descompone, me voy a cagar en todo).

Ya tengo mi radiador nuevo, mi champú y mi té, así que todos contentos por ese lado. 

He colgado cosas nuevas en la pared, un par de ellas que me recuerdan las cosas buenas de Mery of the Agonies, las cosas con las que vale la pena que me quede. Y mi cambio de chip parece empezar a surtir efecto, poco a poco. Aunque las conversaciones todavía me resultan un poco artificiales, pero imagino que es cuestión de tiempo. De más tiempo. Tuve una conversación bonita con ella y con Aguilar of the Campoo la noche del viernes. Y en general ayer estuve muy bien con Aguilar. Fue divertido. Y si esto es lo que somos, estoy conforme. 

Estamos bien, en general. Eso parece. Me gusta esto de pensar las cosas antes de decirlas, el preguntar por ti en lugar de hablar de mí, porque lo que tengo en la cabeza es básicamente mío y estamos bien así. Quiero acordarme de esto cuando no entienda bien qué está pasando a mi alrededor. Y cuando recuerde que todavía no domino eso de quedarme callada. 



Cosas que tienen que ver, esta mañana he hablado con Martita, que está en Tokyo, y me ha iluminado la vida entera. La civilización tolteca bajo mi cama ya no existe, por cierto. Es lo que tiene pasar la aspiradora. 


Y aquí voy a parar a tomar un respiro. 
Razones suficientes para hacerle un desplante a mi destino. 
Que todo siga mientras yo miro. 
Que todos bailen y, si me decido, bailaré yo sola, pero a mi ritmo. 

25 de enero de 2019

Familiar Hell vs. Unknown Heaven

It's easy to swallow all the juicy lies, but who's gonna clean up the mess?



Seguimos hablando con claridad. Ayer lloré, mucho. Bastante. Unas tres veces llanto homologado y unas cuantas lágrimas estúpidas que me apresuré a limpiar porque estaba en sitios públicos y no era cuestión. Ayer fue un día muy extraño y agotador. Y ya no sé si tengo las cosas un poco más claras que anoche, ya no sé si estoy más tranquila o no. Pero sé que me queda la resignación, porque ahora mismo no me veo capaz de llenarme de fortaleza. La tengo, lo juro, pero germinará poco a poco como una de las semillas de Forest. Necesito más tiempo, pero soy terriblemente impaciente. 

Por lo menos he conseguido no hacer sangre de un asunto que me moría por compartir, por dar mi opinión, pero lo he hecho con quien debía: con mi gente de verdad. Y estoy contenta conmigo misma. Quiero que Avani y al-Ahmar me posean de verdad y me guíen en esta complicada senda de la diplomacia, porque es lo que me va a salvar la vida. Quiero preguntar más por otros y desviar la atención sobre mí. Quiero no hablar mal de nadie, incluso quiero no hablar. O hablar del tiempo, de la vida, del universo, pero no de mí. Quiero no esperar de nadie aquello que no me podrá dar, porque no tiene. Quiero tener la puerta cerrada (literal). Quiero que llegue mi radiador nuevo y tapaderas para mis tupperware, joder. 

Y quiero, y quiero. Y quiero no hacer sable mañana. Y quiero ver las cosas por lo que son, no por lo que yo interpreto que sean. Y quiero, y quiero. Y prefiero, y prefiero. 



Cosas que tienen que ver, qué invento esto de Spotify. Me están saliendo female metal crushes de debajo de todas las piedras. Que no tendrá razón Bob y en realidad soy bisexual. 

23 de enero de 2019

Y prefiero, y prefiero

Cualquiera que le eche un ojo a mi calendario, tiene una arritmia. Demasiado que no la tenemos nosotros (los dos de mi cabeza y yo). 



Bueno, vamos a decir las cosas claras. Mañana vuelvo. Mañana (de mañanísima) salgo de aquí, y estaré allí. No me emociona especialmente pensar en las cuatro semanas que vienen, empezando por deshacer otra vez la maleta para hacerla dentro de una semana e ir básicamente de culo, como acostumbro. No me emociona la casa, no me emociona nada. Pero no conseguirás que le tenga miedo. No voy a dejar que me ganes este pulso, que está solo en mi cabeza. No puedes ganarlo, porque entonces sí que apago y nos vamos a la mierda. Por lo menos, yo. 

Me acordaré de este mes y lo veré en mi vídeo de un segundo diario. Me acordaré de Bob cantando conmigo en el coche y de mi Flaco, de mi Marida, de mi familia y de mi perra, de los momentos tan bonitos que hemos compartido. Y me haré fuerte, fuerte como un castillo, como una montaña. Y si tengo que llorar, bueno, lloraremos un poquito pero con la puerta cerrada. Lo importante es que me acuerde de tener esa misma puerta cerrada en mi interior. 
Va bien, todo va bien. Me lo pienso repetir cuando se me caliente la lengua y quiera compartir algo. Mas no, mas no. Va bien, todo va bien, me diré, mientas deslizo la mano al bolsillo, saco el teléfono y escribo "oye, necesito hablar". 

Vamos a espantar los demonios del semestre pasado, vamos a limpiarnos de telarañas (por Dios, espero que Morgoth siga viva...). Lo haré bien. Lo haremos bien. ¡Ahora tengo a Link para acompañarme en mi aventura!



Prefiero tantas cosas que no están bien vistas preferir. 
Y prefiero la falsa cama, si te vi no me acuerdo



Cosas que tienen que ver, tengo a Kota bailando en mi cabeza eres tonta y eres gilipó desde hace, al menos, dos horas y media. 

15 de enero de 2019

The start of a fascinating Journey

Ya está a punto de ser oficial, y mi corazón va a estallar de la felicidad. Ya es casi una realidad, en un 95%, y mi alma se revuelve inquieta y excitada alrededor de mi ombligo. Que me va a dar un ataque, dicho así de mal y así de pronto. Y se me atascan las palabras en los dedos, en la cabeza y en la lengua, así que mejor dejo de escribir y me voy a por otra taza de té, que tengo mucho en lo que trabajar. 

El objetivo está fijado. 
Te veo pronto, agosto de 2019. 



(Y cuando me recobre del ataque y escriba sobre todo lo que trae este nuevo semestre, igual lo que me da es una arritmia y ya nos quedamos en el sitio)



EDIT: ahora ya es seguro 100% y, encima, he conseguido ponerme el tercer pendiente otra vez en la oreja. Eso es señal de victoria, fijo.  

7 de enero de 2019

ムラマサ☆ - Can't sleep, but...

"Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña".

Gracias, mamá. Te prometo que lo será. Ya asoma la luz detrás de las cortinas. 

3 de enero de 2019

Yazata/Daeva 2019

He empezado un diario de edición para Yazata y ya siento cómo me va volviendo la vida al cuerpo. No pienso alejar más de mí algo que me hace tan, pero tan feliz. Y menos ahora. Si es esto lo que mi alma quiere, lo tendrá. Y me mantendrá con vida cuando me rodee el frío, porque por mucho amor que yo le tenga a Upazâma y Aka Manah, soy más diurna que la madre que me parió. 

Y entre edición y edición, pues empezaré Daeva. Básicamente porque tengo ganas de jarana y se acaba de poner la canción de Mortal Kombat (y no nos vamos a hacer los intelectuales, todos sabemos que Yazata empezó llamándose PK por una razón).

1 de enero de 2019

Feliz Año Nuevo

Dejarme arrastrar por la conversación tan terrible que tuve ayer por la tarde y que se alargó durante horas no es justo para 2018. La persona con la que hablé está en pleno derecho de sentir y pensar que estos últimos cuatro meses han sido, citándola, una mierda. Que no rescataría nada de ellos. Que menos mal que se han terminado. Esa es su opinión, a la que tiene derecho. Pero yo tengo también derecho a la mía, y opino que es injusto. Que es injusto, mezquino y un poquito vil. Que no es real y que no quiero imbuirme de la misma tristeza y las mismas sensaciones que esa persona. Porque estos últimos cuatro meses han sido duros, sí, llenos de momentos extremos y de sensaciones porque en eso consiste la vida. En sentir. En vivir. En parecer que estamos de verdad vivos. Y si no sentimos, si nos encerramos, ¿de qué nos sirve? ¿Qué significa? Para mí, nada en absoluto. Porque el modo en que viví estos últimos cuatro meses ha sido el modo en que yo hago las cosas. Sentí, lloré, padecí, me arrastré, tuve una o dos crisis y toqué el fondo con los talones. Lo hice, y qué. No escribo esto porque ahora me haga fuerte en un ambiente que me proporciona el amor que en estos meses me faltó, lo escribo porque lo pienso. 
Porque de una puta vez me he perdonado y, aunque no lo haya dicho a quien tal vez debería decírselo, me he perdonado. Y ya está bien. Que no tengo ningún problema psicológico y que no necesito ayuda profesional por tener sensaciones, por reaccionar, por vivir como yo lo hago. Quizá pedí demasiado y demasiada fue el guantazo de decepción que se me ha devuelto. Es culpa de mis propias expectativas y de las ideas que, demasiado a menudo, dejo que tomen control de mi cabeza. Pero ya está bien, porque me he perdonado. Porque quien me conoce y me quiere de verdad me ha hecho ver la realidad y me siento bien con ella. Estoy profundamente decepcionada con algunas personas. Y, ahora que lo sé, que ya no me da miedo admitirlo, puedo moverme hacia delante. Estoy profundamente decepcionada con una persona, pero al fin y al cabo son cosas que pasan. Quiero guardarme lo bello que tuvimos como algo bonito y saber apreciar que estuvo cuando tuvo que estar, pero, honestamente, ya no sé qué tipo de relación quiero tener con ella. Porque no es la única que está dolida. Porque no es la única que se ha hecho daño. 

Y ya está bien de ir mendigándole amor y cariño a la gente, se acabó. Porque si de verdad no me quieres dar aquello que te pido, no me lo des. Aunque yo esté suplicándote, no me lo des. Ya me daré cuenta cuando me tranquilice de que, en realidad, alejarme es un favor. No me debes nada, es verdad, pero yo tampoco te debo absolutamente nada. Lo que ha pasado en estos cuatro meses no ha sido culpa mía. Ahora lo sé, y mi conciencia está tranquila. No ha sido culpa mía. Y no han sido cuatro meses de mierda. 

Deja que te cuente por qué 2018 fue un año magnífico. 
Y me importa una puta mierda si me pongo a llorar mientras escribo, porque cada lágrima me hará mucho más fuerte. Más mujer, más sabia, más adulta. Mejor. Más valiente. Porque me niego a que por tu culpa (y esto sí es por tu culpa y te señalo con el dedo) yo tenga miedo. Nunca me harás tener miedo de no merecerte, a ti o a tu cariño. Es que me niego, joder. Nunca volveré a temer quedarme sola, porque no estoy sola en absoluto. 

Laura, por favor, léete esto las veces que haga falta. Vuelve a este 1 de enero las veces que necesites, igual que vuelves a los recuerdos de Uruguay, y entiende que aunque el camino duela, nunca estarás sola. ¡Nunca! Que te aman como te mereces en diferentes partes del mundo y no solo en casa. Que te mereces ese amor y que ahora mismo (ayer por la noche sin ir más lejos) lo estás absorbiendo casi de borrachera a través de la piel.
Recuerda que, aunque la última parte fue dura, 2018 fue un año que merece la pena recordar. 

Mi hermano y yo volvimos a ver a Hollywood Undead en la calentada máxima en Glasgow. Quise mucho a una persona que me ha decepcionado, pero la quise y de eso no me arrepiento. Empecé a dar clases a principiantes y me convertí en la entrenadora de uno de ellos, que aunque a posteriori también resultaría no ser lo que yo imaginaba, sigue necesitando que le enseñen esgrima y, bueno, eso puedo hacerlo. Empecé La sombra del Huma y la abandoné a las 40 y pico páginas, terminé Yazata. Fuimos a BUCS, mi mejor amiga se mudó a una casa con habitación de Joey, sobrevivimos a una alerta roja de nieve y empecé a trabajar en Cottage Kitchen, mal que me pese algunos días. 
Papá cumplió 60 años y Sombra llegó a nuestra vida. Empecé en un arrebato Furia, que ahora se llama Daeva, y volví a ponerme con Libra porque necesitaba desengancharme de la droga en la que Yaza se había convertido. Me bañé en el mar a las 5:00 de la mañana y tuve una de las semanas más absurdas de mi vida en mayo. Fui a París y estuve en la esquina de Frinoé. Fui a Lisboa, volví y tuve a Bob casi un mes conmigo en St Andrews. El Volcán de Fuego entró en erupción en Guatemala y desgarró mi corazón. Estuve en Leeds y fue bonito y profesional. Volví a casa y nos fuimos de vacaciones a Cantabria, a Pirineos. 
No me dieron la beca en la que tanto había trabajado y me derrumbé. Mi madre me rescató de ese abismo y disfruté de agosto lo que no está escrito. Regresé a St Andrews y la pretemporada casi me mata. Mi tercer semestre consistió en nadar contracorriente y no dejar que mi cabeza se rindiera, haciendo fuerza, empujando, avanzando contra todo lo que me arrastraba para poder sentirme en casa. Lo intenté y de no haberme rendido estoy muy orgullosa. Tuve nuevos principiantes a los que enseñar. Mi Temerario vino a visitarme y llegamos hasta el lejano norte sin matarnos con el coche. Celebré mi octavo aniversario con Bob. Viajé a Uruguay con mis mejores amigos y mi querida Lu se casó (la casé), y lloré muchísimo. Empecé Gaokerena en una madruga de aeropuerto. Cumplí 28 años y me compré mis dos nuevos floretes, Kuh y Saena, a los que echo terriblemente de menos ahora mismo. Tuve una fiesta de cumpleaños que salió regular, pero a la que creo que ya puedo volver con cierta tranquilidad. Fui a Berlín y vi a Philipp y a Simurgh. Progresé, avancé, escribí la tesis, seguí avanzando, me enamoré de nuevo de la parte histórico-artística y volví a la oficina después de algún tiempo aislada y perdida por la biblioteca. Escribí otro capítulo de la tesis y apenas nada de literatura. Leí algunos libros (pocos) y vi muchas películas y series nuevas. Comí a reventar y Venom/MoonMoon se convirtió en mi spirit animal. Envié un correo y "pasó algo". Volvía  casa. Y celebré Nochevieja exactamente con quienes quise celebrarla, después de un más que exitoso viaje a Madrid. 

Viví, y viví mucho. Muchísimo. Los años duros, las experiencias me esculpen. Y esculpir es quitar lo que sobra a la fuerza (gracias por ese verso, Chojin). Bailé, bebí, comí, canté, reí, hice el amor, mordí, grité, me puse furiosa, bebí más té, abracé, lloré. Y qué si lloré, y qué si sentí y me derrumbé, y qué si viví
No me arrepiento de haber querido. Es injustísimo que me arrepienta. Quise, quise con bendita locura y no se me devolvió el amor que entregué por un lado, pero por otro, oh, déjame decirte, por otro lado se me devolvió el doble, el triple, el cuádruple. Me castigué y me sentí culpable, miserable en una cueva sin luz, pero ahora ya ha venido a buscarme la claridad y ya me he perdonado. Lo juro. Me lo juro a mí misma, me he perdonado. Ahora estoy preparada para lo que venga en veinte días, porque me he perdonado. Porque ya no espero a nadie allí y tampoco espero que nadie me esté esperando. Aquello es mi vida temporal y lo más importante no es mi corazón, sino mi mente. Mi tesis, mi pájaro, mi vida académica. Y a pesar del temporal salvaje, lo estoy haciendo muy bien. Y eso me hace feliz. 

Porque 2018 fue un gran año y quiero, insisto, quiero recordarlo como un año bueno a pesar de este último tramo. De este último ascenso de nieve y frío. Ahora, que el tiempo convierte las tragedias en recuerdos. Ahora, querida y arropada en casa. Ahora, serena y en paz conmigo misma. Ahora, con distancia y perspectiva, ahora que ya sé que no me quieres tanto y tampoco espero que me quieras de ninguna manera. Ahora que no quiero nada, lo juro, nada más que dos floretes, mi tesis y mucho té. Que quiero y puedo sobrevivir sola, porque lo que viene es grande y brillante como un mar de soles espléndidos. Y que no estoy sola, nunca lo estaré. 

2018, prometo recordarte con la belleza y la ternura que de verdad tuviste. Prometo hacer el esfuerzo de ver lo bello que me diste y la sabiduría de lo que me enseñaste. Y me importa muy poco que este "positivismo" pueda ser visto como un auto-engaño desde fuera, porque es mi propia decisión y mi propia perspectiva. Esto es mío y de nadie más, esto es mi corazón y mi cabeza que se sientan en paz, por fin. Porque soy yo la que elige quedarse con lo bueno, que lo ha tenido, y rechazar de forma frontal la idea de que no hay nada que rescatar de septiembre a diciembre. Y una mierda. Claro que lo hay, y si no puedes verlo eres tú quien tiene el problema y no yo. Tu afirmación ha sido injusta y yo no me la quiero quedar, así que la dejo a un lado y sigo caminando. 

Hay resentimiento en estas palabras, lo sé, pero también hay fuerza. Fuerza y energía para mantenerme en pie si necesito recordar que soy fuerte, que mi aparente debilidad es justamente la que me hace de hierro y piedra. 

Y hay amor, hay tanto amor en mi vida que no sé por dónde empezar a agradecerlo. Sobreviviré, vaya si sobreviviré. Soy una experta en sobreponerme porque siempre tengo el calor de los brazos de mi gente a los que volver. 

Sin ir más lejos, me pienso hacer una lista de las cosas que tengo que cambiar en Yazata y mañana (o cuando sea, pero lo haré) me pongo con ellas. Porque no sé vivir sin ti, Yaza. Gracias por no abandonarme ni un solo día de este año. 



Feliz año nuevo, porque feliz ha sido, feliz será.