24 de septiembre de 2018

Of Monsters and Tears

Thank you for trusting me enough to show yourself as you are, as you wanted to be yesterday and the whole past week. I cannot imagine how this is hurting your heart and soul. And the only thing I can do is wait patiently, improving this skill I do not have, just for you. If there was something I could do, believe me, I would do. Although you told me last night there was nothing. And I know. There is nothing but being there for you as I am trying to do. 

You are braver than you think you are. You are a gift, and whoever that is not able to see it doesn't deserve you. You are pure Light and pure giving - please, never repent having loved to the extreme. Because that is genuine and precious, like you. It speaks of the wonderful person you are. 
I look up to you. I am proud of you. And I know now it's hurting like a burning demon, but it will go away. It will be okay. It will go away. 

As long as you want me by your side, I will be. 

22 de septiembre de 2018

Varsity / Ahora que todo está tranquilo

Ayer se nos calentaron a la vez la boca y la cabeza y decidimos que unos cuantos nos íbamos a levantar a las 6:30 de la mañana para coger un autobús a las 7:50 que nos llevase a Edimburgo, porque con motivo de la ancient rivalry nuestros primeros equipos femenino y masculino de esgrima se enfrentarían contra los de la universidad de Edimburgo. Así que, sorprendiéndonos incluso a nosotros mismos, nos acostamos pasada la una, nos hemos levantado esta mañana y vaya si nos hemos subido en el bus. Aunque por los pelos, pero hemos echado un par al sueño y para allá que hemos ido, solo para acabar jugando al Who is Who Animal Edition y al Scrabble en una cafetería junto a los demás, porque los partidos se habían retrasado a las 12:00 y llevábamos desde las 10:00 allí (algún iluminado de las AUs no leyó bien los mensajes, parece ser).

Cuando ha acabado el sarao, con todas sus consecuencias, sus maravillas y sus absurdeces (porque si no tenemos drama en este equipo, no somos nosotros), la tríada de la L se ha vuelto a subir en un autobús y hemos estado casi tres horas allí dentro porque no nos hemos fijado en que el trayecto recorría la línea costera, en lugar de ir a St Andrews directamente. Pero todo bien. Hemos sobrevivido y ahora estamos sentados en casa, con varias tazas de té calientes en el cuerpo, el horno calentando la cena y la mesa llena de apuntes, bolígrafos de colores y botellas de agua. 

Ahora todo está tranquilo, por lo menos para mí. Poco a poco las cosas se han ido colocando donde debían y las conversaciones que había que tener han tenido, al menos hasta el momento, un resultado muy satisfactorio. Estoy unida a mi alumno más que nunca, Beth sigue dentro del túnel pero he aprendido a tener paciencia y a comprender cada cosa que hace, porque no es para nada su mejor momento. He recuperado a mi pájaro y a mis montañas (ahora mismo estoy teniendo una acalorada discusión con los búhos en mi cabeza), y me da la sensación de que esta noche voy a dormir hasta el mismo lunes. Las cosas están mejor; ahora todo está mejor. 
Y lo agradezco, porque lo necesitaba. Mentalmente, necesitaba la noche de ayer y el día absurdo y con sueño de hoy. Necesitaba ver materializarse ante mis ojos una realidad que hasta el momento solo era verbal. Gracias por el respiro, vida. 

Pero Beth... Bueno, Beth. 
La Dama de Luz no se ha apagado, ni mucho menos, pero su brillo no es tan intenso como antes. Debo esforzarme por no interrumpir el proceso de recuperación. Tengo que aprender a estar callada y a entender que, como muchas veces me dice, el problema no soy yo. Si lo pienso fríamente, me honra y me enternece que conmigo pueda mostrarse como realmente quiere estar: triste, taciturna y callada. Pero, al mismo tiempo, mi cerebro que todo lo tiene que exagerar entra en pánico porque la atmósfera de nuestra casa no es precisamente la mejor. Bueno, no es para menos tampoco. Muérdete la lengua, Rey Brujo. Aprende a tener paciencia. Cuenta ovejas, ponte música, controla el latido de tu corazón, pero quédate callada. Refúgiate en otras partes y deja que ella sane a su ritmo, con su proceso, déjala en su luto que nadie te ha pedido que te quedes. Y entonces, si es que decide llamarte, aparece. 
Pero hazlo, o la vas a cagar de manera espectacular. 

Advertida quedas. 

17 de septiembre de 2018

Nada que ver

No me gusta toda, pero algunas partes de esta canción se me han metido muy adentro.

¿Dónde vas, dónde vas? ¿Dónde piensas ir?
Con la cabeza gacha pretendes huir.
¿Dónde vas, dónde vas? 
No eres tan valiente ya.
Anda, corre...

¿Dónde vas, dónde vas? Déjame decir
que si fuiste valiente, dímelo ahora aquí.
¿Dónde vas, dónde vas?
Si no quieres escuchar...

16 de septiembre de 2018

Las bombillas fundidas de arriba

Yo no sé qué cojones me pasa, pero ya está empezando a darme miedo. Hasta a las paredes de mi propia casa les están saliendo grietas. 



Tears at a funeral I might break,
angry at all the things I can't change. 

15 de septiembre de 2018

You will have my arms

Last night was definitively not something I wanted to live with you, but it happened. I didn't want to see you as sad and destroyed as you were, but it happened. I really don't know how I managed - I still have the feeling that I underperformed and I didn't meet the expectations you could have set in my response. And for that, I am sorry. But I meant it. Every word and every caress, every hug and every love pressure in your fingers with mine. 

Cold days are coming, but my duvet will always be waiting for you so we can refugee ourselves under their warm and protective aura. When you feel weak, you will have my strength. When you feel uncertain, you will have my arms. You will always have my arms. As you are not really aware of how much you mean to me and the impact you have on my life. 

I love you. More clumsily that I sometimes reach to comprehend. But I love you, and I will be always there as you make your way out back into the light you always belonged to. Light is your way and to the light, you will return - for I most desire to contemplate you doing so. 

You will win this fight. I promise. 

11 de septiembre de 2018

La pretemporada que casi acaba conmigo (y con mi rodilla)

En realidad, la pretemporada que casi acaba con todos nosotros, empezando conmigo. Esta es la primera vez que consigo sentarme delante del ordenador y estamos a día once. Llevo más de doce días aquí y el ritmo ha sido tan desquiciado que no he tenido tiempo ni para quejarme, ni para llorarle al teclado, ni para nada que no fuera concentrarme en respirar. 

Jesús bendito, qué semana. Qué pretemporada. 

Ahora que la contemplo con perspectiva, después de toda la vorágine de acontecimientos, pensé que no la consideraría tan mala. Que no lo ha sido. Pero lo ha sido. No ha sido tan terrible. Pero lo ha sido. Ha tenido cosas maravillosas, de verdad, pero todavía estoy saliendo de ese lugar oscuro en el que estaba mentalmente y no deja de tener un sabor agridulce. Y me duele la rodilla, joder. Casi me la parto después de aquella condenada clase de yoga. 

Natascha y Anita ya se han ido y el domingo tuvimos barbacoa con algo más que guitarra, hamburguesas y copas. No se me puede dar alcohol si tengo algo que quiero decir; no soy una persona paciente. Lloramos. Madre mía, la de lágrimas que esta pretemporada nos ha hecho soltar. El viernes pasado creía que me moría, y dos días después era yo la que estaba matando a alguien. Si miro a la derecha de mi cama, a la esquina donde estaba sentado, aún puedo escuchar su voz rota murmurando un mantra casi histérico. Y me duele. Esa imagen me persigue todavía, pero no puedo dejar de pensar que era necesario. Para él, para mí, para los dos. 
Ha sido una semana llena de tensiones y de frustración por no poder acudir a los oídos que sabía que me escucharían. Básicamente porque la cabeza a la que pertenecen esos oídos ya estaba lo suficientemente embotada de mierda como para que yo le fuese con mis desastres. 

No ha sido una buena semana mientras la viví, pero creo que ha sido una semana buena en sus conclusiones. Si me siento a mirar los resultados de esos días asfixiantes, tengo que reconocer que ha merecido la pena. Porque ahora estoy caminando, como decía, hacia un sitio mejor. Todos lo estamos. Desde el corazón de mi casa hasta el centro de deportes, o eso quiero pensar.

Esta semana me ha hecho replantearme muchas cosas sobre mí misma, algunas de ellas me llevarán más tiempo que otras de analizar y quizá, cuando la rutina se haya asentado de nuevo y me haya calmado el ánimo, podré hablar de ellas. De momento, las mantengo al frente de mi cabeza, como asunto urgente y pendiente con el que tengo que lidiar. (Acabo de sentarme a la turca y me están matando los muslos, su reputa madre). O la gente es muy rara, o yo soy rarísima, o ambas cosas, pero cada día tengo más claro que entiendo menos a las personas que me rodean, aunque me esfuerce. A veces, quizá, es que me esfuerzo demasiado y debería aprender a estar un poco más sola con mis propios pensamientos. Y la tesis sin tocar. Y de la novela, mejor no hablamos.

Vaya semana. Aunque ayer empezó la recuperación, pero vaya semana.
Seguro que mañana las cosas mejoran otro poco.
Seguro.
Mañana. 


2 de septiembre de 2018

Estoy en casa

Ecribiré algo decente cuando se acabe esta semana y hayan pasado pretemporada, la boda en la que tengo que currar y la barbacoa del domingo, además de una serie de reuniones y otros detalles, y cuando Anita ya esté en su piso y Tasch haya (tristemente) vuelto a Alemania. 

Pero de momento, sentada mirando las nubes negras que dejan pasar rayos de luz en el que es mi nuevo salón, me apetecía decir que estoy por fin en casa. Y que cada vez se siente más y más casa.