31 de diciembre de 2021

El espejo y la montaña

2021 es un año que voy a recordar por su dureza, pero también por su dulzura. Como un viento de tormenta que golpea furioso y, aún así, es increíblemente agradable durante el instante antes de llover. 2021 me cambió la vida en muchos aspectos. Me mudé por fin con mi pareja, publiqué mi primer libro, me casé (de aquella manera), me mudé a España porque encontré trabajo, entregué mi tesis. 

En 2021 aprendimos a vivir juntos en medio de una pandemia y quiero pensar que hicimos lo mejor que supimos con las cartas de las que disponíamos. No fue perfecto, pero fue lo que tuvimos. Recuerdo muchos días oscuros, pero también recuerdo llorar de la risa viendo Kenichi juntos. En 2021 la comunidad tan bonita que tengo en las Plumas terminó de asentarse, conocí y establecí lazos con mucha gente que todavía tengo que desvirtualizar y aquellos lazos que ya tenía se volvieron más fuertes.

En 2021 tuve que ir a terapia porque la ansiedad me estaba asfixiando. Pero también volví a ir al gimnasio y he hecho llorar a mucha gente dedicándole mi primer libro publicado a mi abuelo (y los que quedan). 

Este año he seguido plantando semillitas literarias y he creado personajes que me ayudaron a sobrellevar muchos momentos, desde Ramin y Arzu hasta el pequeño Ismail y Parisa, que solo tienen unos meses. La pandemia no hizo las cosas fáciles, y todavía hay cosas que me estoy sacudiendo, y de hecho el covid ha decidido tocarme las narices hasta el último minuto (gracias por nada). Y creo que digo esto porque hoy estoy premens y especialmente sensible, porque ha sido una puta locura de año y porque desde que entregué la tesis he sido un pollo sin cabeza que iba de aquí para allá, cumpliendo con tareas de aquella manera y tratando de no volverme aún más tarumba de lo que estaba.

Mucha gente me ha dicho que me de tiempo, que tenga calma y que aprenda a gestionar todo el nervio que tengo dentro. Ja-ja, qué fácil, pedirme que me relaje. Como si no me conociesen. Soy una impaciente y lo quiero todo ya. 

Estoy muy agradecida por este 2021, por las cosas buenas y por las cosas malas, que trajeron lecciones. Algunas que tampoco me hizo mucha gracia aprender, pero qué le hacemos. Estuvieron ahí. Si le tengo que pedir algo a 2022 es un poco más de calma, que todas las emociones fuertes ya han estado concentradas en estos últimos cinco meses, gracias. 


Look at the Sky, I'm still here.
I'll be alive next year.
I can make something good. Something good. 

26 de diciembre de 2021

Lo mío no lo cura el tiempo

Supongo que ahora siento que escribo para ti, porque he abierto esto y directamente me ha venido esta canción a la cabeza.


Me había prometido venir a escribir un poco, pero me ha llamado Clare y una tiene sus prioridades. Tengo ganas de hacer un encuentro con este mes y medio que ha pasado. Por la tesis, claro, pero por otras cosas. Hablar con Clare hace que los pensamientos sobre el pasado vuelvan, ver a mi gente "de antes" con mi situación "de ahora" aún consigue que me maree. Porque es así, esta es mi vida ahora, y aunque no es perfecta, la verdad es que no puedo quejarme de la mejoría. 


Estas son las primeras Navidades que paso sin tesis en cuatro años, y sabe Dios que las estoy disfrutando todo lo que se me permite y todo lo que quiero. 


Si no me arropan tus calles me es más difícil vivir.


Mañana me siento, lo prometo. Ya vuelvo a tener mi taza de La Condesa y eso, que puede parecer una tontería, me ha devuelto una sonrisa que antes estaba torcida. 

22 de diciembre de 2021

Ganamos

He estado releyendo entradas viejas y he encontrado una en la que tú me decías "al final siempre ganan los buenos", cuando todo estaba en lo más profundo y oscuro del horror.

Y me he puesto a llorar, porque tenían razón.
Al final ganamos, Bob. Ganamos.