22 de mayo de 2013

Luz del cielo

No necesito un día para recordarte. Todos los días te pienso. Pero ya sabes cómo funciona esto de las "fechas". 
Ha sido un gran día. Lo has hecho grande. Eras (eres) experta en eso; en quitarle importancia a lo malo y dársela únicamente a lo bueno. Hoy ha sido un gran día. Y estoy convencida de que has sido mi Sol, mi Cristo Cronócrator, detrás de todas las horas de hoy. 
Cómo te echo de menos.



Hace un año.
Un año

20 de mayo de 2013

Momento revelación 14

Tocaba. Porque sí, porque esta chica se ha metido en mi cabeza y ha descrito per-fec-ta-mente, pero per-fec-ta-men-te, cómo me siento yo con respecto a ti, maldita lapa roja, y con respecto a este proyecto que lo mismo me eleva al séptimo cielo, que me estampa contra el suelo y me hace polvo la frente. 
La escenita es más bien simple. Yo, guitarra en mano y con una sonrisa de mala leche y cariño, y al-Ahmar delante de mí, de pie o bailando con lo que yo le voy cantando, sonriendo con picardía, chasqueando los dedos y partiéndose de risa. 
No te soporto, ibn Nasr. Es que no te soporto. 





Maldito el día en que te encontré, la hora en la que te miré. Entraste a mi vida y ahora no hay salida. Me equivoqué. 
Yo no quería y acepté. Por un ratito te guardé. 
Yo no soy adorable, ¡tú eres insoportable! 

Insufrible, amor. ¿Cómo me pude enamorar? No te soporto, es la verdad, porque molestas y te pegas como la goma de mascar en mi zapato al caminar. Somos un caso no ideal. Pero te quiero, yo te quiero.

En la política y la fe no congeniamos, ya lo sé. Yo como carne roja, tú solo comes soja. 
Sí, pensé...

Insufrible, amor. ¿Cómo me pude enamorar? No te soporto, es la verdad, porque molestas y te pegas como la goma de mascar en mi zapato al caminar. Somos un caso no ideal. Pero te quiero, yo te quiero.

Yo estoy más loca cada mes. 
Tú insufrible y a la vez eres tan vulnerable, tan tierno y adorable. 
¡Siempre te querré!

18 de mayo de 2013

Troublemaker

Motivación. Me la paso motivando al resto y lo que quiero es coger la butaca y partírmela a la altura de la coronilla. ¿Dónde se me ha ido la inspiración? A Jerez, a Badajoz, a la porra. Por allá se habrá quedado. Seguro que ha salido corriendo en cuanto me ha visto al cara de recién levantada y los colmillos. Los ojos hinchados y el pelo tapándome la frente. Las garras lanzando el teléfono contra la pared y que reviente, pero que reviente de verdad.
Mala uva, mala leche. Como una botella de champán. Cuando se van, se queda un remanso de tristeza que sólo se me pasa con más mala leche. Porque no me quiero ir. Es decir, quiero largarme, pero al mismo tiempo no quiero. Abrazar sus pequeños cuerpos es todo lo que me queda, apretarlos fuerte, gritarles que se bajen de los árboles, echármelos encima y rodar por el polvo, matarme por la pelota y cantar "flai-veriflai-veriflai". Si no se están quietos, mejor. No les da tiempo a agarrarse de mi cintura, a apretarme las piernas y a decirme que no me vaya.
"Eso es que ya puedes trabajar, ¿verdad?", "Búscate trabajo aquí, pero no te vayas", "¡No, no te vayas!", "¿A que te vas a quedar con nosotros?".
Claro, ¿yo qué les contesto? ¿Que salgo corriendo, que huyo de Levante por irme a buscar mezquitas donde todo el resto ve iglesias? No lo van a entender. Yo tampoco lo hubiera entendido. Por eso quiero que Akela se quede pintado, que no se olviden de Kaa y que vayan a la selva a bailar con Bagheera. Esto no esta siendo nada fácil para mí. Por primera vez, empezaba a ser la parte asentada de algo, y ahora no tengo una mejor idea que irme a por el Dorado lejos de ellos. 
Shame on me. 



Tenerte a ti dando por saco no ayuda. Vete. Vuélvete a la Frontera y déjame en paz. No, no me mires con esos ojos negros y desde arriba de tu caballo. No quiero saber de ti, al menos durante unos días. Ya, ya sé que debo saber de ti, que se supone que tengo que estar hablando de ti, de los tuyos y los no tan tuyos. Pero déjame en paz. Mi cabeza está a punto de explotar, y no me estás ayudando nada. Vete, por favor. 
Ah, pero no te vas. No, da lo mismo, quédate. Total, siempre haces lo que te da la gana. Igual como yo. ¿Qué voy a hacer conmigo misma? ¿Y con vosotros? No es que esté deprimida (vaya, eso me suena de algo), es que hay conversaciones que sólo puedo tener en voz alta. Sí, te puedes sentar. Coge un trozo de suelo. "En habiendo suelo"... eso lo dice Patri. Es reflexión, desmotivación, ya está. Me motivaré como pueda. No me queda otra. Tengo que tirar de mi propio carro, que soy grande. Tengo unas expectativas que cumplir. Simplemente, es que no está siendo fácil. Han sido dos años complicados, todavía estoy arrastrando cosas, voy como entre dos partes diferentes. Entre el cielo y el suelo. Entre la niña con verborrea y el dragón que se tapa la lluvia. Me alegro de que te hayas quedado. Esta mañana me he sentido muy sola, y eso que los tenía a todos encima. Espero con ansia los quince días de verano que pasaremos juntos, y las quince lágrimas que se me van a caer cuando todo eso se acabe. 
Aquí os tengo, delante, y soy incapaz de escribir una sola palabra. Estoy tan blanca como la página. Y si miro al reloj, las horas no pasan, el teléfono no suena y se me resiste la Canción más bonita del mundo. Yo sabía que esta tarde no iba a ser buena. Eso quiere decir que la noche será mejor, mucho mejor. Que cantaré, que bailaré y me moriré del ridículo. Y tan felices. 
Gracias por quedarte conmigo. Ojalá pudieras darme el abrazo que necesito. Eh, eso no son lágrimas, ¿verdad? Un hijo del desierto no llora. Al final voy a tener que abrazarte yo a ti. Venga, no seas blando, ya sabes que aunque te eche mil veces de mi corazón, vives ahí dentro.
No te preocupes, ibn Nasr. Yo estoy bien. Siempre estoy bien. 





-Bob, en serio, ¡me das cada susto...!
-¡Pues imagínate lo que es vivir conmigo mismo, que nunca sé dónde dejo las cosas!

Claro que si no fuera por estas pequeñas cosas... Como que te besen mientras suena The Trooper. Eso sí que no tiene precio; vuelves a enamorarte. 

17 de mayo de 2013

Jabal Tariq

Cada vez que estoy a punto de odiaros y darme la vuelta para no volver a miraros jamás, sabéis exactamente cómo arreglarlo. Qué voy a hacerle, si vivís dentro de mí. Si sois parte de lo que yo quiero formar parte. Si cada una de vuestras huellas va señalándome el camino.





There's a feeling I get when I look to the West South and my spirit is crying for leaving. 

En qué mala hora se me ocurrió decir que sí.  





Cosas que tienen que ver; gracias, abuela. Sabía que tú no ibas a fallarme. 
Te echo de menos. Tanto, que me duele, y río y lloro al mismo tiempo.





They can have this Earth, this pile of dirt, but the sky is ours!

¿Lo pensabas, mirando al cielo, cuando el humo tapaba las estrellas y las llamas ardían durante tres días? ¿De verdad creías que era posible tener el cielo? Sí. Posiblemente lo creyeras. Como lo creo yo. 

13 de mayo de 2013

The longest wait

Will you come to talk to me tonight?
And she couldn't find how to push through.

11 de mayo de 2013

Momento revelación 13

Anda que la canción no tiene tiempo. Ya era de mis favoritas. Y hoy, gracias a mi Dama (con mayúsculas, siempre), es parte de mí. Igual que ella. Me ha hecho ver que habla de mí, que me define, y que ahora, ante el mundo, hay que ser más valiente que nunca. Si ella me respalda, tengo el valor necesario. Me he quedado sin palabras, así que lo único que puedo decir es un pobre "te quiero", que tiene muchísimo dentro y que ella sabrá interpretar. Es una dama, es la Dama. Con ella a mi lado, conseguiré grandes cosas. 
Porque, evidentemente, me va a comprar un matasuegras. Lo tengo yo poco claro. 



Agosto va pasando, sediento, cansado. En su mente algo le dice: "los días que has vivido quedaron de lado para ver cómo decides."
No te pares a buscar caminos que no tienen final. Escucha siempre a tu corazón y él te guiará. 

¿Y qué más le da, si quiere volar? Pero cortan sus alas al despegar. No te caigas, no desistas, ¡vuela alto, no te rindas!
¿Y qué más le da, si quiere soñar? Pero cierran sus ojos al despertar. No permitas que tu vida pierda el fuego que tenía.

Ahora que se ha ido, se siente perdido. No es sencillo echar de menos.
Su vida ha dado un giro, ya nada es lo mismo. Pero nadie dijo miedo.
No te sientas solo en ese infierno que viste de ciudad. Aquí te estaremos esperando, ¡no mires hacia atrás!

¿Y qué más le da, si quiere volar? Pero cortan sus alas al despegar. No te caigas, no desistas, ¡vuela alto, no te rindas!
¿Y qué más le da, si quiere soñar? Pero cierran sus ojos al despertar. No permitas que tu vida pierda el fuego que tenía.

No te pares a buscar caminos que no tienen final.
Aquí te estaremos esperando, ¡no mires hacia atrás!


¿Y qué más le da, si quiere volar? Pero cortan sus alas al despegar. No te caigas, no desistas, ¡vuela alto, no te rindas!
¿Y qué más le da, si quiere soñar? Pero cierran sus ojos al despertar. No permitas que tu vida pierda el fuego que tenía.









Cosas que tienen que ver, la definición de "perfecto" estuvo entre las nueve de la noche de ayer hasta las ocho y media de la mañana de hoy. Perfecto. Simplemente, perfecto. Gracias a tres personas, que lo hicieron increíble. 
A Carles, a Ana y a Jordi. Os quiero mucho. Hoy más. 

9 de mayo de 2013

De aquí a la eternidad

Parece increíble pero sí, después de cuatro años (cinco para mí) se termina todo. Todo, y esta vez de verdad. Nada de pasar un paréntesis de sol y playa para volver a encontrarse dos o tres meses después. No. Esta vez va en serio. Definitivamente, se terminó. Nada de matrículas, nada de historias de papeles que no aparecen (crucemos los dedos, que ganamos la batalla pero no la guerra), nada de créditos, de materias aleatorias, de exámenes o de apuntes en reprografía. Se terminó de verdad, después de cinco años. Fin. 
Al borde, a pocos instantes del final, vuelvo la vista para acordarme de ellos. Será un día extraño sin su presencia. Sin sus estupideces, sus dramas, sus planes de boda, sus borracheras, sus fotos, sus vídeos, sus reflexiones mirando las nubes, sus tardes al sol, sus encuentros, sus comidas. Todo en ellos me ha estado acompañando a lo largo de cuatro años. Cuatro, que los he pasado yendo y viniendo, encontrando el lugar para mí dentro de la Historia del Arte. Pena que haya tenido que dar con él cuando se acaba todo esto.
¿Pena? ¿Acabar? 
No, nada de eso. Ninguna pena puede caber en mí ahora mismo. No hay otro sentimiento que no sea la felicidad. Socialmente hablando, ha resultado un poco como siempre. Las circunstancias y mi propio corazón me hicieron volar de aquí para allá. Circunstancias, porque nunca puedes evitar conocer a gente. El corazón, porque tampoco me apetecía quererla en exceso. Él ya tenía un grupo de la universidad, y no era en Historia del Arte. Mi interior ya tenía unos colegas de la uni, un grupo lo suficientemente grande como para ser considerado grupo, lo suficientemente unido como para poder decir que éramos todos amigos, de verdad. A día de hoy, siguen siendo mi mayor logro y uno de mis mayores tesoros. Ellos no podían ser sustituidos por personas nuevas. Era imposible. Aparte, tampoco es que yo estuviera muy por la labor. Cosas que pasan. De manera que me dediqué a sobrevivir como podía, a intentar adaptarme a nueva gente y a vincularme a ellos de alguna manera. Y qué mal me salió. Nunca se me ha dado bien conectar con las personas, y cuando creí que lo estaba haciendo, cuando parecía que de verdad podía funcionar, Dios vino a decirme que no era buena idea, y como soy cabezona porque soy del sur, tuvo que pegarme un tiro para que entrase en razón. La bala me acertó de pleno en el estómago porque, a la hora de la verdad (y debido a algún que otro pormenor de la vida), la gente con la que yo supuestamente iba con todo, como solía ir, desapareció. Se esfumó, nunca más se supo. Di el paso, planté tienda en el sur y como palomillas se marcharon. Y ahí me quedé, sin lamentar excesivamente la pérdida, obvio. Conservaba a los que quería y eso era lo importante. 
Conservo al que quiero. Tú, mi pianista, mi pícaro, mi chico de la universidad, el que sí ha estado a mi lado desde primero hasta cuarto, con el que tengo tanto y al que le debo la vida y unos cuantos euros en gasolina. Nos hicimos amigos y seguimos siendo amigos, y mira que estuvimos bastante más separados de lo que estuve de la gente que, en teoría, "me quería mucho". Tú me lo dices poco, pero qué alegría cuando me lo dices. Qué alegría, qué buen día, qué bonito tenerte. 
Sin olvidar la gran y acelerada aportación al escenario, obvio. Qué mala suerte conoceros al final. Si dejo que me venza la nostalgia, imagino tantas cosas que podríamos haber hecho juntos. Pero nunca es tarde, ¡porque la dicha es mejor que buena! Además, qué demonios, aquí no se está acabando nada. 

De acuerdo, sí. Fin de una etapa, fin de un momento de la vida. Perfecto. No puedo esperar a que termine. Tengo tantas ganas de saltar al vacío, de volar, volar, volar sin más ataduras, hacia dónde sea, pero siempre con las mejillas tatuadas. Shams wa Qamar, en el corazón. Rewend fii Rûm en el alma. He aprendido tanto, y me he dado cuenta de que sé tan poco. Puedo decir, sinceridad en la mano, que soy una de las personas más afortunadas del mundo. Amo mi carrera, soy una gran enamorada de lo que aporta, de lo que enseña, de lo que enriquece. Y, en concreto, tengo una pasión. Una que huele a sal, a azahar, a agua fresca, a desierto. Los admiro y los devoro casi con ansiedad. Pasará mucho tiempo hasta que pueda dedicarme exclusivamente a ellos, lo sé, pero no me importa. Están aquí, siempre. Shams wa Qamar, me acompañan allá donde voy. Últimamente más que nunca, porque tengo al hijo de los Banu Nasr en la estepa de mi cabeza, dando gritos que no me dejan dormir. He conocido la pasión y la conservo. Sé lo que quiero. Y hacia allí voy. 
Sin embargo, no todo han sido hamsas y alfombras. He descubierto mundos que nunca pensé que conocería. Me han enseñado a abrir la mente, a comprender, a observar y a mirar más allá, a buscar siempre un por qué, a entender y amar la mano que dejó el testimonio que a nosotros nos da disciplina. He recorrido, mejor o peor, toda la historia del hombre y he visto sus maravillas, me he sentado a contemplarlas y a leerlas. Algunas me lo han hecho pasar regular y otras simplemente las odio, pero ahí están. Dentro de mí, las semillas crecen. Si brotarán o no, eso lo veremos en los siguientes capítulos. De momento, no vamos a rechazarlas, que todo puede llegar a ser útil. 

¿Y ahora, qué? 
Nada de acabar. Lo bueno está a punto, a punto de empezar. Por fin, abandonar ese apéndice del instituto y salir, conocer otras personas y otros maestros, empaparse de conocimiento, vivir. Aunque echaré de menos ciertas cosas. Humana soy, la nostalgia es inevitable. Voy a echar de menos el capuccino de las dos y media, hora perfecta para cambiar drama por carcajadas. Voy a echar de menos los úteros con corona y los apuntes con dibujos. Echaré de menos los sándwiches mixtos de la facultad, que una es muy humana. Voy a echar de menos preparar juntos los exámenes y los cafés en vasos de fallera. Echaré de menos poner a parir a la gente como única vocación en esta vida. Voy a echar de menos la guitarra y las canciones de las siete y media de la tarde, esa hora en la que el cerebro dice "hasta aquí hemos llegado, dejemos de fingir que estamos haciendo algo". 



Se acaba, de acuerdo. Que se acabe. Que se acabe y no vuelva más porque, sabiendo lo que sé ahora y conociendo a quien conozco, no lo repetiría. Al menos, no de la forma en que lo viví. Intentaría que fuese diferente. Pero como la historia se escribe hacia delante y no hacia detrás, centrémonos en las copas, en brindar por lo que somos y porque, simbólicamente, mañana estaremos graduados en Historia del Arte.

8 de mayo de 2013

Las cosas de Avani XXIV

"He encontrado una autora que se opone a todas las opiniones anteriores y defiende el taller de miniaturas de Qurtubah y la influencia del arte islámico en las Cantigas."
"Ah, qué estupendo."
"Yo es que me enamoro. Me ena-MORO."
"Querida, date un paseo", me aconseja mi Avani ibn Tahir, siempre atento y, probablemente, bastante más hastiado que yo. 

7 de mayo de 2013

¡La dragona se ha tragado un matasuegras!

"(K)—¿Y ahora qué hacemos? 
(I)—¡Tú eres boba! ¿Cómo te lo has tragado?
(K)—¡Pero no la sacudas!
(I)—¡Respira, Aro de Plata, respira!
(AdP)—(sonido de matasuegras)
(I)—¡Aaaaaaaaaaaaah!
(K)—¡Por favor, no se lo quitéis nunca!
(AdP)—(sonido de matasuegras)"






Un fuerte aplauso y una lluvia de abril a esos amigos que vienen, así se tengan que patear media ciudad y contemplar atropellos, pero vienen. Que sólo pasan contigo cuarenta y cinco minutos con el calor que hace, pero vienen. Que te mandan fotos de lo que están haciendo, porque han pensado en ti mientras tú estás que te tiras de los pelos delante de un portátil. Que te prometen fiestas de recuerdos, con playa y borrachera, cuando caminar hasta la orilla sin luz era buena idea, y los contenedores siempre era un sitio apropiado para hacerse fotos. Que te dicen "mañana voy", y van. Y vienen. Y te abrazan, te achuchan porque saben que es lo que más te hace falta.
Un aplauso para la Dama, porque siempre la tengo para decirme que la vida es ridícula y que todo es muy dramático, que le den por saco a todo el mundo y que nos vamos a pasar julio metidas en el mar y sacándonos fotos ridículas. 
Un aplauso, porque viene. Cuando la necesito, viene a abrazarme porque es lo que más necesito.



Últimamente llueve drama. Diluvia, prácticamente, y yo voy por la vida sin paraguas. Me tapo como puedo, pero me termino empapando. Lo más divertido es que nadie se aclara con sus propias tragedias. Tampoco se atreven conmigo. Imagino que es la manera que tiene el karma de darme una palmada en la frente por todas las veces que dije que estaba bien sin estarlo. Pero soy humana, imperfecta y, encima, mujer. Todo tiene que ser como yo lo quiero, cuando yo lo quiero. Y si no pasa, me mosqueo. Pero, claro, qué vas a hacerle.
Me costó quererme, pero cuando lo hice se me fue de las manos. Mi ego tiende a tenerme muy arropada, y en momentos como éste me da por pensar que soy una buena persona. Que soy capaz de mucho por nada (aunque lo espere con desespero y esperar tienda a desesperarme), y que alguna vez esas cosas volverán a mí, como pago. Llegan con canciones y con tus dedos apretándome la cintura, y tu sonrisa pegada a mi mejilla que dice "mi temible criatura". Pero sola, cuando nos quedamos el del brazo quemado y yo, sigo pensando que soy buena. Que todos esos baches del pasado no consiguió empañar lo que mis padres querían de mí: un buen corazón. Un corazón que quiera, que no tema dar amor, ese amor que hace tanta falta. 
Me pone muy nerviosa que la expresión "dar amor" haya sido tan sexualmente transformada con el paso del tiempo. La gente no está muy acostumbrada a que la quieran, y esto ya lo he dicho, y tiene convulsiones emocionales cuando recibe muestras de cariño. Yo intento que sea mi terapia. Ahora estoy fuerte, gracias a muchas personas y a muchas situaciones, de manera que no me importa ir con las alas atrás y el corazón delante. Te quiero, y no pasa nada. Te quiero, y eso es bueno. No me tengas miedo. Te quiero, amigo. Te quiero, hermano. Te quiero, quién sea. Muchas veces me han apuñalado por esto, y sé que me volverá a pasar, pero quiero arriesgarme. Hay personas que se han pasado este curso demostrándome que vale la pena arriesgar hasta el final. Siempre hasta el final. Y con el matasuegras en la boca, evidentemente. 



"Lau, dame un abrazo, que tengo frío."
Siempre. Todos los que quieras.





Yo seguiré queriendo. El que me quiera querer también, pues eso que se lleva. A fin de cuentas, como dice mi patata, soy una persona 'espléndida'.
Cosas que tienen que ver.

5 de mayo de 2013

Bangarang


«El cuarto de Nerva estaba a reventar de libros y mapas, pergaminos hechos ex profeso para venderlos como antiguos a pardillos como él, flores desecadas, maquetas de animales y dragones. Había dragones por todas partes. Sultán meneó una oreja; aficiones de niño pequeño en un estudiante de matrícula.
Subió de un salto a la silla y observó el escritorio. Estaba casi oculto por montañas de apuntes, más libros y de dibujos. Dragones, otra vez. El gato bufó y los observó con una ceja arqueada. Siempre se repetía el mismo dragón. Con la cabeza en V por los cuernos, ojos enormes y brillantes, las alas adheridas a las patas delanteras y la larga cola. Parecían siluetas. O sombras. No tenían ningún tipo de detalle. Sólo estaban pintados todos de negro, y los ojos eran amarillos o azules. Parecían, desde luego, sombras proyectadas en una pared.
Se apartó de los garabatos con aire digno. Dragones. Vaya una cosa para obsesionarse. Además, ni siquiera eran blancos. De hecho, creía recordar que eran los bichos vivientes más alejados del blanco que existían. Negros, totalmente negros. Y ahora a ese descerebrado estudiante le fascinaban. Era para matarlo.»



El día que tenga tiempo, el día que tenga tiempo, el Negro le partirá los huesos al Blanco. Igual al Blanco le da por llorar. Pero luego será bonito, claro. Porque recordemos que esta historia salió del chica-conoce-chico, chica-se-enamora-del-chico-pero-el-chico-no-porque-vive-en-otro-planeta. Lo que pasa es que a mí nunca me han gustado las cosas sencillas. 
Gata, Dama, Patata y Nirwen, por ustedes va. Que sois fans desde los inicios. Juro que haré algo decente con esto. 

3 de mayo de 2013

Cuerpos con plumas

Un día disparé y no dejé ninguna bala suelta; todas fueron a parar a ti.



Hace ocho meses que quise romper una pared con la coronilla. Que levanté el lomo, como los gatos, y me tapé con las alas, para que nada me tocase, para que nadie me viera. Pasar pasar este tiempo lo más rápido posible y salir de aquí, huir, correr, volar, saltar puente abajo. No quería volver, porque para mí no era "volver", en el sentido estricto de la palabra. Era más "marcharse" que regresar. Hay tantas cosas que echo de menos, había tantas cosas que me daban miedo...
Mi único motivo para tener nueve meses de sonrisa se toma la molestia de comprarme merienda cuando se lo pido, se pone celoso y se sonroja cuando le digo que siempre será mi compañero de aventuras. 
Con las alas delante de la cabeza, no quise ver ni que me vieran. Cuanto antes pase, mucho mejor. Que pase. Y que nadie me toque. "No dejaré que te alcancen", decía hace unos meses. Y casi muerdo las manos que me dieron de comer. Porque todo era un 'no', portazos y colgarle el teléfono al único hombre capaz de pelearse con mi mal humor (qué cerca estuve de morder también sus manos), quedarme sola y sola, reventarme los tímpanos a base de zorras.
Me hice tanto daño, que cuando quise darme cuenta estaba sangrando delante de un espejo. Literal, porque aún tengo la cicatriz. Como en el cuento que escribí, la dama me vendaba las heridas y me decía algo así como "Aro de Plata, deja de hacerte daño; aquí nos tienes, sonríeme".
Y yo no quería. No había naranjos en Levante, ni un rastro Dios, ni un muro tras el que esconderse, ni una columna a la que abrazarse, ni un barranco desde el que observar la tierra, la Frontera, la Última Frontera.  

Entonces apareció esa maravillosa fuerza que tiene la tierra. Mi karma, mi fe, mi suerte, mi dios vino a darme capones en la barbilla. Afortunadamente para mí, no fue un guantazo que me pusiera la cara del revés. Sino pequeños golpecitos en los labios, toques, llamadas de atención. 
Aparecieron de uno en uno, de repente, y a mí se me cambió la polaridad del cerebro.
Primero, conocí a alguien, totalmente aleatorio, que decidió bautizarme como tubérculo para el resto de mi vida. A mí me dieron ganas de sacudirle un porrazo. Patata, yo. Sí, hombre. Ella se reía, me contaba cosas y me hablaba de telas con flores y de monumentos quemados. Yo le hablaba del sur, de guerreros que cabalgaban con el pelo suelto, y nada tenía demasiada importancia. Hasta que el café semanal se convirtió casi en diario, cuando los hermanos empezaron a molestar, cuando las dos quisimos llorar y supimos que la otra secaría nuestras lágrimas. Ahora no sé dónde voy sin ella. Si no viene conmigo al año que viene, por Dios, me muero. Se secará el huerto que entre las dos hemos plantado en nuestros corazones. 
Unos meses más tarde fue un shi-fu, largo como un día sin pan, apasionado de Cruzados y Dioses igual que yo, con la energía por sangre y una eterna sonrisa en la boca. Me enseñó a golpear, a protegerme, y me abrazó tan fuerte que más de una vez volví con moraduras en la espalda a casa. Quería saber lo que yo sabía del Islam, y a cambio él me instruyó en la medicina; compartimos aquellas historias que nos gustaba inventar, conoció quién era exactamente Aro de Plata y me vio en ella, en sus ojos grandes y en sus dientes afilados. Nunca me pidió nada a cambio. 
Después, apareció una pequeña cacatúa, con el pelo rojo. Estaba bien, era grata compañía. Pero hace nada, pasó algo. Me la encontré sola, perdida, con ganas de llorar y sin saber exactamente qué a hacer o a quién acudir. "Tenía que hablar contigo", dijo, y se me dilataron las pupilas. El pajarito se refugió bajo mis alas y me habló de todo, de amor y de portazos que yo muy bien conocía, de los celos y de las ganas de salir corriendo. Nunca le pedí nada a cambio. Porque tampoco hizo falta. Con que baile al mismo tiempo que yo bailo, que se ría y que me rasque la barriga cuando estoy preocupada, será suficiente. Porque siento que confía en mí, y la semana que viene va a brillar como ese precioso pájaro del paraíso que es, con una larga cola. 
Casi a última hora y con prisa, por razones que yo todavía no comprendo, la casualidad me trajo a un estúpido de color rojo que se parece a mí. Me contó cosas que yo entendí, porque las viví, y viceversa. Cada coincidencia era todavía más ridícula. Y no podía evitar preguntarme dónde había estado todo este tiempo. Quizá, mientras llovía en Sicilia y nevaba en Granada, fuimos a caernos muertos al mismo lugar. Pasa que no lo sabíamos. Igual, al otro lado del muro donde yo me dormí, estaba él con los brazos cruzados y sin saber qué pensar. Si no fuera por la música, dónde estaríamos ahora. No pasearíamos libros pesados como sillares en la espalda. 



Una vez más, me equivoqué. Creí que lo adivinaría todo y no sabía ni la mitad. Que este último año en Levante sería otro más, sin pena ni gloria, y me ha dado personas que no quiero perder. Da igual cuánto tiempo hayan pasado en mi vida. Si se van, si ahora desaparecen, lo lamentaría mucho. Me gusta pensar que me quieren. Porque, en algún momento, confiaron en mí. Me contaron algo que nunca contaron a nadie. Decidieron que yo era lo bastante "x" para tener esa información. Confiaron en mí. 
Gracias. En realidad me alegro de todo. Porque, sin todo, yo nunca os hubiera conocido. 





-Qué amiguitos sois últimamente, ¿no? 
-¿¡Y a ti qué te importa!?

Aunque, claro, nunca falta la estúpida que viene a joderlo.

2 de mayo de 2013

Desvariar por no matar a nadie

Quick! Shoot me in the face!
»BANG!«



Si eres mi ángel y solas tú y yo haremos el sex, entonces en una noche de estrellas bailaremos hasta que salga el sol, para amanecer en la playa después de un par de botellas. Una sensación que me hace volar, porque eres mi niña y pronto seremos una menos en Canarias; porque boys will be boys y nos dejaron solitas, como barquito en el mar, pero yo te voy a esperar, que no pare la fiesta. 
Yo mañana como tarta. Corrijo. Yo mañana me pienso poner hasta las cejas de tarta. Y a bailar, que estoy que me bailo. Porque la semana que viene vamos a bebernos, tú y yo, como siempre, hasta el rocío de la mañana. Pícaro y dragón, una vez más. Vamos a estar de un mono que tirará de espaldas. Y las pondremos a todas a parir. "Tú estás gorda, tú eres fea, tú directamente eres gilipollas". Zorra, puta, guarra. Que ha venido sólo a verme y a traerme galletas. Por favor. Yo es que me caso. Y hablando de bodas... ¿dónde se ha metido mi organizador personal? Quizá esté buscando ese 15% de su cuerpo que me tuvo riendo y llorando durante mucho tiempo. ¡Que me caso! ¡Que me caso! ¿Que te casas? ¿Cómo que te casas? ¡Obvio, la gente quiere boda!
¡Que me casoooooooooo!
Ahora tengo un hámster. Monísimo. Tiene las mejillas rojas y me odia. Eso dice. ¿Será verdad? Ni idea. Yo me haré la loca y seguiré alejándome "con la luz del cielo". Capaz me creo león, y no llego a gatete. Gatete, qué palabra tan estupenda. 
Vuelve a Granada, que te están esperando los naranjos, las cruces, las carpas y las noches con el cielo lleno de estrellas, oliendo a jazmín. Como tus calles, tus besos, la lluvia y los balcones. "A ver si no pasa otra Cruzada antes de volver a verte". 



-¡Cardo! ¡Borriquero! ¡Cardo porculero, dame un beso y te devuelvo el pirata! 
-No me da la gana, hombre. Así no se piden las cosas.
-Tienes razón. ¡Cómeme la boca y te regalo el mundo!
-¡Ven aquí!  



Ven, chata, que te voy a cortar las puntas. 
Si no fuera por estas pequeñas cosas, ¡ay! Si no fuera por estas pequeñas cosas, nada tendría sentido. ¡Si no fuera por estas pequeñas cosas, ni el Corán más bello querría decir nada!





Cosas que tienen que ver, nada de nada tiene sentido. Sólo es que, cuando pienso en todo lo que me da por pensar, me doy cuenta de que soy feliz. 
Raka-taka-boom. 

1 de mayo de 2013

Su encantadora estupidez

Tres años y algún que otro patinazo habrán valido la pena si hay otra tarde en que hagamos música juntos. 
Sinceridad en la mesa, me emociono mucho. Sobre todo, con las cosas que me gustan, que me ponen contenta. Y me hace feliz haberlo conocido. Porque sí, porque siempre está bien. Los amigos así nunca están de más. Ningún amigo con guitarra está de más. 
Aunque sea rematadamente estúpido.





Cosas que tienen que ver, en una semana vendrá la broma más grande jamás contada. Esa mujer es una zorra. A la graduación me va a acompañar un pianista, y yo soy un cardo borriquero que da por culo, así, como deporte. 
Me miraré las uñas cada vez que se me olvide.