21 de diciembre de 2019

Despedida I

Ahora tengo un certificado de idiomas que empieza diciendo "en el nombre de Dios". A mí, sinceramente, no me puede parecer más divertido. 



La despedida de Tehran fue bastante más dura de lo que yo me imaginaba. Y eso que, durante las tres últimas semanas de estar en Irán, empecé a ser consciente de la verdadera importancia que tenía el haber estado allí. Por todo lo que he vivido, y por las personas que he conocido. Creo que lo he mencionado en más de una ocasión, pero nunca imaginé llegar a querer tanto a gente con la que iba a pasar, en comparación fría y calculadora, tan poco tiempo. Pensaba que solo serían amigos en el naufragio, gente circunstancial con la que pasarlo bien y después, quizá, intercambiar algún que otro mensaje a lo largo de los años con conversaciones un 85% basadas en recordar cosas que hicimos juntos y otro 15% en preguntar qué tal estás, cómo te ha ido, qué has estado haciendo, me alegro, cuídate. 
Pero las personas no son números. No estas personas. 

Despedirme de Tehran fue despedirme de un hermano que me encontré por el camino. Y estuve profundamente triste, y lloré lagrimones que me arañaron por dentro como clavos. Darme cuenta de que aquella porción de vida se acababa para siempre, que no habría forma de revivir la que habíamos convertido en nuestra rutina, me mató un poquito por dentro. Pero también me hizo sentir querida y valorada, porque con solo unas semanas compartiendo comidas, té (mucho té), deberes, locuras y estupideces, alguien podía llegar a quererme tanto y de forma tan incondicional. Sin importar qué hubiese sido yo antes o la cantidad tan grande de imbecilidades que hubiese hecho. 
Otra persona, vittuza mía, me dijo que yo era una inspiración para ella y un modelo a seguir. Le dije que se replantease sus elecciones personales, pero me sentí tremendamente halagada. De qué voy a ser ejemplo yo; invito a cualquier a pasar 12 horas dentro de mi cabeza para concluir que soy muchas cosas, menos un ejemplo. Y, sin embargo, ella de verdad lo creía. 
Otra persona me dice casi a diario que me echa de menos. A otro lo terminé de descubrir en las dos últimas semanas. A otra nunca llegué a comprenderla. Con otro me casaría de verdad. Y así podemos contar tantas, que es sorprendente. El hecho de tener tantas personas bellas que contar y recordar. 

Madre mía, que triste me puse. Qué tristes nos pusimos. Cuando eché un sprint para abrazarte de nuevo y te encontré llorando detrás de una columna, pensaba que me moría. Porque con que uno de nosotros estuviera triste, pensaba que era bastante. Pero ay, la tristeza y el llanto. Probablemente el padre de Fede me quiera matar por tardar tanto, pero le van a dar por saco. Yo tenía que dejarte bien estrujado hasta la próxima vez que, espero, nos volvamos a ver. 
Todo apunta que no pasarán más de seis meses, pero por si acaso. El poder hablar contigo a diario es algo que me gusta y me llena a partes iguales. Es la manera de saber que siempre estarás conmigo, no importa la mamarrachada que haga, hagas, hagamos. 
Que te quiero mucho, coño. 

Y quería escribir algo más largo, pero ha llegado el Flaco para que nos tomemos un FlaTime y evidentemente, no le voy a hacer esperar. 





Cosas que tienen que ver, ayer vimos Cerberus y madre del verbo, la risa. La risa. 

17 de diciembre de 2019

¿Sus quedáis, princesa?

Prometo que mañana me despido de mi estancia en Tehrán como corresponde (y con los lagrimones que sé que voy a echar). 

Pero hoy tengo que contar la aventura de búsqueda del tesoro de la que me ha hecho partícipe Bob, cuyo regalo venía con un mapa y un aviso de que, en caso de no probar mi valía encontrando lo que fuese que tenía que encontrar, "una antigua maldición caería sobre mí". Pero que me ha hecho cavar el tío, y todo. Cavar y hacerle un destrozo al jardín de su madre, que el babuchazo que me va a soltar Carmen cuando se entere, va a venir con toda la justificación del mundo. 
Resultó que el cofre sí existía, y que estaba lleno de fresitas, y que al final he sido digna de abrir mi regalo, que era una camiseta de Hollow Knight pero pirata. Magnífica, por cierto. 



Te quiero, Bob. Te quiero muchísimo. 
Gracias por seguir haciendo de mis cumpleaños algo tan maravilloso, divertido y bonito. 





"¡Tanto Black Sails y no se quiere llevar el mapa! ¡Vaya una birria de pirata!"

8 de diciembre de 2019

بهتر بودم

Hoy he tenido mi primera conversación casi por completo en persa, casi, durante dos horas. Y ha sido fantástico. No me he dado cuenta de que no he parado de hablar hasta que me sentado en el taxi para ir a casa de Rend (con la cabeza como un bombo rociero, por cierto), y la verdad es que estoy muy contenta y orgullosa de mí misma. 
Luego mi romanticismo incurable me ha hecho darme cuenta de que estoy hablando como más o menos lo hubiera hecho Avani en su momento, y me he emocionado bastante. 



Cosas que tienen que ver, que nos pille confesados, que mañana tenemos examen. 

توت فرنگی نشو!

Es que siempre nos tiene que pasar alguna, y siempre tiene que ser a nosotros. 



Bueno, pues ya lo he hecho. Ya he visitado Esfahán, como casi un 87% de las personas que he conocido en Irán me recomendó que hiciera. Y me ha gustado, no lo voy a negar, pero... en un mundo en el que Yazd, Persépolis y Naqsh-e Rustam existen, ¿cómo va a ser la capital del mundo Safaví mi ciudad favorita? Imagino que, quitada la presión que a mí misma me había puesto, ya puedo decirle a quien se me cruce por medio que Esfahán me dejó maravillada, y por dentro seguir pensando lo que me dé la gana. 
Aunque ahora, es cierto que la pequeña madrasa (que ni siquiera sé si es auténtica o no) donde se supone que Ibn Sina enseñó me robó el corazón. Y escuchar música junto a Si-o Se Pol y el Puente de Guillermo del Toro también es algo que espero recordar por siempre. Porque, de verdad, que Esfahán me ha gustado. Más que probablemente por la absurda y excelente compañía que he tenido en estos días, en estas semanas, en estos meses. 



Cuando he llegado a mi habitación de la residencia, me han caído encima los cinco días que me quedan para marcharme como cinco losas de granito. Ha sido como si verdaderamente me pesaran los hombros, la espalda y el estómago. Y es que me he descubierto triste, tremendamente triste, y de pie en medio de una terriblemente aprovechada habitación que pronto dejará de ser "mía". 
Me he puesto más triste de lo que me imaginaba. 
Me he puesto a pensar cómo esta rutina construida a base de ir a la escuela, salir, comer y hacer deberes en el Ketab Café no ha sido más que un corto periodo de tiempo, más corto, mucho más corto de lo que esperaba sentir cuando me bajé del avión, un 11 de septiembre, con más miedo que otra cosa. Ahora me marcho de Teherán sabiendo que una parte de mí se va a quedar aquí por siempre, y mira que me da asco esta ciudad. Pero un pedazo de espíritu se va a quedar en la calle Valiars, en el Ayandeh, en el Viuna con sus gatos, en el metro y el BRT, en las tiendas, incluso en el humo de los coches, en cada Praide Sefid que aparezca en la pantalla de un teléfono móvil. 
Y, especialmente, parte de mi espíritu se va a quedar contigo. 

Creo que en algún momento de estos meses lo he dicho, pero yo no esperaba encontrarme un hermano aquí en Irán. No esperaba conocer a alguien con quien conectase a niveles tan profundos en tan poco tiempo, con quien me riese tanto, con quien compartiese aventuras, momentos serios y muchísimo té. No me he dado cuenta hasta hace poco de lo mucho que he llegado a quererte y de lo tantísimo que te voy a echar de menos. Y quizá por eso me he puesto más triste de lo normal, porque aquí en Irán te dejo. Pero a partir de este momento, te llevo conmigo. No me hacen falta pulseras o recuerdos, cartas ni regalos, ninguna nota escrita en un papel de escuela. Lo que me llevo puesto son todas las horas, todos los abrazos, las inacabables risas y esas cosas tan bonitas que nos hemos dicho. Y solo nos conocemos de hace tres meses. 
Qué bonito pensar que era algo parecido al destino. Tú tienes más miedo que yo de que no volvamos a vernos, de que las siete horas de diferencia maten lo que ahora tenemos, y yo tengo extremadamente claro que eso no va a pasar. Esta amistad es demasiado genial como para dejarla morir en algún callejón asqueroso de Teherán. 

Te conozco de siempre y llegaste hace un rato. 



De verdad, gracias. Y no sé si alguna vez llegues a leer esto, pero gracias por aparecer en mi vida y hacerla tan bonita estos tres meses que hemos compartido en Irán. Gracias, Raúl. 





Cosas que tienen que ver, evidentemente nuestras palabras del juego de hoy tenían que ser khormalu, praide sefid, trout y shotor. Es que de verdad somos idiotas.