Tocaba. Porque sí, porque esta chica se ha metido en mi cabeza y ha descrito per-fec-ta-mente, pero per-fec-ta-men-te, cómo me siento yo con respecto a ti, maldita lapa roja, y con respecto a este proyecto que lo mismo me eleva al séptimo cielo, que me estampa contra el suelo y me hace polvo la frente.
La escenita es más bien simple. Yo, guitarra en mano y con una sonrisa de mala leche y cariño, y al-Ahmar delante de mí, de pie o bailando con lo que yo le voy cantando, sonriendo con picardía, chasqueando los dedos y partiéndose de risa.
No te soporto, ibn Nasr. Es que no te soporto.
Maldito el día en que te encontré, la hora en la que te miré. Entraste a mi vida y ahora no hay salida. Me equivoqué.
Yo no quería y acepté. Por un ratito te guardé.
Yo no soy adorable, ¡tú eres insoportable!
Insufrible, amor. ¿Cómo me pude enamorar? No te soporto, es la verdad, porque molestas y te pegas como la goma de mascar en mi zapato al caminar. Somos un caso no ideal. Pero te quiero, yo te quiero.
En la política y la fe no congeniamos, ya lo sé. Yo como carne roja, tú solo comes soja.
Sí, pensé...
Insufrible, amor. ¿Cómo me pude enamorar? No te soporto, es la verdad, porque molestas y te pegas como la goma de mascar en mi zapato al caminar. Somos un caso no ideal. Pero te quiero, yo te quiero.
Yo estoy más loca cada mes.
Tú insufrible y a la vez eres tan vulnerable, tan tierno y adorable.
¡Siempre te querré!
¡Siempre te querré!
No hay comentarios:
Publicar un comentario