(I)—¡Tú eres boba! ¿Cómo te lo has tragado?
(K)—¡Pero no la sacudas!
(I)—¡Respira, Aro de Plata, respira!
(AdP)—(sonido de matasuegras)
(I)—¡Aaaaaaaaaaaaah!
(K)—¡Por favor, no se lo quitéis nunca!
(AdP)—(sonido de matasuegras)"
Un fuerte aplauso y una lluvia de abril a esos amigos que vienen, así se tengan que patear media ciudad y contemplar atropellos, pero vienen. Que sólo pasan contigo cuarenta y cinco minutos con el calor que hace, pero vienen. Que te mandan fotos de lo que están haciendo, porque han pensado en ti mientras tú estás que te tiras de los pelos delante de un portátil. Que te prometen fiestas de recuerdos, con playa y borrachera, cuando caminar hasta la orilla sin luz era buena idea, y los contenedores siempre era un sitio apropiado para hacerse fotos. Que te dicen "mañana voy", y van. Y vienen. Y te abrazan, te achuchan porque saben que es lo que más te hace falta.
Un aplauso para la Dama, porque siempre la tengo para decirme que la vida es ridícula y que todo es muy dramático, que le den por saco a todo el mundo y que nos vamos a pasar julio metidas en el mar y sacándonos fotos ridículas.
Un aplauso, porque viene. Cuando la necesito, viene a abrazarme porque es lo que más necesito.
Últimamente llueve drama. Diluvia, prácticamente, y yo voy por la vida sin paraguas. Me tapo como puedo, pero me termino empapando. Lo más divertido es que nadie se aclara con sus propias tragedias. Tampoco se atreven conmigo. Imagino que es la manera que tiene el karma de darme una palmada en la frente por todas las veces que dije que estaba bien sin estarlo. Pero soy humana, imperfecta y, encima, mujer. Todo tiene que ser como yo lo quiero, cuando yo lo quiero. Y si no pasa, me mosqueo. Pero, claro, qué vas a hacerle.
Me costó quererme, pero cuando lo hice se me fue de las manos. Mi ego tiende a tenerme muy arropada, y en momentos como éste me da por pensar que soy una buena persona. Que soy capaz de mucho por nada (aunque lo espere con desespero y esperar tienda a desesperarme), y que alguna vez esas cosas volverán a mí, como pago. Llegan con canciones y con tus dedos apretándome la cintura, y tu sonrisa pegada a mi mejilla que dice "mi temible criatura". Pero sola, cuando nos quedamos el del brazo quemado y yo, sigo pensando que soy buena. Que todos esos baches del pasado no consiguió empañar lo que mis padres querían de mí: un buen corazón. Un corazón que quiera, que no tema dar amor, ese amor que hace tanta falta.
Me pone muy nerviosa que la expresión "dar amor" haya sido tan sexualmente transformada con el paso del tiempo. La gente no está muy acostumbrada a que la quieran, y esto ya lo he dicho, y tiene convulsiones emocionales cuando recibe muestras de cariño. Yo intento que sea mi terapia. Ahora estoy fuerte, gracias a muchas personas y a muchas situaciones, de manera que no me importa ir con las alas atrás y el corazón delante. Te quiero, y no pasa nada. Te quiero, y eso es bueno. No me tengas miedo. Te quiero, amigo. Te quiero, hermano. Te quiero, quién sea. Muchas veces me han apuñalado por esto, y sé que me volverá a pasar, pero quiero arriesgarme. Hay personas que se han pasado este curso demostrándome que vale la pena arriesgar hasta el final. Siempre hasta el final. Y con el matasuegras en la boca, evidentemente.
"Lau, dame un abrazo, que tengo frío."
Siempre. Todos los que quieras.
"Lau, dame un abrazo, que tengo frío."
Siempre. Todos los que quieras.
Yo seguiré queriendo. El que me quiera querer también, pues eso que se lleva. A fin de cuentas, como dice mi patata, soy una persona 'espléndida'.
Cosas que tienen que ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario