—Qué hartita me tienes, al-Ahmar. Ha pasado un año, un año justo, y sigo emocionándome como en aquel momento. Con los trabuquetes lanzando y esas cosas.
—¿Por qué te fuiste, entonces?
—Porque no me daba tiempo. No llegaba. No llegaba a ti.
—¿Pero volverás?
—Claro que volveré. Llevo dos años volviendo. Por nada del mundo dejaré de volver. Y conquistaremos la Última Frontera. Te lo prometí.
—Hm.
—Hm.
—Bueno... Ella tampoco está mal. La nueva, digo.
—No. He de reconocer que la Gallina no está nada mal.
—¿La gallina?
—¿La gallina?
Y bajo mi rama hoy tendrás abrigo.
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