Ése es le tiempo que llevaba esperando este momento, que, tiernamente, también es tu Momentum. Hace ocho años, nada menos, que yo con mis quince idióticos le robé dos discos a mi padre porque el chico de la portada era "muy mono". Resultó ser un pianista que me ha acompañado desde ese preciso instante.
Hace ocho años imprimía tus fotos con una pésima calidad, para pegármelas en la agenda. Llenaba carpetas de imágenes en el ordenador con tu cara. Era una quinceañera enamorada de alguien a quien no terminaba de comprender. No valoraba exactamente tu música, pero sí sabía que me gustaba mucho. Escribía letras tuyas en mis libretas, en mis apuntes, y les dibujaba soles que luego pintaba de amarillo. Me acuerdo de eso. Me acuerdo que amarilla era la libreta donde empecé a apuntar tu nombre de manera sistemática. Me acuerdo de que eras una diferencia más en mi vida, porque fuera de mi refugio de cuatro paredes, nadie sabía quién eras tú.
He esperado ocho años a verte. A tenerte delante. Con quince no imaginaba que pasaría; no era capaz ni de planear comprarme la entrada para alguno de tus conciertos. Hoy, en mi musical y siempre mágico mes de noviembre, te he tenido tan cerca que ni yo misma lo creo. Mucho más cerca de lo que tuve a Suárez el jueves anterior. Mucho más dentro de lo que cualquier canción de autor pueda llegarme.
Escribí sobre el valor de la música y sobre aquellos que la hacen algo especial. Una pancarta de las que has cogido decía "you are not a musician, you are a magician". La autora firmaba como Esther, y me ha parecido perfecto para describirte. Te he visto llenado de energía y de hechizo a todos cuantos estábamos allí. De embrujo, de poder, de electricidad. Ha sido increíble, y me encuentro con pocas palabras para describirlo. Menos para describirte a ti. Solo decirte que eres tan gracioso como había soñado, tan simpático como siempre había imaginado, tan dulce y espontáneo como parecías en mi mente, y tan natural y sencillo como dicen tus canciones. Simplemente eres tú. Un ser humano con la hermosa capacidad de hacer música. Y música con todo. Has tocado con los pies, has hecho beatbox, has tocado percusión, has saltado desde lo alto de tu propio piano, has versionado canciones como Get lucky, Black birds o Wake me up en un momento, sin que a nosotros nos diera tiempo a asimilar lo que estaba pasando.
Has saltado la valla, con tu metro sesenta, para mezclarte con el público y cantar junto a ellos, de verdad. Has recogido varias pancartas y dibujos de regalo. Has cantado Happy birthday a uno de tus músicos (otros que eran increíbles, mágicos y sobrecogedores), y también a una de tus fans; en un alarde de grandeza, me he permitido el placer de imaginar que también me lo cantabas a mí, que hace tres días me hice algo más vieja. Y, desde luego, qué mayor muestra de humildad en un músico de tu talla, que dejar que tu banda sea la gran protagonista de tu concierto.
Eres vida cuando tocas. Todo tu cuerpo siente la música de una manera que admiro y envidio con total fascinación. Todo tu pequeño ser está hecho de música, de ritmo. Y lo maravilloso es que posees la capacidad para sacarlo de dentro de ti, y entonces compartirlo con los que, como yo, llevamos escuchándote mucho tiempo. Confieso que es gracias a mi padre que puedo disfrutarte, porque ha sido él quien ha ido guiando mi vida por los senderos del jazz. Qué triste un mundo sin artistas, sin personas como tú. Que revientan cada noche y cada escenario, con cada actuación como si fuese la última. Que es capaz de hacerte saltar, reír, emocionarte y moquear con el simple hecho de pulsar unas teclas. Con ese rostro que es la imagen exacta de la pasión. Qué bello el mundo con artistas, con personas como tú. Que hacen de nuestras vidas algo magnífico cuando comparten su don.
Has tocado All at sea y me he deshecho en lágrimas. Por esa canción yo creé a un personaje que llevaba tu nombre, que tocaba el piano y que quería ser mi propia versión de ti. Volvería a este Momentum una y mil veces, te esperaría otros ocho años y todos sus múltiplos, solo para poder ser testigo, otra vez, de lo que eres capaz cuando subes a un escenario. No hay palabras para describirte. Solo musica.
Porque, como tú mismo decías, era cuestión de tiempo. It's about time, que lleva colgando en mis notas amarillas desde que adquirí mi nuevo ordenador, porque ya estaba en el viejo y no podía vivir sin recordar esa frase, día a día.
Gracias, Jamie Cullum. De corazón, gracias por hacerme vivir este Momentum, y por acompañarme desde los quince y estúpidos años hasta los no menos estúpidos veintitrés.
Now I am the Twentysomething.
To get to know you, you have to know me.
To get to know me, I have to know you.
No hay comentarios:
Publicar un comentario