1 de octubre de 2013

Al lado del camino

Ayer también hablamos de ti.
Ah, ¿ahora me diriges la palabra?
¿Quieres no estropearlo? Hemos hablado de ti. Llevamos mucho tiempo haciéndolo.
Me sigue pareciendo una hazaña que me hables. ¿A qué debo tal honor?
—¿Por qué tienes que ser tan orgulloso?
—¿Y por qué tienes tú que ser tan pejiguera, tan crítica, tan cerril, tan burra?
—Tienes razón.
—¿La tengo?
—Como casi siempre.
—Vaya. Admito que eso no lo esperaba. Ahora... bueno, ¿Qué hablasteis? ¿De mí? No lo creo. Sabes que no me gusta eso de la individualidad. Soy hijo de mi tiempo, al fin y al cabo. Me debo a 1090. 
—Tú eres mucho más medieval que el Rojo. Hablamos de fe.
—Vaya por Dios.
—Hablamos de Dios, también. Creo... creo que te entiendo mucho mejor ahora. Cuando leí Alamût no conseguí ponerme en tu piel del todo. Me encantaría volver a leerlo para que veas cuánto he progresado. 
—...
—Eso tampoco te lo esperabas, ¿eh?
—No... No, la verdad es que no. No eres tan burra.
—Gracias. ¿Eso es que ya no estás enfadado conmigo?
—No... No, ya no. ¿Y tú conmigo?
—No. Contigo no me dura nada. No es la primera vez que nos peleamos. Para la Dama fue algo así como tirarnos muebles a la cabeza. 
—Te perdonaré si me cantas.
—¿Que te cante?
—Al Descolorido le cantas.
—¿El Descolorido? ¡Ja, no me lo creo! ¿Le has puesto un mote?
—En defensa propia. Él me llama CuloCojín o CaraPapel y yo le llamo Descolorido. Nos llevamos bien. Cántame. A él le cantas. Pero cántame algo especial. Algo que sabes que nos gusta a los dos.
—¿Sobre qué te canto?
—Cántame sobre el Sha Rud. Cántame sobre el Nido del Águila, sobre el paraíso. Cántame sobre el puñal que atraviesa el pecho de quien se sacrifica. Cántame sobre filosofía, sobre amor. Sobre Dios y su reflejo en el mundo de los hombres.
—Sólo hay una canción para eso. Y tú lo sabes.
—Lo sé. Canta. Aunque no sea tu lengua. 
—Está bien. Si cantas conmigo. 
Nije ljubav stvar...
Da bih ti je vratio. Gledaj, to sam samo ja. Uvek san te voleo... Nije ljubav stvar...

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