Gracias por recordarme, y por hacerlo así.
Da gusto volver al trabajo y que todo, que todos estén como antes. Como si nunca te hubieras marchado, como si de por medio no existiese un verano. Simplemente, un almuerzo como los rutinarios, un "te echábamos de menos". Y de qué manera. Aún estoy asimilando lo que vendrá en los próximos meses.
Gracias. De verdad.
Y a ti. A ti qué voy a decirte, Rojo. Eres el mejor error que he cometido en mi vida. Esa vida que me empujó hacia ti casi de un bofetón. Y pensar que yo no te quería. No a ti, es evidente, pero no había pensado que debajo de esas capas cristianas podías estar tu. Y ahora fíjate en lo que tenemos. Nuestro precioso al-Qabdaq, que vuelve a tener banderas negras ondeando en su altísima torre.
Yo sí que te he echado de menos, al-Ahmar. Pero está claro que no sabemos vivir separados y que alguien, en un momento de lucidez, decidió atar nuestros destinos para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario