Esas canciones que no sujetan a la inspiración cuando se marcha, pero que te ponen de buen humor. De un humor que te cagas.
Porque al final, Dios mío, qué alegría, qué bonito el día y que les vayan dando a las nubes.
Ayer terminé de quedarme a cuadros (damero, ajedrezado; pijadas que enseña nuestra MIHDA = Muy Ilustre Historia Del Arte) con la actitud de la gente. La verdad es que el día de hoy ha contribuido al aumento de mi asombro. De verdad, o las personas están de la olla o es que yo me estoy haciendo demasiado clásica conforme pasan los años. Todo puede ser. Porque recién descubrí que se me olvidan las cosas que la gata me dice, vaya birra de veintidós años.
Para no desviarme, de verdad que no me puedo creer a la gente. Así, sin más. No me la creo. Porque a cada poco me sorprenden con alguna diferente y todavía más increíble de la anterior. Analicemos esta palabra: in-creíble. Es decir, incapaz de ser creído. En el peor sentido de todos. Me pasma la tranquilidad con que una gente es infiel a otra gente, me pasma lo tóxico de una hermana que envenena el oxígeno de una casa, me pasma la mujer que consigue al chico que quiere y luego a lo máximo que llega es a dejar que le toque un pecho (por debajo de la ropa, eso sí). Igual que me pasma el hombre que tiene a una chica maravillosa y le coloca una cornamenta que no le cabe por las puertas, me pasma la obsesión de una madre porque igual sus hijas van a clase con las infantas, me pasma el mal humor y el odio gratuito de una profesora hacia la alumna que no la venera, sino que quiere aprender algo, me pasma la persona que no hace otra que nombrar a su pareja para cualquier cosa, y la pareja le responde otro tanto. Me pasma el amigo que asegura quererte por encima de todo y luego desaparece como desaparece la escarcha a las diez de la mañana, me pasma el profesor que tira por tierra el trabajo de una persona con cara de asco.
¡Que yo alucino y punto! Menos mal que mañana entro a las nueve.
Ayer pasó lo increíble. Hoy a las doce aún no me lo creía. Y cuando ha llegado la una, lo de anoche me parecía sólo un sueño, una imaginación creada por mi mente, que es mucho de inventar, un devaneo. Pero estaba lo suficientemente despierta como para saber que fue real. Aunque me resisto a creerlo.
¿Tú, de verdad? ¿Por qué? Cuando se me ocurrió llamar nunca imaginé que escucharía aquello. Precisamente lo que no escuché, y soy tan idiota que creí que se habría ido la señal. Que no había cobertura. Fíjate si soy capaz de barajar posibilidades antes que pensar en lo que de verdad estaba pasando.
Tú dirás misa, pero me doy rabia. No me perdono. Yo tendría que haber estado ahí y ser la mona del paso de cebra. Porque en mi rabia y mi ego, quería serlo. Porque quería acogerte bajo las alas y prenderte fuego a todo lo que te hacía daño. Porque sí, y punto. Porque yo lo digo.
Siento que mi egocentrismo y yo hemos perdido una oportunidad contigo. Por no estar físicamente allí. De verdad quería. Porque, believe it or not, quería ser yo.
Qué voy a hacerle.
Si vuelve a pasar, me bañaré con la sangre de lo que te hiera. El rojo no es casualidad.
Hola, me llamo Lau y, aunque parezca increíble, estoy trabajando.
Hola, me llamo Lau y voy corriendo a todas partes.
Cosas que tienen que ver.
Porque al final, Dios mío, qué alegría, qué bonito el día y que les vayan dando a las nubes.
Ayer terminé de quedarme a cuadros (damero, ajedrezado; pijadas que enseña nuestra MIHDA = Muy Ilustre Historia Del Arte) con la actitud de la gente. La verdad es que el día de hoy ha contribuido al aumento de mi asombro. De verdad, o las personas están de la olla o es que yo me estoy haciendo demasiado clásica conforme pasan los años. Todo puede ser. Porque recién descubrí que se me olvidan las cosas que la gata me dice, vaya birra de veintidós años.
Para no desviarme, de verdad que no me puedo creer a la gente. Así, sin más. No me la creo. Porque a cada poco me sorprenden con alguna diferente y todavía más increíble de la anterior. Analicemos esta palabra: in-creíble. Es decir, incapaz de ser creído. En el peor sentido de todos. Me pasma la tranquilidad con que una gente es infiel a otra gente, me pasma lo tóxico de una hermana que envenena el oxígeno de una casa, me pasma la mujer que consigue al chico que quiere y luego a lo máximo que llega es a dejar que le toque un pecho (por debajo de la ropa, eso sí). Igual que me pasma el hombre que tiene a una chica maravillosa y le coloca una cornamenta que no le cabe por las puertas, me pasma la obsesión de una madre porque igual sus hijas van a clase con las infantas, me pasma el mal humor y el odio gratuito de una profesora hacia la alumna que no la venera, sino que quiere aprender algo, me pasma la persona que no hace otra que nombrar a su pareja para cualquier cosa, y la pareja le responde otro tanto. Me pasma el amigo que asegura quererte por encima de todo y luego desaparece como desaparece la escarcha a las diez de la mañana, me pasma el profesor que tira por tierra el trabajo de una persona con cara de asco.
¡Que yo alucino y punto! Menos mal que mañana entro a las nueve.
Ayer pasó lo increíble. Hoy a las doce aún no me lo creía. Y cuando ha llegado la una, lo de anoche me parecía sólo un sueño, una imaginación creada por mi mente, que es mucho de inventar, un devaneo. Pero estaba lo suficientemente despierta como para saber que fue real. Aunque me resisto a creerlo.
¿Tú, de verdad? ¿Por qué? Cuando se me ocurrió llamar nunca imaginé que escucharía aquello. Precisamente lo que no escuché, y soy tan idiota que creí que se habría ido la señal. Que no había cobertura. Fíjate si soy capaz de barajar posibilidades antes que pensar en lo que de verdad estaba pasando.
Tú dirás misa, pero me doy rabia. No me perdono. Yo tendría que haber estado ahí y ser la mona del paso de cebra. Porque en mi rabia y mi ego, quería serlo. Porque quería acogerte bajo las alas y prenderte fuego a todo lo que te hacía daño. Porque sí, y punto. Porque yo lo digo.
Siento que mi egocentrismo y yo hemos perdido una oportunidad contigo. Por no estar físicamente allí. De verdad quería. Porque, believe it or not, quería ser yo.
Qué voy a hacerle.
Si vuelve a pasar, me bañaré con la sangre de lo que te hiera. El rojo no es casualidad.
Hola, me llamo Lau y, aunque parezca increíble, estoy trabajando.
Hola, me llamo Lau y voy corriendo a todas partes.
Cosas que tienen que ver.
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