Exacto. Perfecto. Irrepetible.
Esta semana he tenido la sensación (la grata sensación) de estar en todo momento donde debía y donde quería. No hemos podido inventar mejor reencuentro, y no hemos podido pasar mejores días juntos. Todos juntos. Y revueltos, vaya si revueltos. No ha habido un minuto en que no estuviésemos tan revueltos como el mar, como las olas. Lo que tienen las pequeñas y estúpidas familias, que ante todo se quieren. Y se lo demuestran.
La playa nos ha dado morenos (a unos más que a otros), fotos irrepetibles, mucho mariconeo y sexo en general. Todo regado con un selecto cóctel que lleva el nombre de una misma, y que nos demostró que podemos ser tan imbéciles, pero tan imbéciles, que somos adorables. Si me pongo a apuntar frases, no acabo.
Frases, situaciones, comidas y friegues, películas, arrumacos (vicio-vicio, porno-porno), achicharramientos al sol, body-surfing, historias e imaginación. No me sale más palabra que 'perfecto', es que ha sido perfecto. No cambiaría ni un segundo de los cinco días que han pasado.
Quizá algún que otro dolor de cabeza y una enfermedad que no sabe de dónde viene sí, la cambiaría, pero todo son recuerdos y todo cuenta. Hasta las agujetas de la dama por someterse a los ejercicios e instrucciones de un tomate deportista, mientras la gata y yo cabalgábamos en bicicleta al lado del mar encontrando a personajes que empezaron siendo míos, pero que ya son irremediablemente suyos.
Además, la familia se amplía, puesto que una bella (pu**) y un apuesto (ra**) tuvieron a bien acompañarnos para hacer una de nuestras noches más mágica que las demás, entre seres de otro mundo y la promesa de poder llegar a ellos sentados alrededor de una mesa.
La perfección soy yo, canta nuestra dama.
La perfección sois vosotros.Vosotros, que me habéis hecho entender una vez más que mi sitio es a vuestro lado, y que mi corazón siempre volverá a vosotros, por lejos que vuele.
Que os quiero, joder, cuánto melodrama.
Os quiero a todos, con vuestras virtudes y vuestros pequeños defectos, con vuestras agujetas y rozaduras, con vuestras ansias de tragar olas y arena al mismo tiempo que trago yo las ruedas de patata, con vuestros desvaríos y vuestras horribles canciones pegadizas, con los pies llenos de arena y el pelo lleno de sal, con vuestros abrazos espontáneos y vuestros sándwiches de perreo. Con todo y con nada, os quiero.
Chilches 2012, una experiencia única.
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