Una tarde de pasión interrumpida por una llegada inesperada, que termina con unos dedos deslizándose ombligo abajo, entre besos silenciosos y humedad.
Una broma llevada casi al extremo que delata una muy buena primera impresión.
Unas fotos con personas a las que hacía mucho que no veía, pero que siguen abrazándome como hace un año.
Un mensaje a las cinco de la mañana en una red social, de un pequeño hermano que quería despedirse de ti.
Un abanico.
Una entrada de blog que cuenta la preciosa historia de dos gatos.
Unos mensajes muy elegantes que desprecian al vulgo.
Un príncipe de negros dominios.
Una tomatada.
Una entrada de blog a las cinco de la mañana.
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