Aunque compartimos el apellido y los padres, mi hermano y yo somos muy diferentes.
Él tiene la puerta de su cuarto normalmente cerrada, cuando está en casa, lo que quiere decir que tiene muchas cosas que esconder. Mientras que la mía suele estar abierta; yo hay pocas cosas que le oculte a mis padres. Él se esconde y yo no lo hago.
No obstante, cuando se pone a fumar o a pasear por la casa lleva los cascos puestos, con su música, lo que señala que le importa un bledo lo que pase o lo que piensen de él. Yo cada vez que escucho mi nombre bajo la música o agudizo el oído, por miedo a haber hecho algo malo.
Hay quien dice que nos parecemos mucho, y hay quien dice que no nos parecemos en nada.
A mí me gusta bromear diciendo que los dos partimos de la base "pija" de nuestra indumentaria, pero que si nos desviamos a algún sitio él lo hace hacia lo "macarra" y yo lo hago hacia lo "heavy estropeado". Los patinazos de vestuario sí los compartimos.
Nos gustan las mismas cosas, pero no las vivimos de la misma manera. A mí no me importa escuchar cada canción que me pone, pero él pone poca atención a las cosas que yo le leo. Ahora, que yo tampoco me libro. Él nunca me dice lo que tengo que hacer y yo tengo esa mala manía de educarlo simplemente porque soy la mayor. Desde que no lo hago, nos llevamos mejor.
Nunca he sabido exactamente cómo dirigirme a él.
Espero estar aprendiendo los métodos correctos. Sobre todo, porque últimamente tiene un punzón en el costado que no le hace más que daño. No se lo he dicho, y probablemente no se lo diré hasta dentro de unos años, pero me revienta las entrañas que le hagan daño a mi niño. Y más, si se trata de alguien así. Autocontrol. Relax. Raciocinio. Porque el día que no haya nadie para sujetarme, ni siquiera dentro de mí misma, le arrancaré la cabeza con todos los pelos.
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