10 de julio de 2012

Un peculiar vegetal

Yo siempre pensaba en una cebolla. 
Y, mira, el tiempo nos devuelve esas pequeñas cosas de alguna manera o de otra. 





Dicen que las mejores acciones son las que vienen por inspiración espontánea, y que las peores vienen por despecho. Aceptemos que en ese aspecto soy muy humana. Y es que, aunque me pese, ciertos comportamientos y ciertas actitudes me siguen dando asco. No el hecho en sí, no la anécdota, el momento, el instante, la foto, la canción. Sino la actitud. "Tú que me lo has enseñado podrás ver en mi ataúd que la vida, el rock'n roll y el sexo, todo es actitud", dice Gritando en Silencio y yo lo comparto. Todo es cuestión de actitud, y el ser humano no se mueve por inspiraciones ni por despechos, sino por actitudes. Igual inspiración y despecho guían actitudes, pero son actitudes.
Si vuelvo a escribir esa palabra, igual me hago un nudo en los dedos.
Pero vaya. Mi actitud. Debería revisarla. ¿Cuál es mi actitud? ¿Hacia dónde vamos estos tres pobres, hombre-mujer-dragón, cuando caminamos? ¿Qué inspiración nos hace besar, qué despecho nos hace poner verde a la gente? 
Es una lástima que a estas palabras las motive esa rabia, pero qué le voy a hacer. Si me hace escribir, no será tan malo. Siempre y cuando no quiera deslenguarme, que alguien le ponga el bozal a esa gárgola pequeña que imaginaba en mi hombro. Igual de mala que yo, más fría y más dura como la piedra de su piel. 



Hay gente que necesita un high-five. En la cara. Con las dos manos. 

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