15 de junio de 2012

Rüya

Uno por uno, nos iremos todos. La diferencia es que yo no voy a volver. 
¿Voy a volver? 
¿Te veré otra vez, mu'alimy, esperando en la casa que me ha visto dormir y llorar? Quiero creerme, con firmeza, que voy a verla otra vez, en primavera, con el jardín lleno de flores y esa vista de la Fortaleza Roja que me empaña los ojos. 
Uno por uno, se van. Se han ido la guitarra y el vestido de flores. Creo que soy la siguiente. 
¿Y qué significa marcharse? La más dura sacudida de realidad. Un año por delante como una escalada, como una travesía por la arena. Por lo menos, será interesante. Eso espero. Pero regresar a casa es regresar a la verdad de que no te veré más, y no comeré de tus croquetas, y me asaltarán los recuerdos en medio del pasillo. Y no sabré qué pensar.
Volver es tener más cerca a unos amigos y a un amor, pero es perder a otros aquí (cuando las cosas empezaban a ir bien), y alejarse de aquello que más me llena. Volver es decirle adiós a las cenas por pocas monedas y a una sala de baile con vistas a la iluminada Fortaleza. Volver es saludar al acero y lamerse los labios para sentir la sal. 

¿Qué hago? ¿Dónde voy?
Nunca me ha gustado pensar de noche. 



Hacía tiempo que no me sentía tan desorientada. 
Me acuerdo de Marie, la pequeña de Los Aristogatos. Mi madre me recuerda muchas veces que me encantaba imitarla bailando "riqui-tiqui-tiqui". Ahora sólo me acuerdo de cuando dice: "mami, tengo miedo, quiero irme a casa."
¿A casa? ¿A casa a qué?



Mi abuela falleció mientras yo estaba en Granada. Eso es lo que tendré que contar a partir de ahora, cuando haga repaso de mi vida. Mi abuela falleció mientras yo estaba en Granada. Y se secó hasta el último naranjo en mi corazón. 



Dime, jaddy, ¿qué hago? ¿Hacia dónde tengo que mirar? ¿Por qué no me oyes mejor, para que así también yo pueda escucharte? 
Jaddy, jaddy, ayúdame. Ayúdame, que no puedo. 
De verdad que no puedo.


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