26 de junio de 2012

Momento revelación 6

Es tal la emoción que se me han saltado las lágrimas. Y cada vez que la escucho, pienso más en ellas, y en cómo esta canción habla de nosotras. Para más inri, está ambientada en tierras célticas, donde los druidas conjuraron al tiempo para dibujar la triqueta que nos mantiene unidas. Si es que todo es perfecto, cuando lo comparto con ellas.
Veo a la Dahara corriendo sobre sus patas, dando cabriolas imposibles y agitando al aire su pañuelo, llenando el ambiente de luces y colores, con la música de sus cascabeles. Girando sobre una pierna, envuelta en seda y en su cabello, con su cola redondeada como una serpiente juguetona, y corriendo, siempre corriendo.
Veo a la Dama a lomos de un enorme y precioso caballo, oscuro como la noche y de ojos profundos como el océano. Galopando alocadamente por el bosque y sin perder un momento el temple y el orgullo que corre por sus venas. Con el pelo suelto, saltando y levantando los brazos al cielo, cabalgando, siempre cabalgando.
Veo al Dragón, con las alas abiertas, sobrevolando la tierra que ellas pisan, rugiendo desde el aire y quemando las nubes con sus llamas. Girando sobre sí mismo, con el pelo negro enredándose en todas partes, libre y feliz, arañando los árboles, dejándose caer en los acantilados para remontar su vuelo, y volando, siempre volando.



Allá donde el viento habla y el cielo es más azul.
Allá donde las estrellas te iluminan con su luz.

Correré. ¡Volaré!
Con el viento cabalgaré.
¡Volaré!
¡Con el viento cabalgaré!

Nananana, nananana, nananana, nanana.

Allá donde el bosque esconde secretos que nunca sabrás.
Las montañas se hacen eco de historias de tiempo atrás. 
Cruzaré ríos y valles, y a las cumbres subiré.
Seré fuerte como las rocas. Y orgullosa, gritaré.

Correré. ¡Volaré!
Con el viento cabalgaré.
¡Volaré!
¡Con el viento cabalgaré!

Nananana, nananana, nananana, nanana.

¡Gritaré!
¡Correré, volaré! ¡Cabalgaré!

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