Empecé a quererte de verdad cuando dejó de importarme el tiempo. Y así nos va. Somos los supervivientes, cogidos a una tabla, después de un naufragio, porque aunque estrechos, sabemos que cabemos los dos. A nuestro alrededor, se dispersan los restos del desastre de una tormenta que, a saber por qué, azota a otras personas que van en pareja. Se han partido las tablas y se han hundido, se han separado, se han ido cada uno por su lado o se han echado para estar más cómodos.
Y tú y yo, tomate y cebolla, seguimos estrechos y abrazados, haciendo del miedo una broma para que deje de asustarnos.
¿Qué le está pasando al amor, dónde se ha ido?
A lo largo de este año, le están pasando cosas muy raras. Y, no obstante, no quiero dejarte. Te quiero aquí, conmigo. Un compañero que quiero. Siento que he empezado a quererte de verdad ahora. Igual porque no te tengo siempre. O igual, convencida estoy, porque me he dado cuenta de que te tendré vaya a donde vaya. Es importante saberlo.
Entra en aquello de madurar, de crecer. Para estropearse, siempre queda tiempo. Mientras tanto, quiero que te quedes conmigo, y ya no me da miedo que esto se pueda acabar. Ninguno queremos que se termine, así que no hay de qué preocuparse.
Te quiero. Mucho, además.
Mi hortera. Porque, aunque hortera, mío.
"La confianza mutua es el nudo que soporta todas las presiones."
(Joaquín Llorente)
No hay comentarios:
Publicar un comentario