23 de febrero de 2012

Jacob

De entre todos los hombres, eligió a los pobres desesperados.


¿Cómo imaginamos los ángeles? ¿Por qué, si son seres andróginos, tendemos a colocarles cuerpos masculinos? He visto pocos ángeles femeninos. Sólo en esas historias para adolescentes que ahora se están poniendo tan de moda y que reflejan a las deidades y a los demonios teniendo escarceos amorosos entre ellos, mientras, en mi mente, Dios y Satán arquean la ceja y se llaman por teléfono para contarse las chorradas que hacen "sus niños".
¿Cómo son los ángeles que no son cristianos? ¿Qué aspecto tienen?
Si Dios, como dice el Islam, no es forma ni cuerpo, no es tangible sino absoluto, eterno, todo, uno, ¿cómo son los ángeles musulmanes? Porque aparecen, de verdad aparecen en el Corán. ¿Y otras creencias, cómo representan a sus ángeles? Como advocaciones pequeñas de un dios mayor, de un demonio mayor.
Sí, ¿pero cómo son? ¿Cómo son?

Cuando era pequeña y me decían que tenía un ángel de la guarda, mi pequeña cabeza no sabía exactamente qué imaginar. Al crecer, construí una imagen de verdad andrógina: tenía el cabello negro y largo, iba cubierto con una túnica que dejaba poco a la imaginación, de modo que no se podían adivinar las formas de su cuerpo humano, tenía la nariz recta y los labios siempre sonrientes, los ojos claros. Estaba claramente influenciado por la figura de Gabriel, que saqué de unas películas sobre la historia de la fe cristiana; las veía a menudo porque me encantaba la canción del principio y los cuentos que me contaban. Pirámides, altas torres, civilizaciones antiguas, pasillos a oscuras, reuniones clandestinas, poderes mágicos.
Gabriel parecía un chico en esos dibujos, pero diré a su favor que yo supe que era un chico sólo por el nombre. Era complicado definir su sexo, porque muchas veces no estaba claro. De haber sido una chica, hubiera sido igualmente preciosa. Mi ángel de la guarda, paradójico en mí, no tenía alas, porque aquel dibujo del que estaba prendada tampoco las tenía. Sólo desprendía un halo brillante. ¿Cómo se me iba a ocurrir a mí que a esa persona le iban a salir alas?

A lo largo de mi vida, me he encontrado con personas que de verdad eran ángeles. Advocaciones de un dios y de un demonio mayores, porque incluso los siervos infernales se consideran ángeles caídos. Caídos, desde mi punto de vista, porque si el Cielo está arriba y el Infierno está abajo, valiente porrazo tuvieron que darse para bajar. Conozco ángeles; o quisiera decir que los conozco. Pero como no sé cómo es un ángel, nunca podré estar segura. ¿Sigo teniendo el mío? Si me miro por encima del hombro, no estoy tan segura. Sé que alguien cuida de mí constantemente, pero no sabría decir si es un ángel.
No para mí. Es mi madre, mi padre, mi abuelo, pero no sé si es un ángel.


Había vientos de maldad, mas también soplaba fresca brisa.


¿Cómo son los ángeles, Jacob? ¿Cómo era el tuyo?
Yo también siento que me peleo, en una desesperada lucha que nadie más ve. Me sucedió también que me cambiaron el nombre, y me dieron una misión. Pasó hace no mucho. Cuando cumplí los dieciocho. Me cambiaron el nombre, dejé de tener el mío para utilizar otro. No lo empleo en mi día a día, ni siquiera con la gente más cercana. Pero sé que es mi nombre; el de verdad. Hagamos un parecido con Terramar y digamos que era "mi nombre verdadero", así tendrá un poco más de sentido. Para mí lo tiene. Me cambiaron el nombre y me dieron una misión, pero no desperté. Seguí dormida, peleando contra ese ángel. Supongo que porque quien me cambió el nombre no era Dios.
El ángel con el que me peleo se parece mucho a mí. Casi diría que es idéntico. Y llevamos tanto tiempo peleando, que ya no sé por qué lo hacemos. No me acuerdo, seguro que él tampoco. ¿Él? ¿Es que es un chico? Ni idea. Si se parece a mí tiene que ser una chica, pero si es un ángel no tiene sexo, pero la palabra es masculina. No estoy segura de tener este problema de género en árabe. Le preguntaré a Sherine.

Jacob peleaba con un ángel, con su propio fantasma, en un sueño y nadie más podía verlo. Observaban que se retorcía, que convulsionaba, pero todo el mundo debió pensar que estaba soñando. Que se despertaría y todo volvería a la normalidad. A mí tampoco me ve nadie pelearme. Quedaría como una loca si me encarase con ese ángel en público para decirle todo lo que pienso. Aunque realmente no sabría qué decirle. Se me ha olvidado por qué discutíamos. Igual a él también. O se acuerda y eso le da ventaja sobre mí, por eso no me lo dice.
¿Qué aspecto tienes, ángel? ¿Por qué, si de verdad eres un ser andrógino, te pareces a mí? A veces te salen alas y te vuelves el mismo dragón rojo que soy yo misma. Te pareces mucho a Aro de Plata, pero eso es solo cuando estás muy enfadado o muy triste.
Jacob despertó con otro nombre y una misión. Yo no desperté, porque no creo que estuviera dormida. Aquello fue muy real. Sé lo que tengo que hacer; al menos, lo que esa persona me encomendó. La sencilla y complicada tarea de ser feliz. No voy a entrar en eso.

Esta mañana, me imaginé luchando otra vez contra ese ángel, pero yo tenía alas y él se parecía al Gabriel de mi infancia. La pintura y el psicoanálisis del siglo XIX y XX dirá que todos estamos en constante conflicto interno, y le darán al ángel de Jacob otro nombre, otra identidad, puede que hasta le arranquen esa personalidad que le atribuyó el cristianismo.
No sé si esas personas que conozco son ángeles, porque nunca sabré cómo es un ángel. Nadie me lo dice, o las respuestas que obtengo no son convincentes. Para ver lo que opina la mayoría, me vuelvo a un cuadro de Tintoretto o Giotto.

Supongo que tendré que formar mi propia definición. Una que me guste. Si hago a mi ángel peleón (tampoco estoy segura de que sea el de la guarda, que ha crecido conmigo) un poco más agradable a mis ojos, igual dejamos de pelearnos. O igual recuerdo por qué lo hacemos.

Aunque, en realidad...




Que mi amor y tu amor son de no sé qué color, pero mucho más oscuro.







...claro que me acuerdo.

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