4 de diciembre de 2020

La música (no) es mía

 Esta semana mi cabeza casi me mata. 


Hacía años que no experimentaba algo tan intenso y tan desagradable. Como la misma EVA 01, mi cerebro entró en modo berserk y no hubo forma de detenerlo. Normalmente sé cómo controlarlo o hacia dónde dirigirlo. Me queda algo de sobriedad para determinar de dónde viene la inestabilidad y, más o menos, me estabilizo y capeo la tormenta como puedo. Esta vez, no hubo ni pizca de lucidez. Era una borrachera de odio y dolor absoluta. Enloquecida. Destructiva. 

Rompió las cadenas y se puso a destrozar todo lo que encontraba a su paso. Casi podía escucharla gritar dentro de mis propios oídos, ese chillido inhumano y rasgado como arañar con clavos una pizarra, como desgarrar tela envejecida con las uñas, como romper cristal con los dientes. 

Me asusté mucho. No podía contenerme. Mi dolor solo quería llorar, gritar, agarrarme del cuello y aprisionarme contra la pared. Ni todas las voces de mi cabeza pudieron salvarme. Incluso mis demonios menores se acobardaron mientras contemplaban el espectáculo de cómo intentaba destruirme por dentro. La silueta roja y negra del miedo me tenía bien atrapada entre sus zarpas, podía sentir que me atravesaban la piel. Y, al mismo tiempo, la veía llorando. La veía desesperadamente pedirme ayuda. Y, como dice Johny Three Tears, me miré en el espejo y me di cuenta de que seguía siendo yo. 

De que no había nadie más. Y de que si yo misma no aflojaba las manos, iba a terminar por asfixiarme de verdad. 

Así que me senté a llorar conmigo misma (y con más gente a través del teléfono y la cámara, porque aquí somos de dar el espectáculo). Intenté acariciarme la espalda y contemplé el absoluto destrozo que había ocasionado en mi cabeza. Habría que empezar a recogerlo todo. Por lo menos, a poner cosas donde les correspondía. Ayer estuve mejor, hoy he estado un poco peor, quizá mañana termine de estar mejor del todo. Pero no quiero apresurarme. Quiero aprender de todos los consejos que me han dado y volver a llorar si lo necesito, me da igual si sola o acompañada. Quiero aprender a no auto-boicotearme y a entender que, pase lo que pase, las cosas saldrán bien. Da igual cómo terminemos, saldrán bien. El mundo no se va a detener el 1 de enero de 2021 porque la Albión se ha decidido a dar por culo como solo ella sabe. El mundo seguirá girando. Las cosas no son tan tajantes. 

La última vez que me pasó era el invierno de 2016 y de verdad pensaba que me mataba. Que iba a acabar conmigo. Pero conseguí zafarme y resistí. Aguanté el frío y la lluvia. Es cierto que estaba acompañada, y eso me ayudó muchísimo. Pero recordé la sensación perfectamente. El sabor metálico en la boca, la falta de aire, el torbellino furioso en el estómago y la sensación de frío en las puntas de los dedos. Sin embargo, ahí aguanté. 

Tuve una pesadilla que se repetía. Alguien o algo venía a arrancarme de cuajo y sin compasión todo lo que tenía en mi vida. Mi familia, mis amigos, mi tesis, mi casa. Y me lanzaba a un cubículo oscuro del que yo no podía escapar. Me quedaba encerrada y sola. Por eso, uno de estos días, me desperté llorando y sin energías para levantarme de la cama. Porque no hay cosa que mayor terror me produzca que la soledad y la perspectiva de vivir una vida que no cambie. 

Y aunque el cambio en sí me da algo de miedo, como a todos, nunca me ha importado. Yo era la experta en reventar a patadas las paredes de mi zona de confort. Yo soy la que se va a mudar en medio de una pandemia global y un Brexit. Porque a tomar por culo la bicicleta ya. Estoy escribiendo esto para decirme, para recodarme, para hacerme ver que nunca, nunca voy a estar sola. Nunca. 
Mis acompañantes no estarán al alcance de mi mano, pero están ahí. 



Ahora que empieza a despejarse la bruma, soy capaz de ver siluetas al otro lado del polvo generado por el desastre. Veo muchas, lo que me calienta el corazón. Y entre todas ellas, entre las figuras, estás tú. Y me pongo a llorar solo con verte, porque sé que has venido a rescatarme. Como siempre lo has hecho. Simurgh. Te debo una tesis. La tendrás. 



I'm bind man of my own world. You're blind man of your own world. 
Because we don't know what we are. 
But... we can tell. But we can dance. 

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