Ayer tuve una conversación que me llevó al pasado y no en el buen sentido. Me recordó muchas cosas, algunas de ellas hirientemente recientes, y me hizo pasarme algunas horas de oscuridad recordándome y preguntándome cosas. Algunas de ellas absurdas, otras profundas, otras disfrazadas de tontería pero que escondían un resentimiento, en realidad, más preocupante.
Pensé en otras personas, a pesar de que estaba hablando con alguien y que, juro, le estaba prestando atención. Me cegó la luz. Me emocionó esa luz. Y luego me asustó, porque me recordó tantísimo a otras luces que ya he visto antes. Otras que quise que se incorporaran al alumbrado de mi universo. Y pensé en la última vez en que me sentí así hablando con alguien. No hace tanto. Luego le di una pensada nueva y descubrí que me había olvidado de alguien, pero bueno, el caso es que no hace tanto.
Hace tres años (cuatro, Lau, cuatro) alguien apareció en mi vida como un torbellino, un festival de colores, una cantidad increíble de amor que compartir y promesas que se convertirían en recuerdos. O, pensé, quizá así fue como lo interpreté yo. Quizá toda mi historia con esa persona (esas, Lau, esas) no fue como yo la imaginé. Quizá solo fue mi proyección de un deseo muy intenso. Y pasaron esos tres cuatro años y hoy, aunque me duela reconocerlo, no me apetece ver a esa persona. La última vez que nos fuimos de paseo descubrí un abismo inmenso entre los dos. No discutimos, no pasó nada que pudiera clasificarse como "malo". Simplemente, lo supe. Como supe, hace tantísimo tiempo, que la persona a la que yo más había querido en mi vida ya no tenía nada que ver conmigo. Y lo supe después de un abrazo. Eso está escrito en este blog, uno de los momentos más dolorosos de mi vida, en el año 2013... creo. No lo recuerdo bien. Lo que sí recuerdo es la sensación de vacío y de desazón.
Como con este último paseo. Ni se compara al dolor que sentí en aquel momento, por supuesto. Esto solo fue cansancio. Desazón. Vacío. Agotamiento. Y pocas ganas de que algo así me vuelva a pasar.
Me pasó dos veces, y con una de ellas no estoy segura de cómo me siento. La otra es la del paseo. Es que soy imbécil de verdad. Joder, lo que le quise. Lo que podríamos haber sido si me hubieras querido "menos" y me hubieses querido "mejor". O no. O lo mismo todo terminó cayendo por el propio peso de mi empeño y mi pesadez. La verdad es que ese pensamiento me asusta y me entristece a partes iguales.
Y, de repente, apareces tú. Aparece alguien en el camino de forma abrupta e inesperada, casi como cuando Hushang descubrió el fuego. La piedra casi me da en el ojo y cuando me doy la vuelta me maravilla el brillo de lo que veo. Siempre he sido bastante urraca, la verdad. Y yo vuelvo a hacer las mismas gilipolleces a pesar de que me he estado poniendo la brida en la boca para no hacerlo. Me vuelvo a preguntar qué parte de todo esto es real, cuánto es mi propio deseo proyectado y cuánto voy a tardar en meter la pata emocionalmente, porque nunca se me han dado bien estas cosas. Mi propia experiencia me avala. Estaba haciéndolo muy bien hasta anoche, que me dio por pensar y acordarme. Y ahí viene cuando la matan. ¿La mataron?
A veces me pregunto, como anoche, por qué tengo esa necesidad tan tóxica de querer con desespero, solo para que me quieran de vuelta. Para que me digan que soy importante, para que me digan que soy necesaria. Si ya me lo dicen. Si ya me quieren como en mi vida me imaginé que me querrían. Si me lo han repetido toda la vida: que nunca estaré sola, que soy alguien sin quien algunas personas no conciben su vida. Entonces, ¿por qué? ¿Qué me pasa? ¿Tengo el ego tan grande o no tengo uno en absoluto? ¿Son mis inseguridades o es que estoy pagada de mí misma y tengo que hacérselo saber al mundo?
Y como tantas otras noches, no encontré respuesta y me dormí. Y me acordé de aquella frase. "Nunca te arrepientas de haber querido". Ojalá tatuármela en lo más profundo de los huesos. Ojalá ser capaz de vivir a su altura y conseguir, efectivamente, no arrepentirme del amor que di cuando no fue correspondido, de lo que entregué cuando el resto no lo hizo. Porque eso significaría que habría alcanzado un lugar seguro y tranquilo donde sentarme a beber té.
Si lo pienso, no me arrepiento. Pero si lo vuelvo a pensar, sí me arrepiento. Y me abrazo a la soledad, que es mi compañera de almohada, y es una de las pocas veces en que agradezco tenerla.
Y... pese a todo... aún así... ¿y si esto fuese otra sorpresa y yo solo tengo miedo? ¿Y si no lo fuera y yo sigo siendo la misma imbécil?
EDIT:
"A veces, cuando estoy triste, me pregunto por qué me quieres."
"Porque me das vida. A mí y a tantos otros. Ojalá pudieras verlo."
...
Te quiero muchísimo, Bob.
EDIT2: Sí, el momento en que se me rompió el corazón en mil pedazos fue el 20 de julio de 2013. Ese día, algo dentro de mí se murió y todavía está el hueco de aquello que me falta. Es un hueco que nunca se llenará. Ya no me duele, pero es igualmente triste. Y he tenido que ir a mirarlo porque lo necesitaba. Ya entonces, y de esto hace siete años, predije que me volvería a pasar.
Y me ha pasado muchas, muchas veces. Me pregunto, mirando al mar, dónde estarás ahora. Espero que seas feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario