20 de mayo de 2018

I can never find the right time to tell you

Morning coffee, afternoon adventure, evening breeze. 

Bueno, pues a estas horas mañana habré llegado a París y estaré cumpliendo uno de mis sueños, que es visitar la zona de Próximo Oriente del Musée du Louvre. Preveo que me voy a emocionar delante de algunos restos. Seguramente no llore ni organice un drama, porque estoy sola y porque tampoco es cuestión de hacer el tonto, pero me emocionaré, me emocionaré mucho. Primero, porque son muestras de una cultura fascinante que tuve/tengo el privilegio de estudiar y que han sobrevivido al tiempo de forma envidiable. Segundo, porque echo terriblemente de menos a Buru, pero sabe perfectamente que, hasta que no pueda dedicarle el tiempo que se merece, no volveremos a entablar una conversación. 

Y cuarenta y ocho horas en adelante desde ahora estaré en la Bibliothèque Nationale casi a punto de hablar de mi montaña (que anda, que mandan narices, la señora esa) y mi pájaro. Ya no estoy nerviosa. Bueno, quizá un poco. Pero lo que estoy es muy emocionada. Nervios de los buenos, como dice Bob. 

Ya se ha ido Beth y St. Andrews se ha nublado. Normal. Se ha marchado la Dama de Luz y se ha quedado el Rey Brujo, así cómo va a salir el sol. Volverá el Mithra escocés cuando haya superado su pequeño luto. Y en Las plumas estamos hablando de Susa. 




Cosas que tienen que ver y otras leyendas urbanas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario