Posiblemente el de ayer fue el mejor Halloween de toda mi vida. No sé qué pasará con los futuros 31 de octubre, pero desde luego el de anoche fue uno para recordar. Primero, porque conseguí vestirme como uno de los personajes que más influencia han tenido y tienen en mi vida desde hace años, y segundo por el impacto que esto tuvo en toda la noche.
Primero, que fui seleccionada para participar en el concurso de disfraces del bar en DRA, sin que yo dijese nada. Una chica encantadora vestida de Alicia me llevó junto a los demás participantes porque el público me había votado como una de las mejores. Pero estaba claro que Eduardo Manostijeras era imbatible. Vaya disfraz más trabajado. Aunque gracias por el ruido y los gritos, queridos y queridas. Qué majos sois.
Después, ya en el baño del 601, encontré a Eilidh y a Rebecca, y reconocí que Eidlih iba vestida de Morrigan, de la mitología celta. Y creo que nos hicimos ocho millones de fotos. La gente dentro del 601 me iba parando para decirme: "¡oh, dios mío, eres Jack!", y hubo muchas personas que me felicitaron por el disfraz.
Queda confirmado que todo se lo debo a mi pajarita, hecha a mano con todo el cariño posible y con todas las ganas de disfrutar de una noche genial. Y eso que no cabía por la puerta de frente, y que casi dejo tuerta a Iria dos veces sin querer. Ella, tuerta. Ella, moribunda. Ella, diva.
Y ese momento, ese momento en que en una fiesta de Halloween te ponen Thriller.
Qué bien nos lo pasamos anoche, madre mía.
Y hoy hay que repetir, que toca Sinners y el equipo de esgrima es conocido por sus desfases nocturnos. Me voy a morir, no llego al viernes. Sálvame, Jack.
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