16 de noviembre de 2017

Desordenados

Ayer tuve dos sueños horribles, que posiblemente se podrían catalogar como pesadillas. Me desperté nerviosa y con un molesto dolor de barriga, pero mi cerebro conectó la opción "mente fría", y me tranquilicé pensando que no es la primera vez que mi mente, excesivamente creativa, me juega una mala pasada. Y los sueños, al fin y al cabo, solo son sueños. 
Sin embargo, a los pocos minutos hablé con una persona y, de repente, estaba llorando en la cama con el teléfono en la mano. 

Claro que tengo asuntos pendientes y sin resolver en mi cabeza. Pero no puedo decirte de qué se trata. Nunca podré. Tal vez es por eso por lo que me desgañito en sueños, porque sé que es algo que jamás haré en la vida real. 



Cosas que tienen que ver, el día mejoró considerablemente después de tener una buena dosis de esgrima, hacer abdominales con Beth, terminar Gugure! Kokkuri-San y sentarme a escribir con mi pequeño dando saltos. 

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