21 de febrero de 2015

Número nueve

Pero en Suiza se puede seguir viendo Black Sails, ¿verdad?
Ha sido todo tan bueno y ha pasado tan deprisa (realmente, aún está por pasar) que temo despertar en cualquier momento del sueño en el que parezco haberme sumido. De repente se me ha aparecido al-Ándalus en el camino, casi de un manotazo me ha quitado las tazas de café de las manos, me ha cogido fuerte por las muñecas y me ha dicho "tú te vienes conmigo; he venido a llevarte de vuelta a donde perteneces". Y es que, por más que me guste oler a café y a desayuno, mi verdadero destino se desdibuja detrás de unas montañas nevadas. Si son las de Sierra Nevada o las de los Alpes, de eso ya no estoy segura. Lo que sí sé es que no puedo sino despertarme cada día diciendo "gracias" por la oportunidad que se me ha brindado. Por que ellos cuentan conmigo, porque han venido a buscarme y esperan que haga un buen trabajo.
Lo intentaré. Lo daré todo, y mucho más que eso. Conseguiré que no se arrepientan de haberme acogido en el proyecto.

Aunque, claro, al-Ándalus ha aparecido con el correspondiente cabreo de Persia.
Está claro que mi vida va a ser una constante pelea entre al-Ahmar y Avani. 

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