12 de febrero de 2015

Different Heaven & EH!DE - My Heart [NCS Release]

De mi aventura en Albión, me he dado cuenta, no he escrito demasiado. Quizá cuando vuelva a al-Ándalus y me siente delante del ordenador como nuevo modo de vida, encontraré el tiempo para procesar las sensaciones y los recuerdos. Y quizá me atreva a escribir. 

De lo que viví en Albión, de lo que estoy viviendo ahora, no tengo sino sensaciones contradictorias. No estoy segura de haber hecho lo que pude, no estoy segura de haber hecho lo mejor. Pero si algo me noto es que he crecido, y que estar sola me sigue importando, aunque no en el mismo modo que antes. Antes temía el abandono y el rechazo de la soledad. Ahora lo que lamento es no tener a mi gente cerca. Pero por lo demás, me va bien. Me fue bien. He aprendido lo que es levantarse a las cinco y acostarse de madrugada por estar trabajando, solo trabajando. Nada más. He aprendido a hacer malabares con el sueldo y a priorizar en el supermercado, a gestionar mis propias facturas y a darme cuenta de que puedo vivir estando meses sin comprarme una camisa nueva, pero no meses sin comprarme otro libro. Mis libros serán siempre mis mejores compañeros, y de Albión me llevo algunos ejemplares que, oh, si hablasen. 

Cuando tenga el valor, quizá escribiré que nunca tuve amigos constantes, y que empecé a tenerlos cuando me di cuenta de que me marchaba. Nunca escribiré sobre un vals de madrugada, junto a un parque cerrado, ni sobre un beso que no pudo ser, ni sobre unas manos entrelazadas a las mías y apretando mis dedos fuerte, muy fuerte. Esos son momentos que conservo para mí. Cuando encuentre el valor, tal vez escriba sobre no saber exactamente a dónde tenía que ir, ni por qué. Sobre la última vez que casi le supliqué a alguien que me quisiera. Escribiré sobre la persona que más me faltó, la persona sin la que esta aventura jamás estuvo completa. Escribiré que le tengo miedo a que esa persona no sea lo que llevo tantos años creyendo que fue. 
Escribiré sobre Hollywood Undead y que me rompí la garganta cantando en su concierto. Escribiré que fue la niña obsesionada con Treasure Island y que todo mi alrededor lo sabía. Escribiré que escuché My Heart durante tres días, sin parar, y que nunca me aburrí de la canción. 
Gracias a Albión, Simurgh y sus plumas pudieron volar más alto. Gracias a Albión, aprendí a tener la boca cerrada para evitar un desastre, pero a cagarme en la madre de todo por la espalda, para despresurizar mi cerebro. Dormí como nunca recordaré haber dormido, en Albión. Tuve fiebre, en Albión. Y tuve frío en los pies muchas noches.

Pero por encima de todo, Albión me enseñó a relativizar. A que no es para tanto decir que vives aquí o allá, que todo depende de cómo vivas. Viví en Londres, y qué. No significó nada especial. Para mí Londres se ha transformado en una pequeña cafetería donde todas las chicas y el único chico van vestidos de negro. Donde a las seis de la mañana llegan cajas de naranjas, de bollería, de leche, de zumo. Donde a las ocho de la tarde puedes llevarte a casa lo que sobre, porque nadie se lo va a comer. Albión para mí es aprender cómo se hacen diferentes cafés, el olor de las naranjas y las mangas siempre llenas de comida. Aguacate, odio el aguacate, pero Albión es aguacate y salmón ahumado. Una caja y muchos bolígrafos Bic negros esparcidos por el mostrador. Es la locura del fin de semana y el aburrimiento de cerrar un lunes a las siete. Es hacer caja, es llamar para encargar más pollo, es recogerte el pelo cinco días por semana porque trabajas en hostelería. 
Albión se llama Pimlico Fresh, y mi corazón siempre vivirá tras esa cristalera, que en Navidad estaba decorada con galletas en forma de estrella. Londres es ahora una cafetería, y el British Museum. Y una tarjeta de autobús con la que recorrer las mismas calles de siempre.

Todo se ha transformado, pero no es para tanto.
Quizá algún día lo escriba. 


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