31 de agosto de 2012

El piano más bonito

Por ahí se dejó caer que uno siembra lo que recoge y creo que es la pura verdad. A mí me ha caído encima un piano. ¡Y qué piano! El mejor piano que jamás se haya podido concebir. El mejor, el de los ojos verdes, el de la barba, el de Final Fantasy, el del beagle, el mío. Mi piano.
Somos los dos únicos seres con capacidad (no sé si buena, mala, peculiar o diferente) que hemos ido a juntarnos y que no estamos igual que hace cuatro años, estamos mejor. Mucho mejor. Somos hombros para llorar y somos copas para irse de fiesta. Somos un dúo estupendo. Los únicos capaces de darse cuenta de que todo el resto del universo sobra, porque mientras podamos estar juntos en clase la cosa fluirá bastante bien. 
Tú me tiras de la lengua y yo te doy collejas virtuales. Eres la única persona que me llamaba una vez a la semana mientras estaba en Granada, sin falta, para saber de mí. Lo que pasó con todos aquellos que se decían amigos, nunca se supo. Tú fuiste el único que siguió ahí. Sin presumir de lo que te importaba, sin alardear de todo lo importante que yo era para ti, sin poner en las redes sociales miles de gilipolleces. De hecho, hasta hace nada no hemos empezado a tener fotos decentes. Eres sencillo, valiente, leal. Y sin hacer ruido seguías ahí todos y cada uno de los minutos.
El pianista. El del correo electrónico molón, el del torques en la muñeca. Eres el mejor. Y si no fuera por ti, estaría naufragando en ese mar de capiteles, iglesias, cuadros y ladrillos que es nuestra carrera. 
Si recojo lo que sembré, puede parecer que tuve una mala cosecha. Me queda sólo una persona de las casi sesenta que conocí. Pero qué persona. Una persona que ha llorado conmigo, que ha pateado ciento y pico kilómetros a mi lado para llegar a Santiago, que se ha reído y ha bailado hasta que ha salido el sol, que ha puesto a parir a muchas personas, que ha escuchado mis consejos y me ha dado otros mejores, que tocaba mientras yo cantaba y que me ha hecho emocionarme con su música. 
Agradezco a la vida tenerte. Recogerte.
Porque eres la mejor recompensa que me ha dado la Historia del Arte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario