29 de enero de 2012

Rumrumrumrumrum

سلجوقیان روم



Me hubiera encantado conocer se acento tan extraño y montar a caballo, a lo salvaje, con vosotros, por alguna estepa. Me estoy esforzando al máximo por que la gente pronuncie vuestro nombre como toca. Si me lo dijo Camilo, no hay otra verdad posible.
No lo tuvisteis nada fácil, y lo supisteis.
En 1171 decidisteis probar suerte por vuestra cuenta, y os desligasteis de Isfahán para enfrentaros a Bizancio y al enemigo frany que venía del mar. Fuisteis los primeros en dar la voz de alarma. Kilij Arslan bañó de sangre la estepa por hacer frente al brutal invasor, pero le sirvió de poco. Prácticamente os barrieron del mapa, en poco tiempo.
No obstante, el comercio del Mediterráneo se reactivó gracias a vosotros, estabais justo en el punto de encuentro entre Oriente y Occidente. Vuestras riquezas os ayudaron a dejar testimonio de vuestra presencia guerrera, en Karatay, en Cifte Minare, en Ince Minare; todas en Konya, vuestra capital, vuestro pulmón. Porque vuestro corazón indomable pertenecía a la estepa.
Se me eriza el vello de todo el cuerpo cuando os imagino, galopando a pelo sobre la hierba, dando alaridos de placer y de burla, con el arco y la aljaba dando tumbos en la espalda, el pelo recogido en preciosas coletas decoradas, barba para señalar a los adultos y mentones pelados para los jóvenes. A lo loco, sin importar otra cosa que vuestra libertad, porque sois libres, libres, ¡libres! Sois hijos de la estepa y descendientes de Seljúk, turcos burdos para cualquier otro musulmán pero bestias a las que hay que temer para el resto del mundo.
Prometo que me hubiera encantado compartir dátiles y té en vuestras jaimas, sentir cómo viene el viento ardiente de Damasco y el olor del mar desde el Cuerno Dorado. Vuestros caballos, oh, cuánto hubiese dado por conocer vuestros caballos. Animales de patas cortas, pero rápidas, especies asiáticas mezcladas con la nobel sangre árabe para crear pesadas máquinas de guerra, veloces corrientes de aire, mejores amigos. Cierta dama está redactando un informe sobre caballos; si puedo, le pediré que nos os olvide, que no olvide el amor que todos los hijos de Seljúk profesaba hacia estas magníficas bestias. Sobre sus lomos, corriendo monte abajo, vuestras flechas tapaban el sol, como una nube de letales avispas.

Fuisteis magníficos.
Seguís siendo magníficos, porque comparto la creencia clásica de que nadie muere si se le sigue recordando. Vuestros ojos negros y vuestra piel quemada por el sol seguirá latiendo sobre estepa y arena, mientas relincha algún caballo, y a alguien tan extraño como yo se le empañan los ojos al pensar en vosotros, y en lo que dejasteis detrás.

Hubiera pagado mucho dinero por pasar un día con vosotros. Pero, sobre todo, hubiera pagado el mundo entero por escucharos conversar con algún extranjero que, después, se diera la vuelta, alzara los ojos a Alá el Misericordioso y exclamara, de verdad contrariado: "¡si es que a estos turcos no hay quien los entienda!"












Soy incapaz de elegir un favorito, no puedo.
Del 570, año en que aproximadamente nace Muhammad, hasta principios del siglo XVI, que cae el último mamluk en Egipto. En dos mañanas. Interesante récord personal.

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