13 de enero de 2012

Dos pequeñas vidas

Reach for the sky, keep you eyes on the prize. Forever by my side, you're my golden sunshine. It's raining in your mind, so push those clouds aside. Forever by my side, you're my golden sunshine.





Ahora somos tres en la habitación.

Nunca tuve nadie de quién ocuparme. Y ahora, de repente, tengo dos pequeñas vidas en mi habitación. Dejando a un lado el racionalismo de que sólo son animales y que probablemente les importe poco mi presencia, me gusta ver las cosas desde otro punto de vista.
Me gusta cuidarlos, y hay quien se ríe de mí y me llama, cariñosamente, "mamá tortuga". Bueno, es que lo soy. Es cierto. Pero me gusta, me gusta ser una mamá galápago. Creo que es tierno tener esa preocupación por alguien. Estar pendiente de la temperatura del agua, de si comen o no, ponerles música porque, parece, les gusta.
Lo que más me llena es verlos comer directamente de mi mano. Si no, no comen. Es un pequeño ritual de confianza. Me gusta pensar en eso. No me cuesta nada cogerles cariño a estos seres, y a estos dos ya los quiero. Además, de verdad. Puede ser cómico, porque, de nuevo, sólo son animales, sólo son mascotas. Pero para mí, en mi mundo divertido y al margen del ocasional, son compañeros, amigos.
Me encanta levantarme y verlos, llegar a la habitación y descubrir que hay alguien que me espera, aunque sea para darles un trocito de carne. La verdad, nunca me imaginé que estaría tan contenta con una decisión que, desde el principio, parecía una broma.
Ni siquiera quería tortugas. Quería un pez negro que se llamara Jevi.





Me quedo mirando cómo nadan, y me imagino que puedo nadar con ellas. Supongo que elegí tortugas por lo mucho que me gusta el agua.

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