Sin rumbo fijo, sin meta.
A vueltas de veleta.
Al soplo de viento al azar.
El caso es andar.
El caso es andar.
No me pertenece el paisaje.
Voy sin equipaje por la noche larga.
Quiero ser peregrino por los caminos de España.
Llevo tanto tiempo caminando que no sé si voy a saber, de repente, sentarme. Menos mal que todos mis peregrinos mentales vienen conmigo, y todas las aventuras de nómada que aún me quedan por vivir. Se puede intentar meter al nómada en casa, pero el nómada no se saca del corazón nunca.
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