21 de octubre de 2020

Feathers

Hay silencio. Sí, para mí también es incomprensible, pero no hablamos. Solo nos quedamos mirando la una a la otra, con cara de estupefacción, y sin mediar palabra. Qué gracia, porque habitualmente ninguna sabemos callarnos. Y sin embargo ahí estamos, observándonos de pies a cabeza, sin saber exactamente si lo que tenemos delante es un reflejo exacto, un matiz, una travesura del espejo o la más absoluta de las locuras. 
Al final, soy yo la que rompe el silencio. 
"Esto... esto es muy extraño."
"Sí", admite, y ladea la cabeza. "¿Cómo... cómo funciona exactamente?"
Debo admitir que no tengo ni idea. Ella se lleva la mano a la cabeza, se rasca, ladea la cabeza hacia el otro lado. 
"Yo soy... ¿soy tú? ¿Y tú eres yo?"
Se me ocurre una broma bastante mala relacionada con APM, pero si el Flaco no está para escucharla no tiene gracia. 
"Supongo, sí."
"Pero..."
"Ya, ya sé que no tiene ningún sentido. Pero supongo que así es ahora."
Ella no parece del todo convencida, pero suspira, dándose por vencida. 
"Está bien, supongo."
Se me ocurre una forma de añadir claridad a esta extraña situación. 
"¿Cómo te llamas?", pregunto de repente. Ella arquea la ceja y pone, por supuesto, la misma cara que pondría yo. 
"Qué chorrada", dice, de una forma muy parecida a como lo diría yo. "¿No hemos dicho que yo soy tú? Pues me llamo igual que tú."
"No", insisto, "de verdad, dime cómo te llamas. ¿Cómo te llama la gente que te conoce?"
Ella frunce levemente el ceño y se lleva la mano al zulfaqar en miniatura que le cuelga del cuello. Que me cuelga del cuello. 
"Plumas", responde. "A veces, dependiendo del contexto, Par". Sonrío.
"Yo no me llamo así."
Ella arquea, esta vez, ambas cejas. Y sonríe también. 
"¿De verdad?",  susurra; yo asiento. "Qué curioso. Entonces soy un desprendimiento del original. ¿Qué parte me toca?"
"Bueno...", empiezo. "Tú tienes mejor carácter que yo. En general eres más diplomática. Ah, y te puedes vestir con la ropa que a mí se me antoje; al fin y al cabo, estás dentro de mi cabeza. Eso significa que habrá muchos abrigos de los Ilkhanes". Hace un gesto de victoria con el puño. "También puedes acariciar dragones y tienes un samovar portátil. E importa poco lo que comas, nadie te va a poner malas caras porque tienes celulitis o porque no haces deporte."
"¿Por qué llevo gafas?"
"Pues porque sin ellas no ves, tonta."
Ella resopla.
"Pues ya que estoy en tu cabeza, me podías haber quitado la miopía".
"Nah, te da personalidad. ¿Qué me dejo...? Bueno, en general tu vida es bastante más interesante que la mía. Al menos es más épica."
"Pero tú tienes a Bob", apunta con una sonrisa. Me pongo levemente roja.
"Sí, eso es verdad."
Par se lleva las manos a la cintura y me mira con curiosidad. 
"Vaya un jaleo este, ¿eh?"
"Ya te digo."
"¿Dónde empieza una y termina la otra?"
"La gracia va a estar en descubrirlo con el tiempo", respondo, y me siento en el suelo con las piernas cruzadas. Ella hace lo mismo. "De momento, te puedo dar la bienvenida a mi cabeza. No hay mucho orden, pero tampoco se está tan mal. Vas a conocer a Avani, a al-Ahmar y, si tiene un buen día y se deja caer por aquí, a Drenk."
"Espléndido", ella se sienta y se lleva la mano a la espalda, de donde aparecen su samovar, su tetera y, esta vez, dos vasos de cristal. "¿Puedo ofrecerme a mí misma un té?"
Me da la risa respondo:
"Por supuesto que sí."

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