Como cada vez que intento dar clase, acabo presentándome como lo que realmente soy: rematadamente idiota.
Pero si a vosotras os hace feliz mi estupidez y consigue que améis este arma como yo lo hago, que la sostengáis con cariño y con energía, que corrijáis esos movimientos (que, a pesar de que me encanten y tengan mucho flow, me temo que no están permitidos) y que os convirtáis en las magníficas floretistas que sé que podéis ser, yo estaré contenta.
Gracias por la noche de ayer, que encendió un par de bombillas nuevas en el ático de mi cabeza. La verdad es que lo pasamos bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario