Igual es por el estrés de coger un avión con tres escalas el lunes, o quizá es porque no me he sentado a escribir la tesis en tres días, o porque mi cabeza le sigue dando vueltas a cosas que no debería (ya es una mezcla entre aburrimiento y vergüenza), o puede ser por esta ansiedad extraña que tengo ahora mismo haciendo espirales entre el ombligo y el esternón.
El caso es que todas las canciones me recuerdan a ti y, si lo pienso, me doy cuenta de que todavía no llevo bien que te hayas marchado, y que no estoy para nada de acuerdo con que ya no estés aquí. Entonces me asalta el pensamiento de que todavía no lo he superado, y me pregunto si lo superaré algún día.
Me estoy perdiendo muchas cosas que compartir contigo y eso me mata. No conociste a Yaza y no conociste a Buru, y eso que los dos existían cuando tú todavía vivías aquí. A veces me pregunto por qué nunca te los presenté. No conoces mi tesis, y aunque quiero pensar que de verdad sabes lo que estoy haciendo, que sabes que me marché de aquella pesadilla y que estoy viviendo mi sueño, me duele no poder tenerte delante para explicarte mis avances y mis descubrimientos.
De todas las personas de este mundo, tú eras la única que yo quería que viviese para siempre.
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