Que sean ocho más, que sean todos, que sean cuantos tengas que venir. Esculpidos con el cincel de viento en nuestros brazos y rasgados por la sal en nuestras mejillas. No importa si son aquí, allá, en otra parte o en la que ha sido la misma. Que vengan ocho más; ocho, ochenta, ochocientos, ocho mil. Todos los años que nos quepan en el pecho y podamos acumular juntos, viviendo sin darnos cuenta de que pasa el tiempo, y que nos sigamos riendo al pensar que todo empezó con un ridículo malentendido y un ataque de pánico.
Ayer te eché de menos.
Me faltaste más que otros días, aunque siempre tengo un hueco del día para pensar en que estaría muy bien tenerte a mi lado. Anoche pensé en lo bien que estoy entre tus brazos cuando me acuesto. Ayer me acordé de lo que me gusta que me molestes y que celebres los días que voy a volver a casa. Leí los mensajes secretos que me dejaste en la oficina y me acordé de que eres el mayor fan de Yazata que conozco. Me encanta que me mandes posibles daevas y que estés tan de acuerdo como yo con la afirmación de que VereZâma es real.
Me gustas ocho millones de veces y te quiero otras ocho más. Estoy extremadamente orgullosa de ti en tantos aspectos que ya no sé ni cómo enumerarlos.
Estamos construyendo algo maravilloso, Bob.
Y ya son ocho años juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario