22 de agosto de 2018

La de cosas que me gustan II

Me gusta mucho reunirme con vosotros y que me contéis que seguís quedando, a pesar de que yo viva en otra ciudad u otro país. Me gusta escuchar que vais al cine, que coméis uno en casa del otro con asiduidad, que estáis al tanto de los problemas personales e íntimos el uno del otro, y que hacéis las cosas que solíamos hacer cuando estábamos tres, antes de que yo empezase a mudarme casi compulsivamente. La verdad es que disfruto mucho escuchando cómo, cuando me contáis algún problema o alguna novedad, añadís la frase "yo ya le dije...", "yo en su momento pensé...", "cuando me lo contó y pasó, yo creía...".

Me gusta, porque mantiene el vínculo que establecimos hace cinco años. Porque siento que mantiene viva una parte que me dejé en la universidad y que, lejos de dejarla estancada en el tiempo, la continúa, la hace evolucionar y seguir con su curso sin problemas. 
Lo más maravilloso del caso es que, cada vez que vengo, seguís teniendo ganas de hacerme un hueco y de incluirme en ese círculo, como si no me hubiese marchado. Uno me dijo que no me echaba de menos todos los días, pero que, cuando me veía se daba cuenta de que no le gustaba que yo viviese lejos; que preferiría que nos viésemos más a menudo. La otra, mientras me estaba contando un encontronazo que tuvo con unas compañeras, dijo que les daba igual mandarlas a la mierda porque no le importaban en absoluto, pero que si hubiese tenido problemas con el uno y conmigo, se desviviría por arreglarlo. 

Sigo aquí, pese a no estar físicamente. Me hacéis seguir aquí y seguís compartiendo mi memoria y mis andanzas con vuestro entorno, a pesar de que nos vemos poco y que, por causas de nuestras agendas apretadísimas, apenas hemos hablado este año. 

Sentí un cosquilleo muy agradable al deciros "nos vemos el martes" cuando nos estábamos despidiendo. Me dio un mareo extraño de atemporalidad, como si mi realidad no fuese que el día 3 de septiembre, cuando vosotros estéis de barbacoa, yo llevaré dos días vestida de blanco y tirando con el florete, a tantísimos kilómetros de vosotros.

Joder, os echo de menos. Y me pasa como a Shifu, que no me doy cuenta hasta que os veo. A veces me pone triste, solo un poco. Pero después Coco me cuenta sus preocupaciones por Whatsapp y el mantel de la amistad nos mantiene unidos, y siempre surge la oportunidad de comer fideos los tres juntos. 
Os veo crecer y me emociona. Una va a ser policía nacional muy pronto, porque yo lo digo y lo sé, y el otro ha descubierto el placer de la enseñanza y está llenando con su sabiduría y entusiamo las vidas de otros. Cómo no voy a estar orgullosa. Tenéis un par de cojones y estáis viviendo con toda la intensidad que os cabe en el cuerpo. 
Estoy muy, muy orgullosa.

Y, bueno, nos vemos el martes. 

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