Te lo dije.
Te dije que te irías para siempre, que llegaría un momento en que desaparecerías para siempre de su vida y de la nuestra.
Yo te avisé, pero probablemente no me creíste.
Y fíjate. Como siempre, como tengo por costumbre y como tiene la vida por costumbre, tengo razón al final. Ya te has ido. Para siempre.
Adiós, payaso. Espero que te vaya bien, porque no le deseo el mal a nadie, pero que te vaya bien lejos. Lejos de ella, y lejos de nosotros.
Mi hermano y yo hacemos el baile de la victoria mientras te alejas.
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