Bebe no lo sabe, pero le ha escrito esta canción a Buru para el primer paréntesis de su historia, que he llamado Tierra. Es simplemente perfecta, y me emociona. Me encanta lo que me recuerda y lo que me dice.
Ahora, en una cafetería, la estamos llorando juntos. Buru y yo. Tengo que tener cuidado, porque a él lo cubre el portátil y nadie más que yo puede verlo. Pero como a mí de verdad se me escapen más de tres lágrimas, me van a mirar todos los presentes con cara de "esta jovencita, tan tonta y tan triste".
Qué duro el amor, cuando nos lo quitan, mi rey pastor.
Veo cómo caen de mi piel trocitos descamados.
Por la ausencia de humedad, mi cuerpo deshidratado.
Cae la piel rota,
dejando al descubierto la otra,
con más brillo que la que cae, porque algo la está alimentando.
Mi piel en silencio grita: sácame de aquí.
Mi piel en silencio grita: oxígeno para respirar.
Respirar de esta falta de ti,
respirar de esta ausencia de mí.
Respirar, para sentir mejor.
Respirar, para aliviar el dolor.
Respirar.
Respirar.
Hoy necesitaría la invasión de mi espacio personal,
pero no. Hoy no lo habrá.
No habrá abrazos, no habrá tu abrazo.
No, hoy no lo habrá.
El dolor por momentos se hace casi insoportable,
pero lo que no te mata, te hace implacable.
Cada uno en su universo siente su dolor como algo inmenso.
El amor nos da la vida,
y su ausencia nos mata un poco día a día.
Mi piel en silencio grita: sácame de aquí.
Mi piel en silencio grita: oxígeno para respirar.
Respirar de esta falta de ti,
respirar de esta ausencia de mí.
Respirar, para sentir mejor.
Respirar, para aliviar el dolor.
Respirar, para sentir que estoy vivo
y que puedo respirar sin ti.
Respirar, para sentir que estoy vivo
y que puedo respirar sin ti.
Respirar.
Respirar.
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