Es mágico, es asombroso cómo vuelve la energía que una vez invertimos en realizar los proyectos, los sueños, que nos mantienen en pie. Cómo después de unos cuantos meses de silencio vuelve el ruido, tímido, de unos pocos aplausos. Las palabras de aquellos que han leído atentamente cada palabra que yo escribí, y no solo eso, sino que encima les ha gustado. Les ha emocionado, les ha cabreado o les ha cambiado la polaridad del cerebro, así de repente. Son personas que se han tomado tiempo, su tiempo, para dedicárselo a El rey pastor, y ahora vuelven con una crítica que ni yo misma me creo, pidiendo más, y dándose cuenta de lo que yo ya sabía.
Que esta historia me ha cambiado la vida y la manera de entender cuantas historias yo tenía en la cabeza. Que como un poderoso zigurat se ha levantado en el horizonte de mi mente y ha eclipsado todo lo que pudiera tener alrededor. No hay otra prioridad, no hay otro destino literario. Su luz y su sombra (porque no es que vaya a ser esto un paseo en barca) no me dejan ver nada más. No me quejo, tampoco quiero.
He escuchado casi de todo lo que yo esperaba que me dijeran. Que es lo mejor que he escrito, que he alcanzado otro nivel, uno diferente al anterior. Que, efectivamente, esta historia es distinta. Que he crecido gracias a ella. Pero también he recibido palabras que, de verdad, no esperaba. Que es oscuramente madura y que las emociones se plasman perfectamente sobre el papel la pantalla. Que cada escena está perfectamente colocada y que nada parece dejado caer porque sí. Que mis escenas de sexo son elegantes pero precisas. Que la violencia es muy dura, pero justificada. Que los personajes están enteros y son coherentes. Que Humababa es el mejor personaje que ha parido la literatura mundial (el Humbaba real, yo he tenido la gran suerte de poder tomar una parte prestada). Que los escenarios, los animales y hasta el polvo de Uruk les ha encantado.
Y como todo en esta vida es seguir trabajando, ahora empezamos el primer interludio, Tierra. Acabaremos esta aventura, vaya si la acabaremos.
Amor sobre amor, que es tuyo, y te quiero.
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