16 de enero de 2020

Circles (of Light)

Para mí es mucho más fácil reconocer que he estado triste estos últimos días, y que todavía lo estoy. No es una tristeza paralizante, no son constantes ataques de llanto con hipidos incluidos, ni echarse a la cama con rabia y frustración al grito de "no me quiero ir". Pero estoy triste, simple y llanamente. Y así es mejor. Es como tiene que ser, que no me diera pena sería incluso preocupante. 
Estoy triste, pero estoy bien. 

Contra todo pronóstico, tengo las dos maletas hechas, cerradas (sin riesgo de explosión), dentro del peso permitido. Es que no me lo creo. Espero que esto sea una señal de buena suerte, porque vamos. 



He estado pensando en mis círculos de luz. 
Si yo soy una criatura de tendencia oscura, tengo la suerte de estar rodeada de círculos brillantes, de luces bellas que me iluminan incluso cuando estoy en modo absolute carnage, que no me aguanto ni yo. Y cuando escucho música, me los imagino flotando y bailando a mi alrededor, a cada uno con ciertos detalles que los definen (al más puro estilo videojuego/anime, pero es lo que mi infancia le ha hecho a mi cabeza, déjenme). 

Me ayudan, la verdad. Me ayudan mucho a sentirme mejor, la verdad. 
El caso es que ahora mismo no me siento tan triste, probablemente porque tengo a mi madre hablando por teléfono, mi hermano ha estado tumbado en el sofá, y me he muerto de la risa con Marida durante el resto del día. Si lo pienso, claro que me pongo triste. Voy a echarles mucho de menos a todos. Es lo que tiene estar tan bien, tan a gusto, en estas Navidades que Bob ha etiquetado como "las mejores del mundo". Es cierto, tho; han sido fantásticas. Llenas de besos, de perros, de comidas, de abrazos, de Sherlock con papá, de bailes, de música, de tesis (hasta de tesis), de todo. 
Y de preocupación constante por aquellos que siguen en Teherán, pero qué le vamos a hacer. Poder contactar con Raúl y seguir dándonos la paliza es algo que me aporta mucha serenidad, pero me hace recordar que la vida es puta y que le echo muchísimo de menos. 

Mañana ya estaré en la Burbuja. Mañana empezará una etapa, no nueva pero sí levemente distinta, y me sorprende a mí misma lo tranquila que me encuentro al respecto. Solo estoy triste porque me marcho, pero nada más. Se me ocurrió releer la recapitulación que hice antes de que acabase el 2018, y descubrí que estaba in a very dark place. Very, very dark place. Estaba llena de rabia, de resentimiento, de pena, de dolor. Es increíble lo que puede cambiar un año las cosas. Ahora, María de las Angustias dice que no puede esperar a verme, tengo el fin de semana completamente organizando en cuestión de cenas y reuniones, y Aguilar del Campoo quiere que colemos Diggy Diggy Hole en la primera fiesta que podamos. Mierda, ahora se me ha pegado la canción. 
Y ya tengo asignados mi horario y mis alumnos. Y me voy a BUCS, al parecer. A qué, pues a partirme el culo, pero voy pues porque fuck it, why not

Estaré bien, seguro. Me haré a mi pequeña rutina y me vendrá bien un poco de soledad. Y va a ser cojonudo eso de tener datos en la calle y poder escuchar la música que a mí me parezca, sin tener que depender del wi-fi. 
Estaré bien.

Llevo a Bob en la maleta, para abrazarle en casos de nostalgia aguda. 
Al otro Bob, al que no puedo abrazar aunque no hay cosa que más desee en el mundo, ya le echo de menos. A todos, os echaré de menos. Y os quiero. 



Pero puedo con esto. 
O Valley of Plenty, o Valley of Plenty. Diggy diggy hole, diggy diggy hole. 
(Y así llevo toda la tarde)





Cosas que tienen que ver, me he dejado el regalo de mi Marida (el que le compré en Irán) en casa de mi madre. Otra vez. Porque es que soy IDIOTA. 

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