27 de enero de 2020

Camals mullats

Vaya lunes tan estupendo. 
Aunque el destrozo de mi uña izquierda tiene una pinta poco confiable y, encima, lo estoy empeorando porque soy como un perro chiquitito y no puedo dejar de hurgarme la herida. Cagontó. 


Aparte de volver a clase de persa y comprobar que mis esfuerzos están teniendo resultado, de ser terriblemente improductiva al respecto de la tesis y de darme cuenta de que tengo un agujero en la manga de la chaqueta, el lunes ha sido bastante satisfactorio. Y es que he vuelto a esgrima después de, por lo menos, cuatro meses sin tocar el florete, y he saltado a pista, Saena en la derecha, y me he vuelto a sentir muy bien. Porque justamente era aquello lo que yo buscaba tirando. La felicidad, el esfuerzo, la concentración. El recordarme que hago uno de los deportes más bellos sobre la tierra. 
Deporte que he tenido que describir en persa usando solo 50 palabras, y algunas de ellas predeterminadas. Evidentemente, ha sido un medio-desastre. 
Pero volviendo a la pista, estoy reventada y empapada (ahora llego a eso), porque es que me pesa todo el cuerpo como diez kilos más. Sin embargo, estoy satisfecha. Estoy muy contenta con cómo he tirado, con la shortie de mi florete, con la energía que había al menos en la pista de florete. 
Y es que me gusta mucho el florete. Esta podría ser mi oportunidad de volver a enamorarme. Una vez más. 

Although I am back now. A lot of things are going to change. 



Al volver a casa nos ha caído una nevada que no esperábamos, ni Aguilar ni yo. Y como mis zapatillas son una mierda absoluta, he vuelto a casa con el agua por las rodillas y los pies perfectamente empapados. Mi segundo de hoy ha sido la ropa puesta a secar en el radiador, bolsa de floretes incluida; con eso lo digo todo. 
Pero incluso con la nieve que después se ha transformado en lluvia, ha sido divertido y agradable caminar con Aguilar de vuelta, poniéndonos al día. No imaginaba yo que me había echado tanto de menos. Igual no está todo tan perdido en esta burbuja. 

Y al respecto de María, de otras tantas personas y de la vida en general, yo qué le hago. Aparte de encogerme de hombros cual gif de los Power Ranger y aceptar que, efectivamente, la gente es rara de pelotas y no es que yo no tenga paciencia. 
¡Qué se le va a hacer, cheñó!



T'estime, t'estimu, t'estim. 

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